Velázquez, el genio que se enamoró de Madrid y tenía un esclavo morisco
Día 07/08/2015 - 00.20h
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Tal día como hoy, de 1660, muere en en la capital el gran Diego Velázquez. Así fue su vínculo con la Villa
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nació
en 1599 en Sevilla. Fue precisamente esta ciudad la que le vio dar sus
primeras pinceladas, pero su carrera artística quedaría permanentemente ligada a la Villa de Madrid, lugar donde falleció en 1660.
Su primer viaje a la capital fue en
1622. El idilio comenzó por fortuna. Un año antes había fallecido el
monarca y Felipe IV se codeaba con Gaspaz de Guzmán, conocido después
como Conde-Duque de Olivares, un noble de familia sevillana que logró
que la corte se llenara de andaluces. El joven Diego Velázquez se
había casado cuatro años antes con Juana, hija de su maestro, que
moviendo hilos logró que el joven andaluz aterrizase en la capital. Allí
intentó retratar al rey, pero finalmente solo logró pintar a una figura
de la época, nada más y nada menos que Luis de Góngora, capellán del
rey.
Tras su visita a Madrid, Velázquez
quedó impresionado con la calidad artística de la capital y se dio
cuenta de que Sevilla se le empezaba a quedar pequeño. Tras algunos
enchufes y mucha insistencia logró retratar al rey, una pintura que a
día de hoy no se conserva. El monarca supo ver que el joven sevillano
tenía un don y un año después Velázquez se traladó a Madrid.
Allí prosperó rápido, algo que le
granjeó algunos enemigos. En 1628 se convirtó en pintor de cámara cuya
tarea principal era retratar a la familia real. Viajó a Italia en un par
de ocasiones, maduró como artista e hizo de la capital su hogar. Allí
se relacionó con pintores con Rubens, conoció y retrató a aristócratas y nobles y realizó obras esenciales de la pintura española. Además participó en la decoración del Palacio del Buen Retiro.
Su último encargo fueron cuatro
pinturas en el Salón de los Espejos del Real Alcázar de Madrid, en 1659.
Sus últimos años al servicio del rey los pasó como Aposentador Real,
algo que le quitaba mucho tiempo para pintar. A la vuelta de un viaje de
trabajo cayó enfermo de viruela. El 6 de agosto de 1660 murió en la capital. Fue enterrado en la Iglesia de San Juan Bautista vestido como caballero de la Orden de Santiago.
Tiempo después la iglesia desapareció
y con él sus restos. En la plaza de Ramales, donde se ubicaba la
iglesia, hay un monolito en honor al pintor y su idilio con la ciudad.
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