OPINION: Reelección: ¡Oh adicción!
La historia dominicana
muestra una fuerte adicción reeleccionista, y no proviene
fundamentalmente del pueblo, aunque ahora muchos la deseen según indican
las encuestas, sino de los dirigentes y activistas políticos.
En el 2002 se instauró el sistema de una reelección inmediata para Hipólito Mejía poder repostularse. El “nunca jamás” fue el aderezo para hacerla potable. Mejía fracasó en el intento, pero a la fecha no se ha dado por vencido; está ahí de nuevo en el ruedo.
En el 2008, Leonel Fernández comenzó su segundo mandato consecutivo gracias a Hipólito Mejía; pero hacia el futuro inhabilitado por el “nunca jamás”. Fernández se dedicó entonces a cambiar la Constitución, y para disimular su verdadera intención, anunció una amplia reforma que hasta llamó Revolución Democrática. Como era de esperarse, la Constitución de 2010 eliminó el “nunca jamás”. ¿Beneficiarios? Fernández y Mejía que ahora rondan por cuarta vez en intención reeleccionista. ¡Qué adicción!
Miguel Vargas sigue apostando a la repostulación en la nominación de su disminuido partido. En 2008 perdió las elecciones presidenciales y en 2012 la nominación del PRD. No conforme, se impuso otra vez para ser candidato.
La adicción reeleccionista también se manifiesta ahora entre los seguidores del presidente Danilo Medina. Reclaman otro cambio constitucional para reinstaurar la reelección inmediata; y otra vez, para hacerla potable, hablan del “nunca jamás”. Arguyen en defensa que por primera vez en la historia dominicana mucha gente desea la reelección. ¿Pero y si Medina hubiera resultado impopular?
El sistema clientelista y caudillista de República Dominicana dificulta que los presidentes y sus colaboradores imaginen una vida lucrativa (o por lo menos entretenida) sin estar en el poder o luchando por él. En el proceso, empantanan los partidos y desmeritan las leyes.
Actualmente, el reeleccionismo de Leonel Fernández e Hipólito Mejía mantiene las aspiraciones de otros precandidatos sepultadas, y dificulta el buen desenvolvimiento de sus respectivas organizaciones. En el PLD, ningún precandidato tiene posibilidades reales de ganarle a Fernández en unas primarias; por eso muchos ven en Medina la única alternativa.
En el PRM, sin estructura ni arbitraje partidario, Hipólito Mejía tiene mayores probabilidades de imponer su candidatura por contar con una recua de seguidores con beneficios acumulados. Ha perdido dos elecciones y el presente no le augura mejor suerte, pero insiste.
Lean bien, por favor: no hay sistema de reelección perfecto. La reelección indefinida presenta el riesgo de que un presidente utilice todos los resortes del poder para quedarse por largos años. La prohibición total de la reelección impide que un presidente bien valorado pueda repetir en el cargo, ya sea inmediatamente o posteriormente.
Los sistemas que combinan la permisión y la prohibición son más razonables para acomodar el derecho que debe tener la ciudadanía de repetir con un presidente popular, sin que nadie intente eternizarse en el cargo.
En países de fuerte tradición caudillista como es el caso dominicano, la mejor opción es permitir una repostulación inmediata y nunca jamás. La segunda mejor opción es permitir una repostulación inmediata y dos períodos de espera antes de poder acceder nuevamente a una postulación. Estas modalidades facilitan la circulación del liderazgo político, un componente esencial del sistema democrático.
El día que en República Dominicana se haga una reforma constitucional sobre la reelección para consolidar la democracia, no debe ser para beneficio de un presidente específico y debe perdurar en el tiempo.
Lamentablemente, República Dominicana está lejos de formular y respetar leyes que favorezcan la institucionalidad democrática. Es febrero de 2015 y retumba en el ambiente político el reeleccionismo de los danilistas, leonelistas, hipolitistas y miguelistas. ¡Oh adicción!
En el 2002 se instauró el sistema de una reelección inmediata para Hipólito Mejía poder repostularse. El “nunca jamás” fue el aderezo para hacerla potable. Mejía fracasó en el intento, pero a la fecha no se ha dado por vencido; está ahí de nuevo en el ruedo.
En el 2008, Leonel Fernández comenzó su segundo mandato consecutivo gracias a Hipólito Mejía; pero hacia el futuro inhabilitado por el “nunca jamás”. Fernández se dedicó entonces a cambiar la Constitución, y para disimular su verdadera intención, anunció una amplia reforma que hasta llamó Revolución Democrática. Como era de esperarse, la Constitución de 2010 eliminó el “nunca jamás”. ¿Beneficiarios? Fernández y Mejía que ahora rondan por cuarta vez en intención reeleccionista. ¡Qué adicción!
Miguel Vargas sigue apostando a la repostulación en la nominación de su disminuido partido. En 2008 perdió las elecciones presidenciales y en 2012 la nominación del PRD. No conforme, se impuso otra vez para ser candidato.
La adicción reeleccionista también se manifiesta ahora entre los seguidores del presidente Danilo Medina. Reclaman otro cambio constitucional para reinstaurar la reelección inmediata; y otra vez, para hacerla potable, hablan del “nunca jamás”. Arguyen en defensa que por primera vez en la historia dominicana mucha gente desea la reelección. ¿Pero y si Medina hubiera resultado impopular?
El sistema clientelista y caudillista de República Dominicana dificulta que los presidentes y sus colaboradores imaginen una vida lucrativa (o por lo menos entretenida) sin estar en el poder o luchando por él. En el proceso, empantanan los partidos y desmeritan las leyes.
Actualmente, el reeleccionismo de Leonel Fernández e Hipólito Mejía mantiene las aspiraciones de otros precandidatos sepultadas, y dificulta el buen desenvolvimiento de sus respectivas organizaciones. En el PLD, ningún precandidato tiene posibilidades reales de ganarle a Fernández en unas primarias; por eso muchos ven en Medina la única alternativa.
En el PRM, sin estructura ni arbitraje partidario, Hipólito Mejía tiene mayores probabilidades de imponer su candidatura por contar con una recua de seguidores con beneficios acumulados. Ha perdido dos elecciones y el presente no le augura mejor suerte, pero insiste.
Lean bien, por favor: no hay sistema de reelección perfecto. La reelección indefinida presenta el riesgo de que un presidente utilice todos los resortes del poder para quedarse por largos años. La prohibición total de la reelección impide que un presidente bien valorado pueda repetir en el cargo, ya sea inmediatamente o posteriormente.
Los sistemas que combinan la permisión y la prohibición son más razonables para acomodar el derecho que debe tener la ciudadanía de repetir con un presidente popular, sin que nadie intente eternizarse en el cargo.
En países de fuerte tradición caudillista como es el caso dominicano, la mejor opción es permitir una repostulación inmediata y nunca jamás. La segunda mejor opción es permitir una repostulación inmediata y dos períodos de espera antes de poder acceder nuevamente a una postulación. Estas modalidades facilitan la circulación del liderazgo político, un componente esencial del sistema democrático.
El día que en República Dominicana se haga una reforma constitucional sobre la reelección para consolidar la democracia, no debe ser para beneficio de un presidente específico y debe perdurar en el tiempo.
Lamentablemente, República Dominicana está lejos de formular y respetar leyes que favorezcan la institucionalidad democrática. Es febrero de 2015 y retumba en el ambiente político el reeleccionismo de los danilistas, leonelistas, hipolitistas y miguelistas. ¡Oh adicción!
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