La paz laboral en juego
Las negociaciones en procura de un
alza digna del salario mínimo no aguantan más dilaciones, más ahora que
los jueces del Tribunal Constitucional se aumentaron los suyos. Se trata
de la preservación misma de la paz laboral. No podemos pretender que
esta continúe existiendo cuando el salario del sesenta por ciento de los
trabajadores en el sector privado, se encuentra dentro de ese rango.
El crecimiento de la economía dominicana
no ha significado cambios fundamentales en las condiciones de vida de la
generalidad de la población, si bien es necesario y justo admitir que
vivimos a gracias a ello en un país distinto al de cinco décadas atrás y
es innegable el avance que ello ha implicado en el ámbito social. Pero
también es cierto que la concentración de recursos propio de nuestro muy
peculiar estilo de crecimiento, ha profundizado los índices de
marginalidad y el ejército de pobres hoy en día es mayor, tal vez no en
términos reales pero sí en función de la riqueza nacional, muy mal
distribuida. Los bajos salarios no ayudan, además, a la economía
nacional, porque de la capacidad adquisitiva de la población depende en
gran medida el ritmo de la actividad económica.
Es cierto que la prioridad en estos
momentos de crisis es la preservación del empleo y que un aumento
general de salario equivaldría a condenar virtualmente al cierre a una
enorme cantidad de empresas que apenas sobreviven debido a los efectos
de la crisis global. Sin embargo, no podemos como sociedad sustentada en
valores democráticos basar nuestra economía en una estructura salarial
básica que apenas alcanza para satisfacer un mínimo de las necesidades
materiales de la familia. Hablamos de solidaridad. Un acuerdo salarial
sin mayores dilaciones sería un buen comienzo para trabajadores y
empleadores. Cabe esperar pues que el buen sentido se imponga cuando las
partes regresen a la mesa de negociación, si finalmente lo hacen.
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