Un
dia como hoy, en 1954 o sea hace 61 años, Trujillo y el Papa Pio XII se
reunen en el Vaticano y posteriormente, se firma el Concordato
El Concordato entre la Santa Sede y la República Dominicana fue firmado en Ciudad del Vaticano el 16 de junio de 1954, firmando monseñor Domenico Tardini, Pro-Secretario de Estado para los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios y el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina, respectivamente.
Había sido aprobado, por parte de la República Dominicana, por resolución número 3874 del Congreso Nacional, y ratificado el 6 de agosto del citado año de 1954.
El dictador dominicano también se reunió ese año con el dictador español generalísimo Francisco Franco Bahamonde, y en el Vaticano con el Papa de entonces, Pío XII, antes cardenal Eugene Pacelli, a quien el historiador John Cronwell llama “el Papa de Hitler”.
En esa visita y firma concordatiana el dictador Trujillo estuvo acompañado por el Canciller Joaquín Balaguer, el talentoso político y general enganchado Anselmo Paulino Álvarez, los diplomáticos Nicolás Vega Batlle y Atilano Vicini, su hermano general Pedro Trujillo Molina y los oficiales Arturo Espaillat y Fernando A. Sánchez hijo (Tunti), que llegarían a generales, el primero jefe de los servicios de Inteligencia y el segundo jefe de estado mayor de la Aviación Militar Dominicana (AMD).
El plenipotenciario Trujillo Molina tuvo siempre excelentes relaciones con el alto clero de la Iglesia Católica, salvo excepciones como la del valiente y brillante monseñor Rafael Castellanos; y al final del régimen se produjo el rompimiento por órdenes del Vaticano y ante el incremento de las monstruosidades de la tiranía.
Mientras con el Papa Pío XII firmó el Cocordato, la dura oposición vaticana la bajó en línea, en el período 1960-1961, el Papa Juan XXIII, diametralmente opuesto al citado Papa Paceli.
Han transcurrido 61 años desde la firma del Concordato, y de nuevo está sobre el tapete la discusión de si debe se eliminado, corregido o promulgado una ley que lo sustituya, y sea más amplia, más laica y más acorde con los tiempos: de mediados del siglo 20 a principio del siglo 21, como lo es el Concordato.
Como poseo copia del Concordato, y lo he estudiado, miren a ver qué les parece, amables lectores, el Artículo I: “La Religión Católica, Apostólica y Romana sigue siendo la de la Nación Dominicana y gozará de los derechos y de las prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico”.
Aparte de lo excluyente, elitista y privilegiante que es, menciona la Ley Divina y el Derecho Canónico, ignorando el contrapeso de la Constitución dominicana, el Derecho Nacional, las leyes adjetivas del país, etc.
Y lean el artículo III: El Estado Dominicano reconoce a la Iglesia Católica el carácter de sociedad perfecta…” Eso no es posible en esta época, ni siquiera a favor de mi Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Nada ni nadie es perfecto, porque hasta Dios se equivocó.
En cuanto a las diferentes disposiciones relativas a la condición matrimonio-divorcio, los artículos no pueden se más represivos, obsoletos, absurdos y ya impracticables hasta por los propios católicos.
Y hasta limita la parte religiosa de las Fuerzas Armadas a la exclusividad de la Iglesia Católica, algo tan retrógrado que ya ni se cumple, sin que la propia iglesia proteste.
Y obliga a que en las escuelas públicas sólo se imparta la doctrina católica, marginando todas las demás religiones; la misma calidad laica y hasta al derecho al ateísmo.
El Concordato entre la Santa Sede y la República Dominicana fue firmado en Ciudad del Vaticano el 16 de junio de 1954, firmando monseñor Domenico Tardini, Pro-Secretario de Estado para los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios y el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina, respectivamente.
Había sido aprobado, por parte de la República Dominicana, por resolución número 3874 del Congreso Nacional, y ratificado el 6 de agosto del citado año de 1954.
El dictador dominicano también se reunió ese año con el dictador español generalísimo Francisco Franco Bahamonde, y en el Vaticano con el Papa de entonces, Pío XII, antes cardenal Eugene Pacelli, a quien el historiador John Cronwell llama “el Papa de Hitler”.
En esa visita y firma concordatiana el dictador Trujillo estuvo acompañado por el Canciller Joaquín Balaguer, el talentoso político y general enganchado Anselmo Paulino Álvarez, los diplomáticos Nicolás Vega Batlle y Atilano Vicini, su hermano general Pedro Trujillo Molina y los oficiales Arturo Espaillat y Fernando A. Sánchez hijo (Tunti), que llegarían a generales, el primero jefe de los servicios de Inteligencia y el segundo jefe de estado mayor de la Aviación Militar Dominicana (AMD).
El plenipotenciario Trujillo Molina tuvo siempre excelentes relaciones con el alto clero de la Iglesia Católica, salvo excepciones como la del valiente y brillante monseñor Rafael Castellanos; y al final del régimen se produjo el rompimiento por órdenes del Vaticano y ante el incremento de las monstruosidades de la tiranía.
Mientras con el Papa Pío XII firmó el Cocordato, la dura oposición vaticana la bajó en línea, en el período 1960-1961, el Papa Juan XXIII, diametralmente opuesto al citado Papa Paceli.
Han transcurrido 61 años desde la firma del Concordato, y de nuevo está sobre el tapete la discusión de si debe se eliminado, corregido o promulgado una ley que lo sustituya, y sea más amplia, más laica y más acorde con los tiempos: de mediados del siglo 20 a principio del siglo 21, como lo es el Concordato.
Como poseo copia del Concordato, y lo he estudiado, miren a ver qué les parece, amables lectores, el Artículo I: “La Religión Católica, Apostólica y Romana sigue siendo la de la Nación Dominicana y gozará de los derechos y de las prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico”.
Aparte de lo excluyente, elitista y privilegiante que es, menciona la Ley Divina y el Derecho Canónico, ignorando el contrapeso de la Constitución dominicana, el Derecho Nacional, las leyes adjetivas del país, etc.
Y lean el artículo III: El Estado Dominicano reconoce a la Iglesia Católica el carácter de sociedad perfecta…” Eso no es posible en esta época, ni siquiera a favor de mi Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Nada ni nadie es perfecto, porque hasta Dios se equivocó.
En cuanto a las diferentes disposiciones relativas a la condición matrimonio-divorcio, los artículos no pueden se más represivos, obsoletos, absurdos y ya impracticables hasta por los propios católicos.
Y hasta limita la parte religiosa de las Fuerzas Armadas a la exclusividad de la Iglesia Católica, algo tan retrógrado que ya ni se cumple, sin que la propia iglesia proteste.
Y obliga a que en las escuelas públicas sólo se imparta la doctrina católica, marginando todas las demás religiones; la misma calidad laica y hasta al derecho al ateísmo.
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