“Veganos y valdivianos es un homenaje a Bosch
Por LUIS MARTIN GÓMEZ 2:00 am
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Llegaba a la capital chilena tras un largo periplo que comenzó en Cuba, donde estuvo preso por sospecha de haber participado en el asalto al cuartel Moncada, encabezado por el aún imberbe Fidel Castro; siguió a Costa Rica, de donde debió partir por presiones del tirano nicaragüense Anastasio Somoza, quien lo acusó de organizar un atentado contra su vida; continuó en Bolivia y concluyó en el “largo pétalo de mar y vino y nieve” (2).
El periodista chileno Luis Alberto Mansilla afirma que Bosch viajó a Chile buscando paz para escribir sus libros, opinión que parece confirmarse con el hecho de que estando allí publicó tres de sus obras: “La muchacha de la Guaira y otros cuentos”; “Cuba, la isla fascinante”; y “Judas Iscariote, el calumniado”; y trabajó en otras dos que se publicarían posteriormente fuera de Chile: “Póker de espanto en el Caribe”; y “David, biografía de un rey”. Pero, político medular como era, y en su condición de fundador y dirigente del Partido Revolucionario Dominicano, Bosch aprovechó su estadía en Chile para hacer contactos políticos, según relatara él mismo tiempo después, evitando, debido al acoso al que estaba sometido por organismos de seguridad de varios países, ser fotografiado o relacionarse con personas ajenas a su círculo(3), anonimato que no consiguió por el inusitado éxito literario obtenido (4).
Para sobrevivir, Bosch instaló un taller de baterías en Santiago de Chile, que luego vendió para viajar a Valdivia, más de 800 kilómetros al sur de la capital. Él mismo lo cuenta: “Vendí el taller (…) y me fui con León a la Bahía de Corral, en cuya orilla norte había un lugarejo llamado Molinos de Niebla (5). Allí, en una casa humilde habitada por una familia indígena, íbamos a pasar un mes, tiempo que yo ocuparía escribiendo “David, biografía de un rey”…” (6).
De niño escuché sobre Bosch. Muchas décadas después, el valdiviano Rubén González, narrador, profesor universitario y gestor cultural escuchó decir que Juan Bosch estuvo en Valdivia, dato sobre el cual mantuvo un relativo interés hasta que el Comité Chileno para la Celebración del Centenario de Bosch empezó a difundir la vida y obra del insigne dominicano que vivió unas semanas en aquel lugar.
Rubén González. Antes de esa acción, Bosch apenas se mencionaba en Valdivia, pero ahora, gracias al trabajo del Comité, la situación es diferente. Se ha nombrado la escuela de Niebla con su nombre, se ha creado la cátedra Juan Bosch, se convoca anualmente a un concurso de cuentos en su honor. En ese contexto, surgió la idea de la antología”.
“La narrativa chilena regresa recurrentemente al tema de la dictadura, pero desde el punto de vista de las víctimas, no de los combatientes, enfoque que no se considera políticamente correcto”.
Citas: “Veganos y Valdivianos” (7). La antología, compilada por Rubén González reúne un total de 19 cuentos de cuatro narradores de La Vega, República Dominicana, y otros cuatro narradores de Valdivia, Chile. Los veganos son Ángela Hernández, Julio Adames, Pastor de Moya y Pedro Antonio Valdez; y los valdivianos, Pedro Guillermo Jara, Manuel Montolío, Daniel Carrillo y el mismo Rubén González.
RG: El propósito de este trabajo es que, teniendo como referente la figura de Bosch, recuperemos su presencia como puente desde uno de los terrenos más conocidos: la literatura, con la producción narrativa de La Vega, donde él nació, y Valdivia, donde vivió y escribió.
El libro, auspiciado por la Corporación Cultural Municipal Valdivia y la Fundación Juan Bosch, fue puesto a circular en octubre de 2014 en la Feria del Libro de Valdivia, y en abril de 2015, en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo.
RG: Nos ha encantado el resultado, porque, sin planearlo, los autores representan distintas generaciones, estilos y temáticas. Espero sinceramente que “Veganos y valdivianos” contribuya a generar una relación productiva entre República Dominicana y Chile.
El deseo de González está representado gráficamente en la portada del libro, en el que una palma caribeña se entrelaza con un coigüe suramericano. Leyendo estos cuentos quizás experimentemos la sensación de empezar a caminar por el bosque valdiviano y salir por Las Neblinas de Constanza, o viceversa.
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