La fatídica cárcel del Factor de Nagua y el General José María Alcántara
Es la época histórica mas difícil que país alguno haya vivido. Los dominicanos/as que vivieron este período, y vivieron para contarlo se puede decir que tuvieron suerte o eran aliados del tirano. A pesar que ser su amigo no era garantía de preservación de la vida y sus bienes.
De alguna manera, todo el que por alguna razón lo enfrentó, fue perseguido, encarcelado, exiliado o asesinado por sus esbirros. La población del municipio de Nagua, en esé momento Julia Molina, no escapó a la furia del dictador.
En tal sentido, Ferreras (19809) sostiene que durante la dictadura de Trujillo se destacaron muchos generales por su crueldad. “José María Alcántara era un troglodita azuano, a quien Trujillo, en atención a sus “meritos” troglodíticos, llevó al generalato de una estrella.” p. 110
En Nagua, el general José María Alcántara puso en prácticas su acostumbrado método de resolver sus problemas.
En este sentido, Ferreras manifiesta que “ Otra demostración fehaciente de lo que fue José María Alcántara y su fobia criminal, son sus actuaciones en la enorme finca que tenia Trujillo para producir arroz en El Pozo y Madre Vieja, secciones del municipio de Nagua, en donde todavía hoy se contemplan, junto a la carretera, junto al pequeño poblado que hizo Trujillo cerca de Madre Vieja, las ruinas de la importante factoría, de concreto, en donde se beneficiaba el arroz cosechado en los pantanos cercanos, sin la menor protección contra la acción del agua, el lodo, los microbios o los mosquitos anopheles, transmisores de paludismo o fiebre amarilla o malaria, para los centenares de hombres sin delito o condenados a penas de simple policía, que allí tenían que ingresar a los arrozales a las seis de la mañana de cada día, para permanecer dentro del lodazal kilométrico hasta bien entrada la tarde o hasta el anochecer, con una mínima ración de alimento dentro del estomago.
Y cuando llegaban al barrancón que les servía de vivienda y dormitorio, se hallaban con que, en medio del lecho común que era el extenso piso de madera, había dos y tres de sus compañeros colgados por el pescuezo, por haber faltado al trabajo, sudorosos de fiebres, o porque estornudaron una o dos veces en la madrugada y su catarro o su paludismo podía contagiar a toda la manada de infelices que no tenían derecho ni a encender la llamada vela del alma a sus compañeros de infortunio asesinados.
Y cansados deseosos de tirarse a dormir en el acostumbrado suelo, tenían que ejecutar, los elegidos, las labores de cavado de la fosa en que se entraba a los ahorcados, musitando entre dientes o mentalmente cada cual sus oraciones, para no poner a peligrar el propio pescuezo, acusados tal vez del delito de solidaridad ante la muerte.
Al llegar trasladado a Nagua, el general de brigada José María Alcántara se sentó en su despacho de la entonces recién construida fortaleza Olegario Tenares, de aquella población, llamada para esa época Julia Molina.
Se informó de quienes eran los más consumados asesinos entre los guardas de puesto en ese cuartel y cuando los tuvo enfrente, les ordenó:
“Saquen cuatro presos de la cárcel, no importa si tienen o no delitos o si han sido condenados por los tribunales. Ahórquenles y esta noche, coloquen uno en cada una de las cuatro entradas del pueblo. Deben ser gente bien conocida por estos alrededores, para que hagamos un escarmiento en este pueblo, y no se vaya a ocurrir a alguien decir siquiera media palabra contra el régimen de gobierno del ilustre jefe”. Op. cit.
Esto es algo de lo que vivió el pueblo de Nagua y sus parajes, durante la dictadura trujillista. Son esto los actos de abuso de poder que durante este proceso, se desarrollaron en contra de la población solo para someterlo al miedo y la sumisión del tirano, obligando a muchas familias a abandonar el país.
Texto:Elida E. Espinal elgritocontenido.blogspot
Foto: No encontramos fotos del General Alcántara. La foto anex es ilustrativa de los militares del régimen
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