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Miriam Cruz
Miriam Cruz y esposo describen a Nuria tétrica noche perseguidos por “policías”
Miriam Cruz sostienen que eran unas veinte personas, y no cree que veinte personas, ante su vehículo rotulado con su rostro y verla a ella, no la hayan identificado, definitivamente asume que había una clara intención de asesinarlos: “Yo tengo ahí una bala (en el vehículo), que se quedó empotrada en el cristal de atrás, Nuria, eso iba directo a mí”
Inmediatamente salir de la fiesta, mientras Miriam se cambiaba la ropa en la parte trasera de la van, fueron impactados por un disparo y a seguidas por una lluvia de éstos, y mientras más se alejaban, más los perseguían. Nunca pensaron en detenerse, porque ante la agresión tan fuerte, detenerse podría significar la muerte, no podían imaginar que se tratara de "policías confundidos".
Más adelante -siguió narrando Cruz- encontraron el camino obstruido, por lo que rápidamente entendieron que se trataba de una emboscada.
“Para mí era un asalto, lo menos que esperaba es que fuera la Policía. Al seguir disparando, yo dije: “ Bueno, esta gente nos quiere matar”. Siguieron los disparos, de repente le dieron a la goma, suerte que mi esposo es piloto de autos y pudo mantener el equilibrio de la guagua”, contó Miriam.
Yo les gritaba: “Soy Miriam”, y mi seguridad estaba ahí, y la guagua, mi cara está rotulada, la guagua está completamente llena de mi foto y mi nombre.¿Por qué? si es una confusión, como ellos han habían dicho, y ven que somos nosotros, además le dispararon a mis seguridad en las dos piernas?
Tras evadir la barricada, la persecución asesina continuó. Fueron los minutos más largos en la vida de Miriam Cruz.
“Él (Landorfi) corrió tanto que nos dio tiempo a chequearnos, y de pronto dice el seguridad: “Jefe, ahí vienen”. Dios mío, yo no sabía qué hacer. Dije “vámonos, vámonos de aquí”. Recuerdo que había un pasto, y habían vacas, yo me tiré por ahí, me metí por alambres de púas, el seguridad nos dice: “Váyanse allá atrás para ver si yo los puedo detener o algo”. Yo tengo todas las piernas amoratadas, llenas de rallones de los alambres de púas, la ropa se desgarró, tenía un chancletas y las perdí, nos metimos por un lado y Henry por el otro, y seguían los disparos. Desde lejos, tirando a matar a quien sea”, narra la voz de la popularizada canción “Yo no soy una loba”.
Es en ese momento cuando hieren en las dos piernas al seguridad. Miriam, desde donde pudo ocultarse, les gritaba que era Miriam Cruz, el seguridad también estaba identificado con una franela con la cara de Miriam Cruz, que sale con su esposo de donde estaba, les siguen disparando, se tiran al suelo y allí ella se da un golpe en la cabeza. “… nos pusieron de espaldas como si fueran a fusilarnos”, dijo.
“Yo creo que yo estoy viva, Nuria, y nosotros cuatro, de milagro, para decirlo, porque eso pasa a diario yo lo sé, a veces ni nos damos cuenta. No fue como ellos dicen, que nos mandaron a parar, no oímos sirenas, no oímos altoparlantes, no vimos luces, sólo disparos, y teníamos que echar para adelante”.
El seguridad, cuando los vió de cerca, creyó que había llegado la Policía, pero su sorpresa fue que éstos policías eran los mismos que venían disparando y le hirieron en las piernas, también revisaron el vehículo y le vacearon la cartera a la artista, al parecer, buscando dinero.
“Quisiera decirles a los asaltantes, ladrones ,atracadores o quien sea que esten en las carreteras, que los artistas no viajan con dinero, para que a otros colegas de Miriam no les pase lo mismo. Cuando se firma el contrato se da el cincuenta por ciento, y el mismo día se deposita el resto en un cuenta de banco, o sea, el artista no viaja con dinero”, explicó Landorfi en el programa
Tras herir al seguridad, revisar la van y las pertenencias de la artista y tenerla a ella y su esposo de espaldas, encañonados, llega un mayor que venía entrando a Barahona, y cuando alcanza a ver todas esas unidades con tres personas cercadas, se detiene.
“… él es el único que conoce a Miriam Cruz y dice: “¡Oh, pero esa es Miriam Cruz! ¿Pero ustedes están locos? Bajen las armas”. Y como era un mayor, bajaron las armas, cuenta el empresario artístico.
Nuria en ese momento le pregunta: ¿Y si no hubiese llegado el mayor? La respuesta rápida y segura fue: “Yo creo que nos hubiesen matado”.
“Yo entiendo que para poder dar el ejemplo, no es que al cuartel entero de Barahona lo saquen, pero por lo menos esas cuatro unidades, y los motoristas que estaban ahí, que todos tiraron, sean veinte, quince, veinticinco, esos 25, “estos van para afuera porque estos son de los policías malos” (entiende debería decir Polanco Gómez). Así se sana la institución”.
El 16 de febrero, cuatro días después de la agresión, la Jefatura de la Policía Nacional dispuso la cancelación de un cabo, el retiro forzoso de un segundo teniente y la sanción de 30 días contra un sargento, por el acto de terrorismo policial que narraron Cruz y Landorfi.
Los policías “separados de las filas” son los cabos Rainer Acosta Medina y Rafael Cuevas Feliz, y los rasos Julio César Castro Feliz y Pascual Escalante Peña.
El sargento sancionado con 30 días de cárcel por no tener control del personal bajo su mando es César Manuel Román Urbáez.
Mientras que la institución varió la sanción de 30 días que había sido impuesta al segundo teniente Domingo Peña Feliz, para que sea puesto en situación de retiro, por haber dado información falsa al coronel Julio César Pulinario, director Regional Sur, con asiento en Barahona.
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