La revolución del Papa Francisco
En Italia ha aparecido un portavoz de ese laicado rancio y conservador católico y de esos Cardenales y Obispos que sienten que pierden sus privilegios y desean mantener ese reinado envuelto en el incienso para ocultar esa pseudo-fe cristiana mundanal y llena de hipocresía farisaica: se trata de Vittorio Messori, escribiendo en el Corriere della Sera de Milán, y que no parece escribir motu proprio, sino a nombre de esa mafia conservadora de la Iglesia Católica a quien Francisco les dirigió ese sermoncito incómodo de los 15 famosos Pecados. Es fuente de escándalo lo que Messori llama “ïmprevisibilidad” de Francisco, y es aquí precisamente donde está el fuerte de Francisco al tratar de volver al espíritu de la Iglesia primitiva, aquella donde quedaba gente que tenía edad para recordar al Jesús de carne y hueso visible y a su predicación, pero el cual antes de partir había encargado al Espíritu Santo para continuar la obra del Reino de Dios, y así cito al mismo Boff en el periódico HOY: “Sin el Espíritu Santo, la Iglesia se convertiría en una Institución pesada y sin creatividad. En el fondo tendrá poco qué decir al mundo, a no ser doctrinas sobre doctrinas, sin llevar a un encuentro con Cristo y sin suscitar esperanzas y alegría de vivir. Es un don del Espíritu Santo un Papa Francisco venido de fuera de la vieja y cansada cristiandad europea”, justamente, “del fin del mundo” como expresó el mismo Francisco en su primer saludo a la cristiandad y al mundo, venido desde una América Latina en ebullición donde reside el 49% de los Católicos, sin contar los cientos de Iglesias cristianas que se retiraron del catolicismo, muchas de ellas por sentirse dentro de una Iglesia cansada y gastada, que les hizo salir en busca de nuevos pastos y pastores más carismáticos. La Revolución de Francisco promueve una auténtica renovación desde la Cabeza hasta las base
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