El sistema monetario internacional bajo el lente de la protesta social
Publicado por: Miguel Ángel Guerrero Ramos
http://ssociologos.com/2015/03/13/el-sistema-monetario-internacional-bajo-el-lente-de-la-protesta-social/
Entre las muchas veces difusas y complejísimas aristas entre las cuales se desenvuelven las políticas y las reestructuraciones del Fondo Monetario Internacional, o de las distintas instituciones que conforman el Banco Mundial, rara vez encontramos frenos sociales o resistencias o protestas de gran peso y trascendencia que hagan declinar o revertir algunas de dichas políticas y reestructuraciones. Ahora bien, acerca de la protesta social, bien podemos decir que en un escenario social envuelto en una compleja red de luchas y tensiones entre grupos o en el plano más común de lo cotidiano y la normalidad, existe una serie de marcos, ideas o contextos por los cuales una protesta social puede llegar hoy por hoy a ser aceptada, o rechazada o incluso criminalizada. De igual forma, existen entidades, grupos, discursos e instituciones sobre los cuales se prefiere hacer recaer una protesta, como por ejemplo un gobierno local o un determinado decreto. Partiendo de allí, en el presente texto hablaré brevemente acerca de los Acuerdos de Bretton Woods de 1944 y de cómo muchas protestas han tenido una “causa invisible” en contra de dichos acuerdos, o en contra de acuerdos similares, aun sin que los actores participes estén totalmente conscientes de ello. Una “causa invisible”, a decir verdad, en contra de ciertos patrones y esquemas estructurales que mantienen y reproducen cada día fuertes desigualdades.
La protesta social como escenario necesario de pulsiones institucionalizadas y de pulsiones mucho más trasgresoras y espontáneas
Un
mundo globalizado y con una desigual jerarquización productiva y
financiera internacional, es un mundo que tiende a reconocer el derecho
básico de la protesta social al mismo tiempo que la reprime, la
complejiza y en muchas ocasiones, incluso, la criminaliza. La protesta
social, de hecho, posee esa ambivalencia, ese doble y antagónico
entendimiento. La protesta social, además, ha sido desde los inicios de
la civilización la máxima expresión del descontento y la resistencia y
su fuerza trasformadora ha sido motor de cambios realmente únicos y
significativos. No obstante, hoy en día vivimos en un mundo
con una dominación no solo de tipo vertical, sino horizontal (Tedesco:
2012), un mundo con distintos tipos de capital y estructuras de poder,
de ahí que se protesta, pero los aspectos o, más bien, los entes
concretos contra los que hay que protestar, ya sean estos de índole
física o discursiva, ya no son tan fácilmente identificables como en los
tiempos de antaño.
Sucede
entonces, de esta forma, en el ámbito continuamente dinámico de lo
social, algo muy semejante a lo que Vanessa Bravo (2012) afirma que
sucede con la red y la información digital, es decir, que existen nodos,
los cuales, independientemente de su localización territorial, se
conectan entre sí a través de una miríada de pasos y relevos. De esta
forma, la información viaja a través de los diferentes nodos sin
establecer distribuciones jerárquicas verticales a priori y, cuando lo
hace, está el problema ya mencionado líneas atrás de los relevos. Debido
a ello, el poder se despliega en forma de redes que se interconectan y
se relevan, por lo que a veces es difícil identificar la entidad
estructural concreta ante la cual hay que desplegar una determinada
protesta, la cual, cabe decir, no es otra cosa más que la expresión del
descontento en un mundo que se caracteriza por su desigualdad en los
sistemas productivos, en lo jurídico e incluso en lo cultural y
educativo. Por otra parte, no hay que olvidar lo que nos dice David
García Casado (2010), que la resistencia social en nuestras sociedades
se ha homogeneizado y ha perdido mucha potencia a causa de las nuevas y
más sutiles formas de represión del mundo de hoy, caracterizadas no ya
por la usurpación o trasgresión directa de los derechos fundamentales de
los individuos sino por la contención y homogeneización de sus
pasiones.
Por
otra parte, parece ser una tendencia del mundo contemporáneo, y dentro
de la esfera de la opinión y la deliberación pública, identificar
ciertas ideas y problemas estructurales con el carácter, los errores y
las vivencias de una persona en concreto. Así, si la motivación que
lleva a la protesta es la pobreza o algún programa público o social en
concreto, se protesta contra un alcalde determinado y no contra las
situaciones estructurales mismas o los entes más grandes y generales que
promueven dichas situaciones. De esa misma forma, muchas personas
identifican ciertas ideas e incluso una gran cantidad de prejuicios con
grupos bastante específicos, se identifican por ejemplo las ideas
marxistas con ideas de coacción o negación de la libertad sin siquiera
haber revisado en lo más mínimo el detallado análisis social y el grupo
de conceptos ampliamente trabajados e interconectados que se encuentran
en obras de gran peso y profundidad como las de Marx.
Pero
la situación va más allá de ello. Hoy en día en las redes sociales como
Facebook, por ejemplo, parece ser tendencia el que no se hable a manera
de crítica de los partidos políticos y sus programas sino, en su lugar,
de los políticos mismos. Así, se despliega ante ellos, es decir, ante
los políticos, una gran cantidad de prejuicios e ideas no menos afines,
clara muestra, por supuesto, de que la llamada “sociedad del
espectáculo” ha permeado incluso la forma en la cual resistimos ante los
nodos biopolíticos y las estructuras de poder más opresivas. De hecho,
muchas personas y grupos hacen de las protestas un espectáculo, de forma
que el hacer valer los derechos más fundamentales, algo de por sí
bastante clásico, está comenzando a parecer un tanto monótono y
repetitivo. Siendo así, el panorama más oscuro es el de que toda
sociedad que menosprecie culturalmente la defensa de los derechos más
fundamentales, estará condenada sin duda a que estos les sean
trasgredidos constantemente. Claro, defender los derechos como la honra,
el trabajo, el buen nombre, y el mismo derecho a la huelga, debe ser
algo esencial no solo dentro del espacio jurídico y la evolución
constitucional sino dentro del mismo ámbito cultural.
En
dicho orden de ideas, algunas de las soluciones a modo de propuesta
ante la complejidad de lo anterior, serían, en primer lugar, tratar, en
la medida de lo posible, de llevar la protesta y la resistencia a
factores o a enclaves discursivos mucho más estructurales, factores o
enclaves que si cambiaran en verdad cambiaría con ello un determinado
estado desigual de cosas. En el presente texto, mencionaré, por tanto, y
a modo de ejemplo, los Acuerdos de Bretton Woods de 1944. Acuerdos que
fijan y regulan condiciones estructurales en el mundo muy específicas,
unas situaciones ligadas al denominado “sistema financiero
internacional”.
Sin
embargo, cabe anotar antes un aspecto importante sobre la ambivalencia
de las protestas de hoy en día. Por una parte se dice que los derechos
colectivos como el de la libre movilidad no pueden ser pisoteados por
las protestas, de modo que partiendo de allí los gobiernos suelen en la
actualidad trasladar la responsabilidad de las protestas a los
ciudadanos que llevan a cabo dichas prácticas (Personería de Medellín:
2011). Por otro lado, el respaldo de los gobiernos no necesariamente
está hoy por hoy con los grupos oprimidos que protestan, no olvidemos
que en la actualidad la juridicidad y las leyes son instrumentalizadas
por los grupos más poderosos (Barbero: 2010), una práctica bastante
corriente. Obviamente las protestas deben siempre procurar respetar el
derecho ajeno, eso es algo fundamental, pero, no obstante, el tratar de
ordenarlas e institucionalizarlas ya es quitarles fuerza y, por otra
parte, hacer difusos tanto el sujeto de responsabilidad social de la
misma protesta como el sujeto que protesta y el sujeto mismo ante el
cual se protesta.
Sobre los acuerdos de Bretton Woods de 1944 y la oposición al sistema
Entre
el 1 y el 22 de julio de 1944, es decir, a finales de la Segunda Guerra
Mundial, se realizó en el famoso y elegante complejo hotelero de
Bretton Woods, una reunión que reestructuraría la economía del mundo. En
dicha reunión se creó el Fondo Monetario Internacional ((FMI) y el
Banco Mundial, y, de igual
forma, se adoptó el dólar como patrón de cambio principal del planeta en
el ámbito monetario y financiero. De esa manera, el gobierno
estadounidense, que en dicha reunión poseía prácticamente todas las
capacidades de decisión para poder imponer con gran facilidad cualquier
idea que tuviera, impuso su moneda y con ello toda una visión y división
de lo que debería ser la economía mundial. La reunión en sí misma es
muy poco analizada dentro de la historiografía y las ciencias sociales,
ya que los hechos militares y las ideologías en disputa durante la
Segunda Guerra Mundial tienden, por lo general, a robarse todo el
protagonismo de la época.
El
hecho es que se desconoce un poco que en dicha reunión se analizaron
dos puntos de vista distintos. Uno era el que acabó triunfando, que era
la propuesta de Harry Dexter White. Es decir, la de sustituir el patrón
oro por el dólar, equilibrando de esa forma todo el mundo a favor de
Estados Unidos, centro indiscutible en el momento de gran parte de la
industria global. La otra, que se sepa, era la propuesta inglesa diseñada por John Maynard Keynes.
Esta última contemplaba la creación de un organismo internacional de
compensación, el cual se encargaría de emitir una moneda internacional
(El Bancor), mediante la cual los países con excedentes financiarían a
los países deficitarios. Esta última opción, en principio, podría ser
mucho más justa y equitativa. Podría haber evitado la honda
diferenciación internacional productiva y financiera que hoy existe.
Claro, hoy se sabe que inclinar las políticas financieras
internacionales hacía una moneda determinada favorece que las
inversiones y en general el fuerte económico se concentre en un lugar
muy específico, provocando que exista así una periferia mundial con poca
ventaja competitiva.
Partiendo
de lo anterior, no podría jamás, por tanto, ser una medida de solución
al problema de la periferia inclinar el sistema financiero hacia una
nueva moneda como por ejemplo el Yuan chino, no olvidemos que la
economía china es por hoy sumamente fuerte, que ha hecho últimamente
grandes préstamos a países de Latinoamérica, y que, de acuerdo con
expertos en el tema como Michael Snyder (RT: 2015), China no tiene
previsto vivir en un mundo dominado por el dólar demasiado tiempo. No
obstante, tener el Yuan u otra moneda como la principal solo crearía una
nueva periferia y con ello nuevas desigualdades. En mi opinión, una
medida económica como la que contemplaba Keynes era mucho más solidaria y
cooperativa, sin embargo, terminó imponiéndose el modelo estadounidense
ya mencionado.
No
hay un terreno hoy por hoy que sea tan controlado y tan restringido por
los países más poderosos como el terreno financiero. El dólar ni
siquiera requiere en la actualidad que Estados Unidos posea una gran
reserva de oro, simplemente funciona como patrón internacional por la
misma confianza que se supone que dicha moneda brinda. Y dicho panorama
reestructura el mundo, como ya ha sido apuntado líneas atrás, creando
así una periferia. De dicha forma, si gran parte de las protestas se
debe a la situación de pobreza y desigualdad en los países que conforman
dicha periferia, entonces, gran parte de dichas protestas posee lo que
podría llamarse una “causa invisible”, o por lo menos no explicita, en
contra de acuerdos que reestructuran el mundo y la economía como los de
Bretton Woods de 1944.
Quizás
con el tiempo haya movimientos sociales en contra de los grandes
factores estructurales y en contra de algunas de las políticas de los
organismos supranacionales como el Fondo Monetario internacional (FMI),
que por ser supranacionales, son de esos organismos que son difíciles de
identificar por el descontento de la opinión pública. Los movimientos
sociales parecen ser el futuro, pero parece que los grandes organismos
de poder ya comienzan a organizarlos e institucionalizarlos para que las
tecnologías de poder puedan en todo momento controlarlos en la medida
de lo posible. Sin embargo, muchos movimientos sociales siempre tendrán
una dinámica humana bastante espontánea. No olvidemos lo que al respecto
nos dice Matias Aretze (2011) citando a Shuster:
Así,
los nuevos movimientos sociales son caracterizados por la espontaneidad
y por objetivos de movilización que integran “nuevos problemas” por los
cuales movilizarse: género, derechos humanos, ecología, etcétera. El
eje del análisis se traza sobre la conformación particular de
identidades que, mediante el involucramiento personal y afectivo, se
constituyen como organizaciones –identidades colectivas– con cierta
continuidad en el tiempo y extensión en el espacio (Schuster, 2005: 48).
Por otra parte, la escuela norteamericana retoma las acciones
colectivas de protesta.
Cabe
finalizar diciendo que en el presente texto no se busca llamar a
protestas o de situarlas por encima de la importancia del orden público,
sino identificar la importancia que estas tienen y deben tener
actualmente y la importancia que han tenido a lo largo de la historia.
También se trata de que las protestas se transformen poco a poco, que no
pierdan potencia y fuerza capaz de cambiar la sociedad, que sean
capaces de identificar grandes factores estructurales y movilizar a la
población oprimida. La sociedad y la civilización en sí mismas son muy
complejas y siempre habrá, por tanto, pese a los grandes logros que por
hoy tenemos, algo que se pueda cambiar, algo, por pequeño o grande que
sea, que se pueda mejorar en pro de un mayor bienestar para todos.
Bibliografía:
Aretse,
M. (2011) Las acciones colectivas de protesta y el conflicto social en
la Argentina de 1990: Apuntes sobre sus caracterizaciones.
Sociohistórica (28), 107-129. En Memoria Académica.
Barbero González, Iker, (2010), Hacia modelos alternativos de ciudadanía: Una análisis socio-jurídico del movimiento Sinpapales. Tesis Doctoral Europea 2010, Universidad del País Vasco.
Bravo
Nieto, Vanesa (2012), “¿Seguridad o control en la red?: un análisis del
ejercicio del poder y la resistencia en los entornos virtuales a través
de los medios de comunicación”. Vol. 6 (1) 2012 [ ISSN 1887 – 3898 ]
Intersticios: Revista Sociológica de Pensamiento Crítico:
http://www.intersticios.es 145-163.
García Casado, David (2010). La resistencia no es modelo sino devenir. Crítica de lo radical contemporáneo. Revista Estudios Visuales.
Personería
de Medellín (2011). PROTESTA SOCIAL: ENTRE DERECHO Y DELITO*. Revista
Kavilando. V2 Nº 2 Jul- Dic 2010 P. 113 P. 212 ISSN: 2027-2391
Medellín-Colombia.
Tedesco,
Juan Carlos (2003), “Los pilares de la educación del futuro”. Debates
de educación, Barcelona, Fundación Jaume Bofill, Universitat Oberta de
Catalunya, 2003 [http://bit.ly/XIIAb0], fecha de consulta: 12 de
diciembre de 2012.
Referencias tomadas de Internet:
Wikipedia: Acuerdos de Brretton Woods: http://es.wikipedia.org/wiki/Acuerdos_de_Bretton_Woods.
RT: (2015). China: Todo listo para dar jaque mate al dólar y establecer una nueva mo
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