Las
Relaciones Raciales en la República Dominicana.
Por Carlos Andújar Persinal.
(Ponencia
presentada en la Maestrea de Estudios de
las Antillas Mayores, San Juan Puerto Rico, agosto de 1965
De Historia y
Antropología de la UASD. Publicado en
Revista Investigación para el
Desarrollo. Órgano de Divulgación Científica y Cultural de la UASD. Núm. 4. Año
2. Julio 1996.
Como ha acontecido históricamente en todas las
naciones del mundo. Las relaciones
raciales en República Dominicana han
sido condicionadas por el devenir
histórico. Son, por tanto, producto de la manera en que los diferentes
grupos asentados en nuestro territorio se han relacionado entre ellos y de los
factores que han mediado esas relaciones.
Desde una
perspectiva etno-histórica, o más bien
inter-étnicas, en el momento en que se asientan los primeros grupos
aborígenes en la isla. La ferocidad de los ciguayos y los carebes en contra de
los demás grupos de tradición agrícola y cerámica, evidencia que la humanidad
no ha escapado nunca a esta lucha de los grupos humanos por imponerse
sobre otros. Al respecto, Frank Moya Pons (1980-: 8) cita
a los Cronistas.
“Nunca había ni
acaecían guerra o diferencias entre los grupos o diferencias entre los indios
de esta isla por una de estas tres
causas<, sobre los términos de jurisdicción, o sobre
las pesquerías, o cuando de las otras islas venían indios Caribe flecheros a saltear.
Sin embargo
desde 1492, la isla cambiará rápidamente su composición racial y los hechos de la cultura, comenzando
una nueva realidad con nuevos protagonistas. Siendo la empresa colonial de una
gran magnitud no sólo económica sino también religiosa y cultural, mercara de forma determinante las relaciones de los
grupos interactuartes.
De tanta violencia fue este encuentro que la población aborigen
estaba exterminada apenas 80 años después de la llegada de los españoles. Si
bien esta violencia no se proyecta
a través del tiempo, signa el carácter
de las primeras formas de
relación racial de este tipo en América.
El padre Las
Casas afirma en su Historia de las
Indias Occidentales, que para la llegada
de los españoles la isla contaba con una población de 3 millones de aborígenes. Calculo
de historiadores modernos la cifran en 400,000 pobladores, de los cuales
quedaban apenas 60,000 en 1508, según el primer censo realizado en la colonia
en ese año.
Nueve años más
tarde, en 1517, la población estaba compuesta por 11,000 personas (Moya Pons,
18-980), para terminar finalmente en 300 aborígenes radicados en Pueblo Viejo,
Azua, en 1580.
En esta
dramática realidad la que explica la naturaleza del encuentro del aborigen con
el español. Naturalmente, no todo el
descenso de la población aborigen se debió al maltrato y a la
situación creada por el proceso de dominación a que estos grupos se
vieron sometidos. Otras razones, como las epidemias y el masivo
suicidio reactivo ante el hecho consumado de la conquista, contribuyen también a diezmar.
Hacia
1516, una epidemia de viruelas mató alrededor de 3,000 aborígenes. Sin embargo, los factores determinantes en la
desaparición de la población original de
la isla están vinculados al proceso de colonización y opresión cultural, es
decir, a la manera en que los indios fueron sometidos al trabajo forzado y
negados en sus modos culturales de enfrentar lo cotidiano.
Sólo son relaciones
raciales y culturales marcadas por el etnocidio explican por qué los indios
desaparecieron de manera rápida.
La negación de sus formas
culturales fue una de las modalidades de
este sistema de dominación. Producto de
ello, quedaron muy pocos elementos culturales indígenas. También es posible,
pese al temprano mestizaje, identificar la herencia indígenas en el tipo racial
dominicano.
El
Encuentro de las tres culturas.
Como consecuencia de la disminución de la población aborigen y
de la reorientación de la económica colonial hacia la producción de azúcar,
los vecinos más importantes de la
colonia reclamaron a la Corona, vía los padre Jerónimos, que se les permitiera
la importancia masiva de mano de obra para ser dedicada a lo que en ese momento
se valoraba como el negocio más prometedor.
En 1517 los
padres Jerónimos intermediarán a favor
de estos vecinos, pidiendo
mediante carta que les fuera autorizado importar mano de obra esclava,
primero procedente de España y más luego de África, en sustitución de la mano de obra indígena.
Si bien es cierto que la isla comenzará muy temprano
a tener contacto con los negros africanos, estos venían como parte de séquito
de los funcionarios que enviaba la Corona en su nombre. Esto explica la razón
por la cual en la isla ya había negros desde el segundo viaje de Cristóbal
Colón, pero esto no estaban dedicados
ni a las minas ni a las plantaciones,
sino a la servidumbre. Fue más tarde que
estos negros se entejaron al trabajo en las minas, según explica Deive
(1889-: 19) “ … no pocos de los 2,500 emigrantes llegados a la isla con Ovando
en 1502 trajeron consigo esclavos negros para destinarlos al laboreo de las
minas”…
En esta etapa, la relación entre negros e indios y blancos no era estrecha. Es para 1522, cuando llegaron los primeros barcos
negreros con un número considerable de esclavos cuando comienza a cambiar
todo y
a producirse relaciones de tensión entre
los colonos blancos y los negros ladinos.
De las primeras
sublevaciones negras nos había Deive (1989),
haciendo referencia a la sublevación en el ingenio de Diego Colón el 25 de
diciembre de 1521, encabezada por unos
20 esclavos de la etnia wolof o jelofes y que confidencialmente eran bozales.
Este último dato es importante debido a que muchos vecinos estaban ya prejuiciados contra los negros ladino, considerados
bellacos, belicosos y personas de sentimientos, contrarios a los bozales,
presentados por el comentario de los
colonos como dóciles, trabajadores y
dedicados, por cuyas razón exigieron a
los negreros que trajeran los negros directamente de África .
Vale destacar
que eta situación se verifica en momentos
de crisis provocada sea por la
definición del proyecto colonial, sea por el descubrimiento de otros lugares de
mayor riqueza como México y Perú y
posteriormente Cartagena y Veracruz, lo cual reorientó la atención no sólo de
la colonia, sino de importante familia que emigraron a otros puntos en busca de
mejor suerte.
Esta razón de tipo económica prácticamente
despobló la isla, forzando a las autoridades coloniales a propiciar la
inmigración de grupos canarios; durante los siglos XVI y XVII, grupos de esta
procedencia poblarán varias ciudades, aunque por razones distintas; en algunos
casos, simplemente para evitar la
despoblación de éstas, en otro para estimular el desarrollo de la agricultura,
la ganadería, u otros oficios, amén de la defensa del territorio de la
expansión francesa.
Extrañamente, el
español de la isla también desdeñaba y en
muchos casos maltrataba a los inmigrantes canarios, lo que dio lugar a
un proceso de marginalidad y exclusión de estos grupos. Contribuyeron a crear esta situación los
intereses de los vecinos poderosos, dueños de grandes extensiones de tierra,
que más tarde constituirían la oligarquía
colonial. De acuerdo con (Deive 1991-20)
Las tierras que
con el ´pretexto de sembrar en ellas
trigo, plantar viñas y levantar ingenios azucareros y estancias, habían sido
largamente otorgadas a los vecinos
principales, permanecían baldías, en tanto los labradores dispuestos a
cultivarlas no podían hacerlo porque se
lo estorbaban aduciendo títulos de propiedad, por lo que la gente pobre y menuda recibían mucho
daño.
Si bien no
corresponde a esta ponencia adentrase en campos de análisis distintos al de las relaciones raciales, puede aventurarse la hipótesis de la
situación descrita podría encontrarse en
el origen del campesinado dominicano. De todo modo, ella explica, grosso modo,
los condicionamientos de las relaciones entre los grupos humanos, incluso
cuando éstos pertenecen a una misma raza.
Desde 1540 y
hasta principios de 1600, la pobreza alcanza una dimensión considerable,
obligando a los vecinos a emigrar a otros lugares. La situación social
resultante posibilitó la hegemonía de un
grupo, los negros, en la composición
racial de la época. En la década de 1530. Diego Caballero pedirá al rey
reiniciar la prohibición de las emigraciones, como forma de detener el
creciente abandono de la isla por parte de los colonos blancos.
Esta situación,
además del exterminio acelerado de la población aborigen, hará que hacia mediado del siglo XVI los negros sean el
principal grupo demográfico de la isla.
Deive (1991) señala, citando a Melchor de Castro que en 1546 la población
blanca de la isla no pasaba de 5,000 personas, mientras la negra ascendía a unas 12,000. Desde esos años y hasta
mediado del sigli XVIII, ésta será la
composición racial de la colonia. Ello
no impidió, empero, un cambio substancial en su condición social, al igual que
el indio, con el cual comprendió la sublevación contra el dominio español, el
negro fue explotado con la intensidad requerida por el modelo económico
colonial.
Vale anotar
que la desaparición de los
aborígenes en un tiempo relativamente cortó, imposibilito una interacción más
dinámica entre ambos grupos étnicos y que,
por tanto, no puede hablarse hoy
de una herencia negro-indígena.
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