http://www.mgar.net/var/maquiave.htmNicolás Maquiavelo (1469-1527):
Nacido y muerto en Florencia de familia más noble que acaudalada. Poco se sabe de la primera época de su vida. Recibió una sólida educación humanística, basada en el estudio de los clásicos latinos e italianos. En 1498 ocupa sus primeros encargos en la Señoría florentina, al servicio de la República: secretario de la Segunda Cancillería y, después, en le consejo de los Diez de Balía. En 1499 Es encargado de diversas misiones diplomáticas en Piombino, Forlí e Imola. Se encarga de la dirección de la guerra contra Pisa y redacta un discurso ante los Diez sobre la campaña. Se casa en 1501 con Marietta Corsini. Del matrimonio nacerán cuatro hijos varones y dos hembras. Sirvió como embajador del francés Luis XII, del emperador Maximiliano y (en Urbino) de César Borgia, de quien se erigió en el amigo de confianza. En 1512, al ser exonerado Piero Soderini, gonfaloniero de Florencia, por el cardenal Julio de Médicis, Maquiavelo perdió su puesto en la secretaría de estado. Las tropas de Ramón Folch de Cardona habían ocupado la Toscana y el 31 de agosto Sorderini huye de Florencia. Al día siguiente se celebra la restauración de los Médicis en el poder. Por dos decisiones fechadas el 7 y el 10 de noviembre cesa en su cargo de secretario de los Diez. Es encarcelado y torturado por sospechoso de la conjura de Bóscoli contra los Médicis. Tras ser liberado se retiró con su mujer y cuatro hijos a Albergaccio, cerca de San Casciano y Florencia. En una famosa carta que dirigió al representante florentino en Roma, Francesco Vettori (10/12/1513), describe la vida, más bien rústica, que llevaba: después de pasar el día cazando y charlando con los labriegos del lugar, dedicaba las veladas a escribir y leer historia. Le comunicó también la finalización del tratado De Principatibus, escrito en una interrupción de su Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Finalmente recuperó parte del favor perdido y en 1520 recibió el encargo de escribir la historia de Florencia. El puesto de cronista está integrado en la Señoría pero es secundario. Dedicó esta obra, Istorie fiorentine, a Julio de Médicis, que había ascendido al trono pontificio con el nombre de Clemente VII. Seis años más tarde le confió el papa la inspección de las fortificaciones de Florencia. En 1527, año convulso para los territorios italianos, en el que las tropas de Carlos V saquean Roma, los Médicis huyen de Florencia y los sustituye un gobierno del partido aristocrático. Maquiavelo no fue considerado lo bastante hostil a los Médicis para seguir ocupando el cargo. Enfermo de pena, según se dice, por el giro de los acontecimientos, murió el 21 de junio de ese año.
Nacido y muerto en Florencia de familia más noble que acaudalada. Poco se sabe de la primera época de su vida. Recibió una sólida educación humanística, basada en el estudio de los clásicos latinos e italianos. En 1498 ocupa sus primeros encargos en la Señoría florentina, al servicio de la República: secretario de la Segunda Cancillería y, después, en le consejo de los Diez de Balía. En 1499 Es encargado de diversas misiones diplomáticas en Piombino, Forlí e Imola. Se encarga de la dirección de la guerra contra Pisa y redacta un discurso ante los Diez sobre la campaña. Se casa en 1501 con Marietta Corsini. Del matrimonio nacerán cuatro hijos varones y dos hembras. Sirvió como embajador del francés Luis XII, del emperador Maximiliano y (en Urbino) de César Borgia, de quien se erigió en el amigo de confianza. En 1512, al ser exonerado Piero Soderini, gonfaloniero de Florencia, por el cardenal Julio de Médicis, Maquiavelo perdió su puesto en la secretaría de estado. Las tropas de Ramón Folch de Cardona habían ocupado la Toscana y el 31 de agosto Sorderini huye de Florencia. Al día siguiente se celebra la restauración de los Médicis en el poder. Por dos decisiones fechadas el 7 y el 10 de noviembre cesa en su cargo de secretario de los Diez. Es encarcelado y torturado por sospechoso de la conjura de Bóscoli contra los Médicis. Tras ser liberado se retiró con su mujer y cuatro hijos a Albergaccio, cerca de San Casciano y Florencia. En una famosa carta que dirigió al representante florentino en Roma, Francesco Vettori (10/12/1513), describe la vida, más bien rústica, que llevaba: después de pasar el día cazando y charlando con los labriegos del lugar, dedicaba las veladas a escribir y leer historia. Le comunicó también la finalización del tratado De Principatibus, escrito en una interrupción de su Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Finalmente recuperó parte del favor perdido y en 1520 recibió el encargo de escribir la historia de Florencia. El puesto de cronista está integrado en la Señoría pero es secundario. Dedicó esta obra, Istorie fiorentine, a Julio de Médicis, que había ascendido al trono pontificio con el nombre de Clemente VII. Seis años más tarde le confió el papa la inspección de las fortificaciones de Florencia. En 1527, año convulso para los territorios italianos, en el que las tropas de Carlos V saquean Roma, los Médicis huyen de Florencia y los sustituye un gobierno del partido aristocrático. Maquiavelo no fue considerado lo bastante hostil a los Médicis para seguir ocupando el cargo. Enfermo de pena, según se dice, por el giro de los acontecimientos, murió el 21 de junio de ese año.
Maquiavelo es un pensador, pero sin un sistema filosófico concreto, un
humanista con nostalgia de la grandeza de la antigua Roma; patriota, sin
principios éticos y oportunista. Si Tomás Moro es un idealista,
Maquiavelo está en el extremo opuesto. No se distinguió ni por su amor
ni por su respeto a sus semejantes. Procurar el bien moral o material
del pueblo quedaba relegado frente al objetivo de afianzar el poder del
déspota.
Los dos valores centrales del Renacimiento:
racionalidad y libertad se aplican también a la visión renacentista de
la sociedad y del pensamiento. El progreso en la historia depende de la
acción del hombre y no de la intervención divina. Para pensadores como
Pico y Campanella el hombre es capaz de construir racionalmente una
sociedad de seres libres e iguales: el orden político ha de ser el
reflejo de estos valores. Maquiavelo rechazó cuanto fuera idealismo y
teoría y aplicó el sentido práctico. La política nada tenía que ver con
la moral, la ética o la religión.
El estado:
Maquiavelo tiene una concepción totalmente diferente de la sociedad humana: para él el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, sólo preocupado por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos morales, puede garantizar un orden social justo que frene la violencia humana. Fue el primero en usar la palabra estado en su sentido moderno. Algunos le atribuyen la invención de la dictadura moderna y su consiguiente Realpolitik, como expresión específicamente distinta de las antiguas formas de totalitarismo. Sus ideas políticas estaban impregnadas de sentido práctico y una visión realista de gobierno.
Maquiavelo tiene una concepción totalmente diferente de la sociedad humana: para él el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, sólo preocupado por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos morales, puede garantizar un orden social justo que frene la violencia humana. Fue el primero en usar la palabra estado en su sentido moderno. Algunos le atribuyen la invención de la dictadura moderna y su consiguiente Realpolitik, como expresión específicamente distinta de las antiguas formas de totalitarismo. Sus ideas políticas estaban impregnadas de sentido práctico y una visión realista de gobierno.
Su obra El Príncipe (1513):
El príncipe o el gobernante, tiene como misión la felicidad de sus súbditos y ésta sólo se puede conseguir con un Estado fuerte. Para conseguirlo tendrá que recurrir a la astucia, al engaño y, si es necesario, a la crueldad. La virtud fundamental es la prudencia, para la conveniencia del Estado. Si el interés de la patria exige traición o perjurio, se comete. "La grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido". Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un realismo práctico, no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. Política y moral son dos ámbitos distintos e incluso contradictorios. Aunque El Príncipe estuviera dedicado a Lorenzo de Medicis (1492-1519) [duque de Urbino], con la esperanza de recuperar la confianza perdida, Maquiavelo quiere presentar en su obra el arquetipo de cualquier político. Su personalidad debe poseer condiciones especiales para llegar al poder y mantenerse en él:
El príncipe o el gobernante, tiene como misión la felicidad de sus súbditos y ésta sólo se puede conseguir con un Estado fuerte. Para conseguirlo tendrá que recurrir a la astucia, al engaño y, si es necesario, a la crueldad. La virtud fundamental es la prudencia, para la conveniencia del Estado. Si el interés de la patria exige traición o perjurio, se comete. "La grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido". Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un realismo práctico, no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. Política y moral son dos ámbitos distintos e incluso contradictorios. Aunque El Príncipe estuviera dedicado a Lorenzo de Medicis (1492-1519) [duque de Urbino], con la esperanza de recuperar la confianza perdida, Maquiavelo quiere presentar en su obra el arquetipo de cualquier político. Su personalidad debe poseer condiciones especiales para llegar al poder y mantenerse en él:
- Capacidad de manipular situaciones, ayudándose de cuantos medios precise mientras consiga sus fines: lo que vale es el resultado. "El que consigue el poder es el Príncipe, el que consigue el orden y la paz son los súbditos".
- El gobernante debe poseer seria destreza, intuición y tesón, así como habilidad para sortear obstáculos, y "moverse según soplan los vientos".
- Diestro en el engaño: No debe tener virtudes, solo aparentarlas.
- Amoral, indiferencia entre el bien y el mal, debe estar por encima.
Para Maquiavelo la mejor forma de gobierno es la República: "el gobierno
de muchos es mejor que el de unos pocos", y justifica la romana como la
más perfecta. Aunque él era republicano y aspiraba a convertir a Florencia en un Estado fuerte, en El Príncipe
acepta, como mal menor, que en ciertos momentos de corrupción y
desorden que es mas útil y eficaz la acción de un solo personaje,
adornado de cualidades excepcionales.
La unidad de Italia:
Il Principe es el producto de una idea capital que lo informa en todos sus aspectos. Maquiavelo no había echado por la borda todo vestigio de la ética discernible en los Discorsi. En el último capítulo de Il Príncipe, titulado Exhortación a liberar Italia de las manos de los bárbaros, proclama con apasionada sinceridad lo que constituye la idea rectora y motivante de la obra: Italia debe hallar su gobernante y sacudir el yugo extranjero. Escribe: espero que algún príncipe... siguiendo estas normas mías, consiga enseñorearse de toda Italia y hacer de ella una país grande, compacto y rico como los otros que ahora predominan en Europa. El historiador objetivo se convierte ahora en un inflamado patriota que propugna la unidad de Italia. Al pesimismo y la carencia de escrúpulos han venido a suplantar de pronto la esperanza y aun la fe. Para aceptar el papel de padre de la patria propone a Lorenzo de Médicis, duque de Urbino: vana exhortación, pues Lorenzo no pasaba de ser una figura secundaria que no ofrecía la menor esperanza.
Il Principe es el producto de una idea capital que lo informa en todos sus aspectos. Maquiavelo no había echado por la borda todo vestigio de la ética discernible en los Discorsi. En el último capítulo de Il Príncipe, titulado Exhortación a liberar Italia de las manos de los bárbaros, proclama con apasionada sinceridad lo que constituye la idea rectora y motivante de la obra: Italia debe hallar su gobernante y sacudir el yugo extranjero. Escribe: espero que algún príncipe... siguiendo estas normas mías, consiga enseñorearse de toda Italia y hacer de ella una país grande, compacto y rico como los otros que ahora predominan en Europa. El historiador objetivo se convierte ahora en un inflamado patriota que propugna la unidad de Italia. Al pesimismo y la carencia de escrúpulos han venido a suplantar de pronto la esperanza y aun la fe. Para aceptar el papel de padre de la patria propone a Lorenzo de Médicis, duque de Urbino: vana exhortación, pues Lorenzo no pasaba de ser una figura secundaria que no ofrecía la menor esperanza.
No es, por tanto, necesario a un príncipe poseer todas la cualidades
anteriormente mencionadas, pero es muy necesario que parezca tenerlas. E
incluso me atreveré a decir que si las tiene y si las observa siempre
son perjudiciales, pero si aparenta tenerlas son útiles; por ejemplo:
parecer clemente, leal, humano, íntegro, devoto y serlo, pero tener el
ánimo predispuesto de tal manera que si es necesario no serlo, puedas y
sepas adoptar la cualidad contraria. Y si se ha de tener en cuenta que
un príncipe, y especialmente un príncipe nuevo, no puede observar todas
aquellas cosas por las cuales los hombres son tenidos por buenos pues a
menudo se ve obligado, para conservar su Estado, a actuar contra la fe,
contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión. Por eso
necesita tener un ánimo dispuesto a moverse según le exigen los vientos y
las variaciones de la forma y, como ya dije anteriormente, a no
alejarse del bien, si puede, pero a saber entrar en el mal si se ve
obligado. (Maquiavelo, El Príncipe)
Muchos se han imaginado repúblicas y principados que nadie ha visto
jamás ni se ha sabido que existieran realmente; porque hay tanta
distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que quien deja a una
lado lo que se hace por lo que de debería hacer, aprende antes su ruina
que su preservación: porque un hombre que quiera hacer en todos los
puntos profesión de bueno, labrará necesariamente su ruina entre tantos
que no lo son. Por todo ello es necesario a un príncipe, si se quiere
mantener, que aprenda a poder ser no bueno y a usar o no usar de esta
capacidad en función de la necesidad.
(Maquiavelo, El Príncipe)
El texto trata sobre temas políticos, que durante el Renacimiento se
dieron bajo un género literario concreto, Las Utopías, en las que bajo
la forma de descripciones de Estados ideales, se contienen alusiones a
estados concretos y teorías políticas importantes.
El fragmento de El Príncipe, nos muestra las cualidades que el
gobernante de este Estado "Ideal" debe tener a juicio de su autor.
Debe ser una persona amoral, indiferente entre el bien y el mal, debe
estar por encima de ambos.
En este "sistema político" por el que aboga Maquiavelo, se ha olvidado
por completo la ética y la política que predicaron Platón y Aristóteles, ahora un hombre bueno, moral y honrado no puede, según el autor, ser un buen político.
Resumiendo, todo el texto se basa en un único principio: "El fin justifica los medios".
Otras obras - La guerra:
La amoralidad de su política, expuesta en Il Príncipe, se da las manos con la que impera en sus ideas sobre el matrimonio, desarrolladas en su comedia La mandragola, escrita entre 1512 y 1520. Esta comedia en prosa, una de las que gozaron de más favor en su tiempo, es licenciosa a la manera de Boccaccio; en ella, como en las obras de éste, la deshonestidad y la hipocresía triunfan sobre la estupidez. En los Discorsi trata Maquiavelo de arrancar a la historia antigua lecciones de sabiduría política. Al cabo de numerosas observaciones sobre el auge y la caída de los gobiernos, así como sobre el arte de la guerra, el autor llega a la conclusión de que, aunque un hombre fuerte debe fundar un estado o levantarlo de su decadencia, la mejor forma de gobierno es la república en que participen todos los ciudadanos: fase esta del pensamiento político que no llegó a alcanzar en Il Príncipe. Prefiere el paganismo al catolicismo, pues considera a aquél más íntimamente vinculado a la vida cívica. Aboga por la creación de un ejército poderoso, pero formado no por mercenarios, sino por ciudadanos. Siendo así que todos los estados cambian por evolución o por revolución, un estado que desee conservar su libertad o independencia debe mantenerse siempre en guardia. El tratado Arte della guerra, escrito después de 1516, emplea la forma, tan popular en el Renacimiento, del diálogo, conversaciones que se fingen mantenidas en los jardines florentinos de Rucellai. El capitán Fabrizio Colonna propugna la necesidad de un ejército poderoso de ciudadanos, apoyado en la presunción de que Italia, que tal preeminencia ha alcanzado en todas las demás artes, debe destacar también en la de la guerra. (Robert J. Clements)
La amoralidad de su política, expuesta en Il Príncipe, se da las manos con la que impera en sus ideas sobre el matrimonio, desarrolladas en su comedia La mandragola, escrita entre 1512 y 1520. Esta comedia en prosa, una de las que gozaron de más favor en su tiempo, es licenciosa a la manera de Boccaccio; en ella, como en las obras de éste, la deshonestidad y la hipocresía triunfan sobre la estupidez. En los Discorsi trata Maquiavelo de arrancar a la historia antigua lecciones de sabiduría política. Al cabo de numerosas observaciones sobre el auge y la caída de los gobiernos, así como sobre el arte de la guerra, el autor llega a la conclusión de que, aunque un hombre fuerte debe fundar un estado o levantarlo de su decadencia, la mejor forma de gobierno es la república en que participen todos los ciudadanos: fase esta del pensamiento político que no llegó a alcanzar en Il Príncipe. Prefiere el paganismo al catolicismo, pues considera a aquél más íntimamente vinculado a la vida cívica. Aboga por la creación de un ejército poderoso, pero formado no por mercenarios, sino por ciudadanos. Siendo así que todos los estados cambian por evolución o por revolución, un estado que desee conservar su libertad o independencia debe mantenerse siempre en guardia. El tratado Arte della guerra, escrito después de 1516, emplea la forma, tan popular en el Renacimiento, del diálogo, conversaciones que se fingen mantenidas en los jardines florentinos de Rucellai. El capitán Fabrizio Colonna propugna la necesidad de un ejército poderoso de ciudadanos, apoyado en la presunción de que Italia, que tal preeminencia ha alcanzado en todas las demás artes, debe destacar también en la de la guerra. (Robert J. Clements)
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