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El Dr. Cesare Lombroso, que ha sido
llamado "el padre" de la criminología moderna, estudiaba a los
delincuentes encarcelados en Turín allá por 1870.
Estaba
convencido de los delincuentes estaban un escalón por debajo en la
evolución, una regresión a un tipo de hombre primitivo o infrahumano.
Después
de años de estudio, llegó a la conclusión de que se podía identificar a
un asesino por la forma de su cara y por la longitud excesiva de sus
brazos "simiescos".
"Las orejas de un criminal", escribió, "son a menudo de gran tamaño".
"La
nariz es frecuentemente respingada o achatada en los ladrones. En los
asesinos suele ser aguileña como el pico de un ave de presa
Cesare Lombroso (1835 - 1909) creía que se podía identificar a un asesino por su fisonomía.
Desafortunadamente, detectar a asesinos potenciales no resultó tan
simple como esperaba Lombroso y sus hallazgos "científicos" pronto
fueron desacreditados.
Cerebro iracundo
Pero
este fue el inicio de una investigación que ha continuado por más de un
siglo para averiguar si los criminales, en particular los homicidas,
tienen cerebros diferentes al resto de las personas.
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La
invención de las técnicas de imágenes de resonancia magnética funcional
en los años 80 revolucionaron el conocimiento de lo que ocurre dentro de
la cabeza.
El primer estudio con escaneo cerebral de asesinos fue realizado en California por el neurocientífico británico Adrian Raine.
Raine
había llegado hasta allí atraído no por sus playas sino, tal como él lo
explicó, "por el gran número de individuos muy violentos y homicidas".
En
el transcurso de muchos años el científico y su equipo escanearon los
cerebros de numerosos asesinos y casi todos mostraban cambios similares.
La amígdala cerebral es la zona del cerebro que genera las emociones.
Había actividad reducida en el córtex prefrontal, el área del cerebro
que controla los impulsos emocionales, y una sobreactivación de la
amígdala cerebral, la zona que genera las emociones.
Por lo tanto
parece que los asesinos tienen cerebros que los hacen más proclives a la
ira y el enfado y a la vez menos capaces de controlarse.
Maltrato
¿Pero por qué pasa esto?
Los
estudios de Raine sugieren que una de las razones puede ser el abuso
infantil, que puede generar asesinos al causar daños físicos al cerebro.
El córtex prefrontal es especialmente vulnerable.
Uno de los prisioneros que el neurocientífico escaneó era Donta Page, un hombre que mató brutalmente a una joven de 24 años .
De bebé, Page fue habitualmente maltratado por su madre, y cuando creció las golpizas empeoraron.
Su madre usaba cables de electricidad, zapatos, cualquier cosa que encontrara a mano.
No eran golpes de vez en cuando, sino casi a diario.
"El
maltrato físico a temprana edad, entre otras cosas, puede haber
producido el daño cerebral, que puede haberlo llevado a cometer este
acto violento", dice Raine.
Sin embargo, solo una pequeña fracción de aquellos que sufren una infancia terrible se convierte en asesinos.
El gen del guerrero¿Puede entonces haber otros factores que predispongan al asesinato?
La
respuesta fue hallada en 1993 con una familia en Holanda en la que
todos los hombres tenían un historial de violencia: 15 años de minuciosa
investigación revelaron que a todos ellos les faltaba el mismo gen.
Este gen produce una enzima llamada MAOA que regula los niveles de neurotransmisores involucrados en el control de los impulsos
.
Así se descubrió que si alguien carece del gen MAOA o tiene una variante de baja actividad, está predispuesto a la violencia.
A esta variante se la conoce como el gen del guerrero.
Alrededor del 30% de los hombres lo tienen, pero su activación depende fundamentalmente de lo que ocurra en la infancia.
Infancia feliz
Jim Fallon, profesor de psiquiatría de la Universidad de California, tiene un interés personal en esta investigación.
Después
de descubrir un sorprendente gran número de asesinos en el árbol
genealógico de su familia, realizó un estudio genético de sí mismo y vio
que tenía un montón de genes que han sido vinculados al comportamiento
psicopático violento.
"Personas con una genética mucho menos peligrosa que la mía se convirtieron en homicidas y son psicópatas", dice Fallon.
Pero él no es un asesino sino un respetado académico.
Su explicación es que él estuvo protegido de una herencia potencialmente violenta por una infancia feliz.
"Si
tienes la versión de alto riesgo del gen y te han maltratado en la
infancia, las posibilidades de una vida criminal son mucho más altas".
"Si
tienes el gen de alto riesgo pero no fuiste maltratado, entonces no hay
realmente mucho riesgo. Así que el gen solo por sí mismo no afecta
dramáticamente el comportamiento, pero en ciertas condiciones de entorno
hay una gran diferencia".
Combinación asesina
Por
lo tanto, parece que una tendencia genética hacia la violencia y el
maltrato infantil son literalmente una combinación asesina.
Eso quiere decir que los homicidas nacen y se hacen al mismo tiempo.
Ahora
tenemos un conocimiento mucho más sofisticado de las complejas
interacciones entre los factores sociales y biológicos que predisponen a
la violencia. ¿Pero qué podemos hacer con esa información?
Las
investigaciones se centran ahora en maneras de reducir el comportamiento
violento y hay evidencias de que enseñar formas positivas de crianza de
los hijos a las familias que están en riesgo es efectivo para mejorar
el control de los impulsos.
La esperanza es que ya que sabemos mucho más sobre las causas del
comportamiento homicida seamos capaces de detectar las señales de alarma
e intervenir antes de que sea demasiado tarde.
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