http://ssociologos.com/2015/03/10/desafios-para-podemos/
Profesor honorario. Departamento de Sociología de la Universidad
Autónoma de Madrid - UAM. Imparte docencia en la Facultad de Formación
de Profesorado y Educación. Ha realizado diversas investigaciones y es
especialista en Políticas públicas y Estado de bienestar, Sociología del
Trabajo, Movimientos sociales y cambio social y Sociología de la
Educación. Colabora con distintos medios de comunicación y ha publicado
numerosos artículos y una docena de libros; entre los últimos están:
Reestructuración del Estado de bienestar (2009), Resistencias frente a
la crisis. De la huelga general del 29-S al movimiento 15-M (2011),
Educación Pública: de tod@s para tod@s. Las claves de la “marea verde”
-coautor- (2012) y Ciudadanía Activa. Opciones sociopolíticas frente a
la crisis sistémica (2013)
.Podemos ha definido y propuesto elementos básicos de un proyecto político: un adversario (casta, sistema oligárquico), una base social de apoyo (ciudadanía o pueblo –descontento-), un programa (más democracia, más derechos, economía al servicio de la gente) y una estrategia transformadora (nuevo campo electoral, movilización social y participación cívica, proceso constituyente). Existen límites e insuficiencias de cada uno de esos aspectos. Pero globalmente constituyen pilares de una alternativa al poder establecido y sus políticas regresivas y autoritarias y señalan un camino transformador. (Un amplio análisis sobre Podemos se puede ver en “A propósito de Podemos“
Todo
ello ha sido suficiente para enlazar con el apoyo y la simpatía de una
parte significativa de la ciudadanía indignada y el movimiento popular.
Pero hay que profundizarlo y matizarlo para acometer las nuevas tareas
que aparecen por delante: fortalecer un polo alternativo unitario,
social y político, ganar representatividad y peso en las instituciones
políticas y apostar por el cambio político y la transformación
socioeconómica.
Dejamos
al margen la valoración crítica que merece el rechazo global al
conjunto de este proyecto, tachado de totalitario y extremista, venido
desde el poder establecido y su aparato mediático. También se apunta a
esa descalificación la dirección del partido socialista e intelectuales
afines. Así, Pedro Sánchez, su Secretario General, al definir su
estrategia política, insiste en desacreditar a Podemos como un grupo
populista que sigue el modelo ‘venezolano’, sin libertad ni progreso y,
además, ¡son aliados del PP! (con el desacuerdo de Pérez Tapias, de
Izquierda Socialista, que representa al 15% del PSOE y pide un
acercamiento). Ello aunque Pablo Iglesias, portavoz de Podemos, recalque
que la situación latinoamericana es distinta a la española y que su
objetivo fundamental es combatir a la casta y su dominio y privilegios,
profundizar la democracia y ensanchar la libertad y la participación
ciudadana.
Cabe
citar algunas interpretaciones no equilibradas, basadas en puntos
débiles o parciales, que llevan a elaborar un diagnóstico sesgado sobre
Podemos. Existen análisis que ponen el acento en la inexistencia o
irrelevancia de la casta, su concepción antipluralista del sujeto
ciudadanía o pueblo, su inconsistencia, la inconcreción de su programa
y, en fin, la falta de estrategia transformadora y el carácter mítico o
formalista de su propuesta de proceso constituyente. En ese sentido, se
hace abstracción del contenido sustantivo de casta, el poder
establecido, regresivo, prepotente y con ventajas especiales, y se
infravalora la amplitud de una ciudadanía indignada, su composición de
capas populares y el impacto del movimiento de protesta social
progresista. Así mismo, no se valora suficientemente que sí han definido
unas ideas clave –democracia, derechos, economía al servicio del
pueblo- frente al poder establecido y que sus mensajes han sido
comprendidos y sus líderes aceptados por un sector significativo de la
ciudadanía crítica y descontenta.
Distintas
posiciones del ámbito progresista reconocen la influencia social y
política de este fenómeno y el incremento de espacios de participación
ciudadana, es decir, lo más evidente. Pero algunas de ellas achacan este
hecho, sobre todo, a la oportunidad y el acierto en la difusión de una
buena campaña comunicativa (publicitaria), con unos lemas populistas y
basados en el estímulo de las emociones populares. O sea, no valoran
suficientemente el proceso de conformación de la actual polarización
sociopolítica entre, por un lado, élites dirigentes que aplican una
política regresiva y prepotente y, por otro lado, una ciudadanía
indignada, con un fuerte movimiento popular, progresista y democrático.
Es la base consistente en que se ha apoyado un proyecto
político-electoral cuyos componentes principales han sido realistas,
transformadores y explicados con argumentos racionales, y cuyos mensajes
sintéticos han conectado con la cultura cívica y han facilitado el
apoyo popular a su liderazgo. La consecuencia es la infravaloración de
la construcción de un polo de referencia alternativo, diferenciado de la
socialdemocracia y, según los últimos datos, de similar peso
representativo.
En
definitiva, este nuevo proyecto político, que acaba de nacer en una
coyuntura crítica, todavía es frágil y necesita maduración. Pero se
asienta en una realidad de, por una parte, desigualdad social y
autoritarismo institucional y, por otra parte, una amplia conciencia
popular crítica y fuertes demandas ciudadanas de cambio. Permite
aventurar, si acierta en el desarrollo de sus posiciones clave y la
convergencia con el resto de fuerzas alternativas, que puede condicionar
todo el panorama político. En particular, para evitar ambigüedades y
precisar los objetivos se debería dar un paso más: clarificar lo que
vale y lo que no vale del actual régimen político y las distintas
izquierdas, explicar el alcance o profundidad del cambio a desarrollar
con las fuerzas políticas y movimientos afines, evaluar el suficiente
apoyo popular para obtener una amplia legitimidad ciudadana, elaborar un
programa alternativo en el ámbito democrático (constitucional o de la
arquitectura institucional, territorial y las leyes básicas del Estado) y
en los planos socioeconómico y de la construcción europea, utilizar un
discurso riguroso y promover una dinámica organizativa transparente,
unitaria y democrática.
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