En homenaje a Orlando…
Publicado: 17 marzo, 2015 en MEMORIASEtiquetas:joaquín balaguer, Orlando Martínez
Publicado por lociertosincensura
SANTO DOMINGO. Orlando Martínez Howley denunció a las multinacionales mineras, poniendo al descubierto manejos turbios y sucios convenios con figuras y sectores que de ese modo pagaban su permanencia en los círculos de poder político. Denunció las manipulaciones del Grupo Militar de Asistencia y Asesoría, MAAG, y puso al descubierto la subordinación del grupo gobernante a los dictados del poder imperialista. Hoy, rendir homenaje a Orlando es condenar el colonialismo rechazando la agresión contra Venezuela y la continuidad de la conspiración contra Cuba. Es denunciar la ilegitimidad del proyecto de afianzar la hegemonía del poder estadounidense y reiterar que en los organismos multilaterales el poder de veto imprime un carácter antidemocrático y vertical a las relaciones internacionales.
Orlando Martínez denunció la corrupción y se pronunció contra la malversación de fondos públicos.
En homenaje a él, es preciso condenar la impunidad del delito de Estado y denunciar como saqueadores a los dirigentes de partidos que más bien son asociaciones para saquear el Estado y beneficiarse del dinero de sucio origen.
El abuso y la brutalidad policial fueron objeto de particular atención en la columna Microscopio, que el jefe de redacción de la revista Ahora publicaba en ese mismo medio y en el diario El Nacional. Exigir que cesen las ejecuciones extrajudiciales y que el Estado dominicano abandone la política de asesinar a sospechosos en los sectores populares mientras tolera la corrupción en los altos mandos militares y policiales, es también rendir homenaje a un símbolo del ejercicio del periodismo comprometido con las mejores causas.
Hace 40 años…
El 17 de marzo de 1975, el periodista Orlando Martínez fue acribillado en una calle de la Zona Universitaria en Santo Domingo. Las balas que le segaron la vida fueron disparadas por sicarios al servicio del gobierno de Joaquín Balaguer.
Ha sido inútil el esfuerzo de los viejos balagueristas y de los oportunistas de nuevo y viejo cuño, por destruir el símbolo. El nombre de Orlando Martínez es asociado al ejercicio responsable del periodismo, y su figura es ejemplo.
La clase dominante tiene tradición de atentar contra el ejercicio responsable del periodismo.
En determinadas coyunturas, utiliza a los organismos represivos, y en otras privilegia la manipulación y el soborno, pero una forma de acción no excluye a la otra.
En 1981, durante el gobierno de Antonio Guzmán, fue asesinado de un disparo mientras trataba de informar sobre la represión durante una huelga de los empleados del cabildo de Santo Domingo el periodista Marcelino Vega. En el mismo hecho murió un vendedor de periódicos (Manuel de Jesús Ciprián Valdez) que había sido testigo de acciones represivas.
Hay que mencionar la desaparición, 21 años después, del periodista y catedrático Narciso González, en un hecho que tiene el inocultable sello del crimen de Estado.
¿Por qué pretenden destruir el símbolo?
Las denuncias realizadas por Orlando Martínez y la profundidad de sus trabajos de opinión, siguen siendo un estorbo para quienes quieren mantener vigente el pacto de impunidad y encubrimiento que se mantiene vigente a pesar de las pugnas por el control del Estado y por la orientación del financiamiento.
Los sectores dominantes pretenden destruir el símbolo, porque los grupos que hace 40 años hicieron el encargo a los esbirros, mantienen los mismos niveles de intolerancia y pretenden seguir actuando, con o sin disfraces. Esos grupos siguen insertos en el Estado. Sus representantes tienen vínculos con Leonel Fernández, Danilo Medina, Hipólito Mejía, Miguel Vargas y demás dirigentes de partidos. La ultraderecha, a nivel nacional, también actúa como sector.
Son los jefes de estas pandillas, personeros de la brutalidad, que han alentado las recientes amenazas contra los periodistas Juan Bolívar Díaz, Luis Eduardo (Huchi) Lora, Roberto Cavada y Amelia Deschamps, periodistas que no han asumido posiciones radicales, pues validan la influencia de las figuras claves del sistema político y del mundo empresarial.
Esos periodistas, sencillamente manifestaron que están en desacuerdo con que sean despojados de sus documentos de identidad descendientes de haitianos que nacieron en el país. No cuestionan la política migratoria que, a escala global, ha impuesto la ultraderecha. Solo llaman a respetar las leyes vigentes. Es una posición conservadora, pero la ultraderecha no quiere ser llamada a respetar leyes.
¿Hay mayor prueba de intolerancia y cobardía? ¿Acaso no están ligadas en pasado y en presente a “las hienas de San Isidro” (que actuaron en el asesinato de Orlando Martínez) los grupos y personas que hoy amenazan a esos comunicadores?
El Autoritarismo Global
Las amenazas contra periodistas en el país y la progresiva cerrazón de los medios de comunicación de propiedad privada, convertidos de más en más en agencias de relaciones públicas de los grupos gobernantes y del poder económico, se manifiestan con descaro porque el entorno global es autoritario.
El poder imperialista defiende los privilegios de los medios a su servicio (propiedad de sus aliados) pero no es cierto que aboga por la libertad de expresión.
Ha manipulado para ocultar cifras tan importantes como el número de civiles muertos en las acciones bélicas (masacres) que encabeza en diversas zonas del planeta.
Es en ese marco que actúan en los países pobres oscuros sectores como los que recientemente acribillaron a dos periodistas (Danilo López y Federico Salazar) en Guatemala y dos días después, en el mismo país, a un camarógrafo. Los asesinos han sido vinculados al poder político.
En México, fue despedido de MVS Radio el equipo encabezado por conocida periodista Carmen Aristegui (la propia Aristegui, Irving Huerta y Daniel Lizárraga) que reveló detalles importantes sobre la lujosa vivienda que posee la actriz retirada Angélica Rivera, esposa del presidente de México, una residencia que ha sido llamada la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto.
¿Cómo se puede llamar a este paquete de intolerancia, abuso, e incluso crimen?
En homenaje a Orlando Martínez, es preciso llamar por su nombre la censura, descubrir los hilos del atraso político y la exclusión y denunciar la coerción de clase como el rostro moderno del abuso y del crimen político.
Hay que mencionar a Ernesto Cruz Brea, Joaquín Pou Castro, Salvador Lluberes Montás, Enrique Pérez y Pérez, Isidoro Martínez Contreras y otros altos oficiales (unos difuntos y otros en pleno disfrute de la impunidad que gestionó para ellos con sus herederos Joaquín Balaguer); pero sobre todo, hay que denunciar a un sistema que sigue criando a seres sanguinarios porque es abusador y esencialmente criminal.
Se hace urgente forjar un mundo en el cual el ejercicio honesto y responsable del periodismo no sea motivo de inapelable condena a muerte.
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