Cómo es el capitalismo que empieza a surgir en Corea del Norte, el país más hermético del mundo
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¿Cómo podemos interpretar a Corea del Norte? Es el país más aislado del planeta, con un gobierno que alardea de tener armas nucleares. El corresponsal de la BBC Steve Evans está allí y dice que es un país que está cambiando. Este es su relato.
Lo que más impresiona cuando manejas hacia la capital, Pyongyang, es la oscuridad.
Hay una famosa fotografía de Corea del Norte tomada desde un satélite que muestra a la República Democrática Popular de Corea como una masa negra en contraste con el festival de luces de neón que es Corea del Sur.
Pero la oscuridad se hace real en la calle: cuando cae la noche, pasas por delante de un bloque de apartamentos tras otro en Pyongyang con apenas una luz parpadeando tras las ventanas.
Este sigue siendo un país con escaso suministro de electricidad.
Durante el día se ven pequeños paneles solares en algunos balcones, indicativo de cómo la gente normal y corriente puentea los recursos oficiales y toma literalmente el poder en sus manos.
Ese gesto de iniciativa privada se da en muchas otras facetas.
Después de la hambruna de los años 90, la economía empezó a cambiar.
La población hambrienta encontró la forma de cultivar sus propios alimentos y comerciar con ellos, los mercados privados ayudaron a aliviar un problema de vida y muerte.
Una vez inventados, estos mercados no han desaparecido.
Ahora son tácitamente reconocidos por las autoridades.
Además, algunas empresas se comportan como organizaciones capitalistas, ofreciendo a los directivos la posibilidad de tener beneficios: ellos reciben una porción privada y el estado recibe su porción pública.
"Trepando hacia el capitalismo"
Una suerte de capitalismo comienza a surgir en Corea del Norte.
Eso quiere decir que hay dinero, algo de dinero para algunas personas.
Al tiempo que internamente surge una nueva forma de hacer negocios, la porosa frontera con China en el norte permite que todo tipo de bienes entren en el país.
En las tiendas de Pyongyang, hay productos disponibles para aquellos que se los pueden permitir (advertencia crucial).
Se debe decir, sin embargo, que Corea del Norte sigue siendo mucho más pobre que muchos otros países, en particular Corea del Sur. Incluso en Pyongyang no hay fortunas que se puedan comparar a Seúl.
Aparte de la vista de Corea del Norte desde el espacio, hay otra imagen clásica: la de carreteras largas y vacías, completamente libres de tráfico más allá del peculiar carro con un buey.
Pero en la actualidad hay atascos de tráfico en Pyongyang, atascos en carreteras obstruidas por vehículos chinos, pero también BMW y Volkswagen.
Control político
Lo que no ha cambiado es el nivel de control político.
El próximo sábado hay un gran desfile por una celebración importante, el 70º aniversario del gobernante Partido de los Trabajadores.
Dignatarios y autobuses llenos de periodistas llegan para ser testigos de una exhibición de poderío militar y del poder sobre la propia ciudadanía del país.
Cada calle parece tener pandillas de trabajadores, a menudo en uniforme militar.
Las plazas de Pyongyang están llenas de jóvenes que ensayan el movimiento más coreografiado.
Se asignan escoltas para cada periodista y estos funcionarios gubernamentales supervisan la labor de los reporteros con rigor, descartando cualquier contacto con la gente común, diciéndoles a los camarógrafos que no graben.
A los visitantes que llegan al nuevo e impresionante aeropuerto de Pyongyang se les confiscan los libros sobre Corea del Norte.
El aeropuerto ilustra el dilema del régimen: se construyó para facilitar la llegada de millones de visitantes que dejan en el país dólares y euros pero las autoridades siguen siendo muy desconfiadas de los foráneos.
Los quieren a ellos y su dinero pero no sus ideas perturbadoras.
¿Cómo puede Corea del Norte aceptar a la gente de fuera al mismo tiempo que bloquea material que cree puede corromper a los ciudadanos con peligrosas ideas como democracia o cristianismo?
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