Hato y habitación (Segunda Parte)
El Hato
Por
Francisco Bernardo Regino y Espinal*
Profesor
de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), del Instituto
Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) y miembro colaborador de la Academia
Dominicana de la Historia
Fuente: BAGN-2006 No. 116-02, Conuco, Hato y
Habitaciones, 1764-1827)
¿Cómo
interpretaron o definieron lo que era un hato los que vivieron en Santo Domingo
español hasta el siglo XIX? La construcción de una definición a partir de las
observaciones que se hacen de las características de esa unidad de producción
resulta importante para entender la lógica de la mentalidad de los españoles de
la parte del este y de los franceses de la parte del oeste de la isla de Santo
Domingo, principalmente en los siglos XVIII y XIX.
En
la historia colonial de la isla Hispaniola aparece con una alta frecuencia el
nombre de hato para referirse a una unidad productiva que servía como base de
la economía insular y que era fuente importante para la producción de bienes
para consumo ofertados tanto en el mercado interno como para el mercado de
exportación. Las exportaciones permitían generar los ingresos para poder
consumir los bienes manufacturados importados desde las metrópolis europeas.
Los propietarios de los hatos eran conocidos con el nombre de hateros.
En
la colonia española de Santo Domingo, las haciendas denominadas hatos eran
propiedades dedicadas principalmente a la producción de ganado (con
preponderancia del vacuno) y productos agrícolas.
Los
antropólogos J. Geffroy y Margaret Vásquez Geffroy, nos resumen el origen del
hato en Santo Domingo:
“Brevemente,
el sistema del hato nació del tipo de uso y repartimiento de tierras promovido
por la Corona española como se refleja en las cédulas del siglo XVI relativas
al uso y tenencia de la tierra en las nuevas colonias y que en sentido general
estimulaba la colonización de las posesiones españolas en América
(Alburquerque, 1961:13). Los colonizadores solicitaron el uso de grandes
extensiones de tierra no poblada (“realenga”). Bajo esta concesión el uso
continuado de la tierra era lo que daba derecho al usuario. Las bases del
sistema de explotación desarrollado para estas grandes extensiones de tierra
fueron la formación de “hatos” o manadas de reses vacunas o de otro tipo y el
cultivo de subsistencia de ciertos productos agrícolas básicos que el
propietario del “hato” y su ayudante (esclavo o libre) mantenían diseminados en
su posesión (Del Monte y Tejada, 1890, vol. 3: caps. I y II; pp. 96, 97, 100 et Passim; Alburquerque, 1961:
12 ff.)”.23 (Geoffrey, John y
Margaret. “Influencia del sistema
del hato en la organización familiar del campesinado dominicano”. EME-EME, Vol. III, No. 18. Mayo-Junio 1975. pp.
107-108.)
Nótese
que el concepto de hato está asociado desde sus inicios en primer lugar por la
existencia de “«grandes extensiones de tierra no poblada” en las que se
desarrollaban las “manadas de reses vacunas o de otro tipo”, y en segundo lugar
por “el cultivo de subsistencia de ciertos productos agrícolas básicos” que
tanto “el propietario del hato y su ayudante (esclavo o libre) mantenían
diseminados en su posesión”.
El
conuco y el hato forman una pareja inseparable en la historia dominicana, hasta
el punto que en los documentos notariales de los siglos XVIII y XIX juegan un papel
de importancia en los inventarios y las cuentas de bienes que se realizaban con
fines de herencias. De la existencia del conuco y su importancia nos dan cuenta
John y Margaret Geffroy, cuando resaltan que:
“Los
primeros documentos históricos de Santo Domingo indican que donde había hatos
se desarrollaba una agricultura de subsistencia en pequeña escala mientras que
la crianza de animales era cualquier cosa menos en pequeña escala”
.
El historiador dominicano Fernando Pérez Memén, un estudioso del tema de la
esclavitud en Santo Domingo, nos refiere el hato dentro del contexto de las
relaciones de producción amo-esclavo, y tomando como referencia a otros
historiadores dominicanos (Roberto Cassá, Rubén Silié) apunta lo siguiente:
“La
estructura económica del país influyó mucho en la configuración de las
relaciones esclavistas que llevaron a la dulzura del trato. En efecto, la
naturaleza de los hatos (amplias extensiones de tierras), el trote del ganado
en busca de agua y comida, y las limitaciones de agotar las potencialidades
productivas llevó al amo a dar ciertas libertades al esclavo. Así después de
terminada sus tareas éste se dedicaba a labores agrícolasen terrenos del amo,
el cual también permitíaque aquel trabajase en haciendas vecinas a cambio de
una renta diaria. En las ciudades sus dueños les permitían realizar labores
para otros a cambio de un jornal. Pagadas sus rentas los esclavos ahorraban con
la finalidad de comprar su libertad, ahorro denominado peculio. Después de varios
años de trabajo lograban al fin obtener, por el referido medio, su libertad”
Las
tierras, el ganado y los conucos eran los elementos del hato, los cuales eran
trabajados por los esclavos y el amo cuando éste estaba presente.(Pérez Memén, Fernando. “La iglesia y
el negro esclavo”. Anuario Academia de Ciencias de la República Dominicana. No.
6, año 1982. p. 219.
La
habitación
Como
consecuencia de las llamadas devastaciones de 1605 y 1606 de las partes norte,
noroeste y oeste de la isla que fueron dirigidas por el gobernador Osorio, en la
parte noroeste se fueron formando unidades productivas dedicadas a obtener
frutos de la tierra, así como pieles y carnes del ganado que vagaba en los
montes con relativa abundancia. Estos asentamientos con carácter de
permanencia, eran llamados por los franceses habitaciones y sus propietarios
habitantes. De modo, que tanto el hato como la habitación tenían una finalidad común:
primero producir para el autoconsumo y el mercado interno, y en segundo lugar
producir excedentes para el comercio exterior y obtener los recursos para
adquirir las manufacturas importadas que se requerían en el mercado interno.
En
la colonia francesa de Saint-Domingue las haciendas denominadas habitaciones
fueron propiedades dedicadas principalmente a la producción agrícola, de manera
particular a la caña de azúcar, el aguardiente de caña llamado tafiá o guildiverie,
(26)
(Moreau de Saint-Méry, M. L. E. Descripción de la parte española de
Santo Domingo. p. 407. El traductor C. Armando Rodríguez señala la siguiente
nota: “La guildiviere es la industria para fabricar el tafiá, el clairen, el
ron, el aguardiante extraídos del jugo de la caña. Es lo mismo que decir
alambique. El tafiá es un alcohol producido por destilación de las melazas, las
heces del azúcar. El tafiá rectificado se convierte en ron. El clairen, es el
mismo alcohol de menor graduación. El arac, arak, arach, arack es el mismo
aguardiente”). café, cacao,
añil, algodón y bija. Desde el punto de vista económico, el modo de operación
de las habitaciones puede definirse como una explotación intensiva, donde el
uso de sus principales recursos (tierras y esclavos) estaba orientado hacia la
producción para la exportación, manejados con criterios capitalistas y
racionales, por lo que la rentabilidad de la explotación era el norte que
definía su funcionamiento.
Hatos como habitaciones
Puede
establecerse que el nombre que adquirían las haciendas dedicadas a la
producción entre los españoles era el de hato y entre los franceses el de
habitación. En las posesiones francesas del Caribe como Martinica y Guadalupe,
el nombre de las haciendas es también el de habitación. En las posesiones
españolas ocurre lo mismo con respecto al hato. En los documentos coloniales
relacionados con la isla de Santo Domingo, el nombre de habitación para
referirse a la hacienda o propiedad rural dedicada a la producción, aparece en
los períodos en que los franceses empiezan a establecerse en las posesiones
españolas. Los hatos y las habitaciones solían identificarse generalmente con
el nombre del propietario o del lugar donde estaba localizado como una manera
de individualizarlos.
En
los protocolos notariales de los archivos coloniales de Santo Domingo (por
ejemplo en el Archivo Real del Seibo) el nombre de habitación y habitantes para
referirse a la propiedad y a los propietarios, aparece en documentos que fueron
hechos a partir de la llamada Era de Francia (1795-1809) por causa del Tratado
de Basilea en 1795, pasando por el período de la ocupación haitiana (1822-1844)
hasta años después de la Independencia de la República Dominicana.
El hato según Daniel Lescallier en 1764
Los
viajeros que pasaron por Santo Domingo español en los siglos XVIII y XIX dejaron
descripciones interesantes sobre los hatos y la vida que llevaban los hateros, sus
relaciones con los esclavos y los ajuares que poseían. Daniel Lescallier, un
ingeniero francés que visitó la parte este de la colonia de Santo Domingo en 1764
nos da una descripción de los hatos:
“Los
habitantes de la ciudad de Santo Domingo no se dedican al comercio ni conocen
la agricultura. Sin embargo, todos tienen viviendas. La mayoría de sus tierras
está compuesta de hatos donde mantienen muchos bueyes, plátanos y algún cacao,
de los cuales cada particular apenas saca lo necesario para su propio consumo.
En cuanto a los bueyes, no rinden mucho en Santo Domingo. Se puede adquirir el
buey más hermoso por 4 piastras. Apenas los ricos comen pan. La mayor parte de
ellos se alimentan de cazabe, plátanos y carne. En los alrededores se
encuentran algunos ingenios languidecientes y de los cuales salen muy pocas
exportaciones”. ( Lescallier, Daniel. “Nociones sobre los
principales lugares de la colonia española por un ingeniero francés que la
visitó en 1764”. En Rodríguez Demorizi, Emilio. Viajeros de Francia en Santo
Domingo. 1ra. ed., XIV. Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Geografía, 1979.
p. 15.)
A
partir de las observaciones hechas por Lescallier en el año 1764, el hato queda
definido como las “tierras donde se mantienen muchos bueyes”, y se cultivan
productos agrícolas para el autoconsumo tales como “plátanos y algún cacao”. De
modo que el principal producto del hato es el ganado, principalmente vacuno y
como productos secundarios algunos productos agrícolas para la dieta diaria.
El
concepto de hato de Lescallier puede extenderse a toda la parte este de la isla
de Santo Domingo, ya que este viajero francés recorrió gran parte del
territorio reconociéndolo con detalles de lugares y distancias, según sus informes.
En su reporte Itinerario desde Santo Domingo a Cap-Français y desde esta ciudad
hasta el límite de San Rafael pasando por Azua y San Juan, 75 ½ leguas
(1764),28 narra día por día como en diez jornadas realizó en el año 1764, el
viaje desde Santo Domingo en la parte este hasta la ciudad de Cabo Francés,
cruzando ríos, arroyos, montañas, sabanas, pernoctando en hatos, y contemplando
la naturaleza y las propiedadesde los hateros.Lescallier da cuenta de otro
viaje en su reporte titulado Itinerario desde el río Masacre a Santo Domingo
por Santiago La Vega y Cotuí, 64 ½ leguas (1764),29 en el cualdetalla el camino
seguido durante siete jornadas, recorriendoentre 7 y 8 leguas por jornada
(entre 28 y 32kilómetros diarios) para un total de 64 ½ leguas en lassiete
jornadas (unos 258 kilómetros en una semana).
Entre
otros hatos, pasa por el hato de don Luis de Tende,por la Sabana de Jácuba (p.
61), hato de Rancheadero,“a una legua del río Guayubín” (p. 63), Hato Mayoren
Santiago (p. 66), Hato de Cevicos (p. 69), Hato Sabanade Don Juan (p. 70); Hato
de San Pedro, Hato de laGuita y Hato de la Luisa (p. 71).
Al
señalar Lescallier que “no se dedican al comercio niconocen la agricultura”
queda claro que no se explotabala tierra en la parte del Santo Domingo español
queobservaba, de la misma manera que los franceses lohacían en la parte oeste,
es decir, no existía una agriculturaorganizada, orientada hacia los mercados
deexportación como la tenía Saint-Domingue.
La
producciónagrícola del hato estaba limitada a algunos productos,tales como
“plátanos y algún cacao, de los cualescada particular apenas saca lo necesario
para supropio consumo”. La confirmación de la producción haterase manifiesta
con el detalle de los principales productosque servían para la alimentación de
la mayorparte de la población: “cazabe, plátanos y carne”. Deestos productos de
la dieta diaria, sólo el cazabe requeríade un proceso de producción que
resultaba bastanteartesanal y que era una herencia de los indígenas quepoblaron
la isla cuando los españoles la descubrieron.
La
observación sobre los habitantes de la ciudad quem“no se dedican al comercio”
significa en este contextoque al no tener excedentes importantes en la producción
de los hatos, el volumen del intercambio en elmercado era poco significativo.
El escaso o casi nulointercambio con el exterior queda manifiesto cuando
Lescallier
observa que “en los alrededores se encuentranalgunos ingenios languidecientes y
de los cualessalen muy pocas exportaciones”, lo que confirma el aislamientode
la parte este de Santo Domingo con losmercados internacionales.“Se ven también
varias plantaciones de cacao bastantehermosas y recientemente establecidas
poralgunos fugitivos franceses. El terreno de toda lallanura de Santo Domingo
es, por lo general, bueno,pero le hacen falta hombres e industrias. Todavíatodo
es aquí bosque o sabana hasta el piede las murallas de la ciudad, sin un jardín
ni lamenor legumbre. No hay ni siquiera un mercadoen esta ciudad, la capital
más antigua de América.
Las
pocas cañas que se ven en las viviendasson muy lozanas y llenas de jugo. El
cacao estambién muy bello y de la mejor calidad, dándosetodo casi sin cultivo,
prueba cierta de la granfertilidad del terreno”.30Lescallier señala como las
“plantaciones de cacao” queobserva son “bastante hermosas y recientemente
establecidaspor algunos fugitivos franceses”. Este detallesirve para
diferenciar la laboriosidad, dedicación e ingeniode los franceses con respecto
a los españoles, locual es común entre los viajeros y cronistas franceses(v.
gr. Lemonnier-Delafosse, Moreau de Saint-Méry),quienes destacan la dejadez,
vagancia e indiferenciade los residentes en el lado este de la isla de
SantoDomingo versus la capacidad de trabajo e iniciativa delos colonos
franceses.
Las
notas de Lescallier revelan a un hombre con unavisión de negocios clara para
cualquier época, al ponerde manifiesto en su análisis los recursos
existentes:del terreno dice que es bueno y de gran fertilidad; delpotencial de
explotación dice que “todo es aquí bosqueo sabana hasta el pie de las murallas
de la ciudad, sinun jardín ni la menor legumbre”, indicando que no hasido cultivado
y que aún son vírgenes, desaprovechándoseel recurso tierra donde no se cultiva
“un jardín nila menor legumbre”. Sólo trabajo y voluntad faltaba enla visión de
Daniel Lescallier para hacer prosperar laparte este de la isla de Santo
Domingo, porque la naturalezaaportaba generosamente su parte, en una
tierradonde “las pocas cañas que se ven en las viviendas sonmuy lozanas y
llenas de jugo” y donde “el cacao estambién muy bello y de la mejor calidad,
dándose todocasi sin cultivo, prueba cierta de la gran fertilidad delterreno”.
La diferencia entre la miseria de la parteeste y la prosperidad de la parte
oeste estaba dada porel hombre y sus ambiciones, por su iniciativa y
capacidadpara explotar la tierra y a los esclavos que la trabajaban,por el
deseo de generar las ganancias y aumentarel capital.
La
falta de dinámica del comercio la deja clara cuando señala que “no hay ni
siquiera un mercado en esta ciudad, la capital más antigua de América”, como
quien le enrostra la vergüenza de no haber sabido mantener con el trabajo, la
producción y el comercio la primacía como ciudad del Nuevo Mundo.
Conclusiones
sobre el hato, 1764-1827
Entre
la descripción del hato hecha por Daniel Lescallier en 1764, la de Moreau de
Saint-Méry en 1796 y la que observamos en 1827 en el hato Los Palitos, se
mantienen los elementos básicos que componen el hato en la parte este de la
isla de Santo Domingo. Entre el reporte de Lescallier (1764) y el de Moreau de
Saint- Méry (1796) transcurren 32 años, y entre éste último yel contrato de trabajo
del hato Los Palitos (1827) 31 años, de modo que el concepto básico del hato no
varió en un lapso de 63 años, habiendo pasado por los tres últimos períodos
coloniales (primer periodo español 1492-1795, Era de Francia 1795-1809, España
Boba 1809-1821), el primer período republicano de la Independencia Efímera
(1821-1822) y la ocupación haitiana (1822-1844).
En
el período francés y en el de la ocupación haitiana, los hatos pasaron a
llamarse en algunos documentos habitaciones en la parte este de la isla, pero
sin las características propias de las habitaciones de la parte oeste: fue un
simple cambio de nombre, pues aunque se hicieron esfuerzos notables por parte
de las autoridades haitianas que gobernaban Santo Domingo español, los
veintidós años de ocupación haitiana no fueron suficientes para cambiar las
costumbres, hábitos, prácticas y relaciones en la estructura social y económica
de la sociedad dominicana.
El
conuco dominicano mantuvo su identidad como institución agrícola orientada
primariamente al autoconsumo, y de modo secundario a producir excedentes para con
su venta en el mercado local obtener ingresos que permitían demandar otros
bienes de consumo tanto locales como de importación. Para los siglos XVIII y
XIX las unidades de producción más importantes para la parte del este de la
isla de Haití ó Santo Domingo fue el hato para la producción de ganado y como
su apéndice el conuco, mientras que en la parte del oeste lo fue la plantación
orientada a la exportación denominada habitación teniendo el lacou como su
complemento
Documento
El
“hato Los Palitos”: contrata de cultivadores bajo el Código Rural de Haití,
1829.92 AGN-ARS-25-180-f.20r a 21r, 1827
Contrata
ex esclavos Hato Los Palitos, en Quiabón de El Seybo
Protocolo
Notario Domingo Pérez 1827 Transcripción por Bernardo Regino “/f.20r/ En el
paraje de QUIABÓN territorio y jurisdicción de la común del Seybo, el día tres
del mes de abril de mil ochocientos veinte y siete, año veinte y siete y cuatro
de la independencia, ante mi el infrascrito Notario publico de esta dicha común
del resorte del Tribunal Civil de Santo Domingo, residente y domiciliado en
ella y testigos que se nominaran, comparecieron los ciudadanos
FRANCISCO
TRAVIESO del Comercio de Santo Domingo, y propietario del HATO nombrado LOS
PALITOS, situado en la común de Higüey, vecino domiciliado en aquella ciudad, y
JULIAN, MEREGILDO, VICTORINO Y ROSA TRAVIESO mujer de este último con sus tres
hijos nombrados FRANCISCO, JUANA Y MARIA TRAVIESO, antes cultivadores en la
HABITACIÓN de la CANDELARIA perteneciente al ante dicho FRANCISCO TRAVIESO en
dicho QUIABÓN, a quienes doy fe conocer y dijeron: Que entre ellos han
celebrado una contrata con arreglo a la Ley Número Tercero del CODIGO 92
Archivo General de la Nación (AGN). Fondo Archivo Real del Seibo (ARS), Caja
(Legajo) No. 25, Expediente No. 180, folios 20r al 21r:
Protocolo
Notario Domingo Pérez, año 1827. Acto de fecha 3 abril 1827, Contrata de
Cultivadores entre Francisco Travieso, propietario del hato nombrado Los
Palitos, situado en la Común de Higüey, y los cultivadores Julián, Meregildo,
Victorino y Rosa Travieso, mujer de este último, con sus tres hijos nombrados
Francisco, y María Travieso.
RURAL
DE HAYTI, para trabajar los últimos en el hato del primero durante el tiempo de
NUEVE AÑOS según lo dispuesto por el Capítulo Segundo de la Ley Numero
Cuatro
del dicho Código en su HATO DE LOS PALITOS, y queriendo asegurarla en los
términos que correspondan a la Ley para que por ninguno de los comparecientes haya
retrato (sic) ni discusión, han convenido escriturarla expresando las
condiciones que la formalicen en el modo siguiente;
PRIMERAMENTE
que el ciudadano FRANCISCO TRAVIESO se obliga a dar a los dichos durante el
tiempo de los NUEVE AÑOS la (esquifa)cien según la costumbre del país, UNA MUDA
DE ROPA A CADA UNO UNA VEZ AL AÑO y la CUARTA PARTE DE TODOS LOS VÍVERES que ellos
siembren de cualesquiera especie que sean, y el total de los que a(nual)mente
siembre, y cultiven en sus conucos, que fabriquen (…roto) se le señalan pro el
Código
Rural, y HORAS DE REPOSO, CURACIÓN DE EN) FERMEDADES COMO BUEN PADRE DE
FAMILIA, y que siempre que por (…)fundado o ventaja que se le proporcione al
propietario le permite disponer /fol. 20v/ dicho hato trasladarlos a otro
establecimiento lo pueda hacer ante la indemnización de la parte de víveres que
a cada uno le corresponde.
SEGUNDO:
Que los DICHOS CONTRATANTES SEAN OBLIGADOS A RESIDIR en el HATO DE LOS PALITOS
perteneciente al compareciente durante los NUEVE AÑOS, SIENDO OBLIGADOS A
MANTENER LAS PALIZADAS DEL CRIADO Y CONUCO EN BUEN ESTADO reedificándolas, y
reforzándolas cada vez y cuando sea necesario a la disposición y dirección
(del) MAESTRO HATERO a quien responderán y obedecerán en todo lo que le
ordenare concerniente a la conservación del hato, construcción y CULTIVO DE LOS
CONUCOS que allí existieren (y) que en adelante fabricaren, como también el
cuido de los animales que se hallen dentro de la cerca del dicho hato, cumpliendo
y obrando todo cuanto esta dispuesto por el CODIGO RURAL concerniente al
establecimiento y administración de los hatos que a ellos toque.
TERCERO: que el propietario del hato se obliga
a darles las bestias que necesiten para conducir los víveres que les toque de
la partición, al pueblo donde PUEDAN VENDERLOS LOS DIAS DE FIESTA que están
señalados o en otros según lo exija la calidad de los que cosecharen, y últimamente que CUMPLIDOS LOS NUEVE AÑOS,
que se contaran desde el día de la fecha, si les convinieren a los contratantes
refrendaran la dicha contrata o harán la que les convenga: En cuya consecuencia
para que en todo tiempo se les pueda apremiar a citar y pasar, cumplir y
ej(ecutar), otorgan la presente en la cual dan por insertas todas las
cláusulas, requisitos, solemnidades y circunstancias que se requieran para validación
y firmeza con obligación de sus bienes habidos, y por haber en cumplimiento a
lo estipulado, los compelen y apremien por todo (...) de derecho como si fuera
por sentencia pronunciada por tribunal com /fol. 21r/ petente por ellos
consentida, no apelada y pasada en autoridad de cosa juzgada con renunciación de
cualesquiera Leyes que convengan y de derecho se requieran y Declaran que su
residencia y domicilio es el que queda expresado y las respectivas de su morada
que es fecha en el paraje de QUIABÓN el mismo día mes y año arriba citado y
habiéndosele leído a las partes, Declararon su conformidad firmando el primero
de los comparecientes con dos testigos que lo fueron presentes y vecinos los
ciudadanos PEDRO GOTRAU, CAPITAN AYUDANTE MAYOR DE LA PLAZA, y JUAN BATISTA
PUERLIE, no habiendo firmado los demás comparecientes porque dijeron no saberlo
hacer, de todo lo cual yo el presente Notario doy fe. P. GAUTREAU (nombre,
rúbrica). BTE. POURLIER (nombre, rúbrica). FCO. TRAVIESO (nombre, rúbrica).
Ante mí. DOMINGO PEREZ, Notario Público. (Nombre, rúbrica). Registrado por nos
Registrado)r par(titula)r de la Común Del Seybo, hoy día 9 de Abril de 1827. F.
24 al
Folio
13, No. 99, y percibo) por derecho fijo setenta y cinco céntimo)s. Martínez
(nombre, rúbrica)”.
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Francisco Travieso, propietario del hato nombrado Los Palitos, situado en la
Común de Higüey, y los cultivadores Julián, Meregildo, Victorino y Rosa
Travieso, mujer de este último, con sus tres hijos nombrados Francisco, Juana y
María Travieso.
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