A propósito de una entrevista con “proposito”
Y.A. : “Nosotros fuimos la única dependencia de San Isidro que se pronunció en favor de la Constitución y el retorno de Juan Bosch”.
J.C.: Obviando Yege Arismendy que en la F.A.D., entre otros se pronunciaron y respaldaron con sus acciones la causa constitucionalista oficiales activos como Ricardo Bodden, George Percival Peña, Tejada González, Maño Vélez, Durán Oviedo, Joga Henríquez, quienes merecen también ser destacados.
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J.C.: “Falso, nunca le instruí de que se dirigieran y acamparan en las inmediaciones del Ingenio San Luis hacia el oeste, esto no tenía sentido, ya que las instrucciones que yo le había impartido y habíamos acordado consistían en que el objetivo era tratar de integrar la Región Este al movimiento, comenzando con San Pedro de Macorís.
Y.A.: “Contín tuvo contacto con el mayor de la fortaleza, Miguel Angel Corominas, quien dio instrucciones a Villanueva y me pidió: “Cuídese esos muchachos”.
J.C.: Aconteció un hecho que favoreció y facilitó un acercamiento, tan necesario en esos momentos. Resultó que el capitán Villalona E.N. (no Villanueva, como dice Yege Arismendy) de esa companía retenía los cheques de los soldados y no los entregaba por las deudas que tenían con el comisariato. Ante la incierta situación que estábamos viviendo, le ordené entregarlos. Así lo hizo. A partir de ese momento se generó un clima de gratitud que me permitió establecer allí mi puesto de mando con más tranquilidad y relativa confianza.
Y.A.: Mientras el pueblo se les unía, cadetes a Hato Mayor, El Seibo, La Romana, para que se incorporaran. Ninguno aceptó, lo que hicieron fue intentar atrapar a los emisarios. “Ya el día 26 no volví a ver al mayor Contín”.
J.C.: Todos sabían donde me encontraba ubicado, ocupando el lugar que como oficial superior me correspondía. Desde el 25 al 27 de abril me mantuve en el recinto de la fortaleza controlando esa guarnición para evitar que tomaran una reacción adversa, lo cual logré. Sin embargo, Yege Arismendy nunca se apersonó al recinto, estando consciente del alto riesgo que esto significaba.
TARDE DEL DIA 27 DE ABRIL DEL 1965
Y.A.: “Recibo un emisario del mayor Contín que no sé dónde estaba, avisando que unos amigos habían encontrado un lugar por el río Soco para que nos escondiéramos. Reaccioné molesto, indignado, respondiendo que nosotros no nos estábamos escondiendo”.
J.C.: El día 27 en la mañana el mismo Yege me remite dos oficiales procedentes de San Isidro: el mayor Juliao y el mayor Marte Rodríguez, a quienes mantuvimos bajo observación en razón de desconocer sus propósitos. De tal modo, que era obvio que conocía mi ubicación. El mensaje que le remití a Yege Arismendy a través del emisario fue de que en vista de que la guarnición de San Pedro de Macorís había cambiado de actitud, y no podía confiar en ellos, debiamos debiamos implementar una nueva estrategia y replegarnos hacia el área del río Soco con el propósito de organizarnos defensivamente, como era lógico y no abandonar la idea de integrar el Este. Dónde y cómo podrían esconderse 145 hombres? pregunto yo a Yege Arismendy.
Al regresar el emisario me informó que personalmente conversó con Yege Arismendy y su respuesta fue que el me esperaría en Sabana de la Mar, y que iba rumbo a Santo Domingo. Por mi rango y posición no podía sumarme a esta retirada.
Y.A. : El Comandante se fue a la Nunciatura Apostólica en busca de protección, pero el mitrado no estaba. Uno de los camiones cometió el error de desviarse de la ruta e ir donde estaban los oficiales del Cuerpo de Ayudantes a preguntar por Lachapelle, Núnez Nogueras, y ahí se encontraba Montás Guerrero con efectivos del Batallón de Montañas de San Cristóbal”. Los cercaron y se colocaron en posición de combate. “Pudimos haber repelido pero la mayoría estaba en los camiones y se produciría una mortandad”. Depusieron las armas.
J.C.: En esta narración queda abierta la interrogante de quién fue el comandante que se presentó en la Nunciatura Apostólica, y que culminó con el apresamiento del grupo.
La Academia Militar de las Fuerzas Armadas. “Batalla de las Carreras” tiene como misión la formación de oficiales cultos, educados, patriotas con vocación de servicio en favor de los intereses de la República Dominicana.
La acción que La Academia asumió institucionalmente durante el movimiento constitucionalista debe ser juzgada en un contexto ético-moral y deja un legado de honor en la historia de la institución y un digno ejemplo para los que allí reciben formación militar. El servicio y las acciones de la misma, son pos de la patria, nunca en beneficio de la imagen particular o personal de sus integrantes
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