El último samurái, la verdadera historia
samuráis y shogunes gobernaron Japón durante años, pero fueron
desplazados y relegados por la modernidad y la industria de Occidente.
La figura del Emperador existía en dicha época del Shogunato, si bien
estaba relegada a un discreto segundo plano. Sería pues, desde la
Restauración Meiji hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando
el Emperador cobraría protagonismo.
Aunque aparentemente Japón había estado aislado del mundo durante un largo tiempo, dicho aislamiento (Sakoku)
nunca fue completo. El contacto con europeos, tales como portugueses y
españoles, ya se había producido años antes a través de misioneros y
comerciantes (“namban” o “bárbaros del sur” era el
nombre que los japoneses dieron a españoles y portugueses). Otros hechos
ocurridos en Asia, como la invasión japonesa de Corea y su fin a manos
del almirante Yi Sun Sin con sus barcos tortuga en Noryang o años antes las dos invasiones mongolas de Kublai Khan en las que Japón se salvó gracias a las tempestades y fuertes vientos (de ahí la palabra kamikaze o “viento divino“), demuestran que Japón no estaba tan aislado y que sí estaba en los mapas. Sería el comodoro Perry el que tendría un papel relevante en la apertura de Japón a Occidente con la firma del Tratado de Kanagawa
en 1854. Nathan, en realidad, está inspirado en un personaje histórico
que vivió en dicha época, pero no era un norteamericano sino el francés Jules Brunet.
Brunet nació en Belfort, en el Este de Francia, en 1838. En 1857 se
graduó en la Escuela Politécnica de París en la especialidad de
artillería. Entre 1862-1867 participó en la segunda intervención
francesa de México bajo las órdenes de Napoleón III, donde Brunet
destacó por su valentía recibiendo la Légion d’Honneur. Sería
en 1867 cuando Brunet llegaría a Yokohama como miembro de la primera
misión militar francesa en Japón. Su tarea como miembro de dicha misión
era formar e instruir a las fuerzas de élite del Shogún Tokugawa Yoshinobu.
Durante dicha misión, Brunet quedó fascinado por las tradiciones y por
la cultura japonesa, pero como pasa también en la película era un
periodo de inestabilidad política. En 1868 el Emperador Meiji
se hizo oficialmente con el poder, poder que había ostentado el Shogún
desde hacía 600 años. El Emperador fue respaldado y apoyado por multitud
de clanes, pero el Shogún no reconoció al Emperador… y comenzó una
guerra civil (Boshin) que enfrentó a la facción aperturista, liderada por el Emperador, contra el Shogún y los partidarios de la tradición.
Las tropas imperiales marcharon a Edo, donde el embajador francés Léon Roches
elaboró un plan para defender la ciudad, pero en el último momento el
Shogún decidió dejarlo a un lado y sus tropas fueron derrotadas el 29 de
marzo de 1868 en la batalla de Koshu-Katsunama. Dos meses más
tarde, Edo capitulaba y Yoshinobu se rendía. Unos pocos hombres del
Shogún, entre los que se encontraban Brunet y cuatro oficiales
franceses, lograron escapar con la ayuda del almirante Enomoto Takeaki, leal al Shogunato Tokugawa, a la isla Ezo al norte de Japón (actual Hokkaidō). El 3 de septiembre de 1868, Edo pasó a denominarse Tokyo y
el Emperador Meiji se estableció en la que, desde ese momento, será la
capital de Japón. Napoleón III declaró la neutralidad de Francia. Sin
embargo, Brunet y los oficiales decidieron abandonar la misión del
ejército francés y unirse a Takeaki con la esperanza de reagrupar las
tropas y poder contraatacar. Con Jules Brunet al mando, los rebeldes
sitiaron y capturaron el fuerte de Goryokaku, en manos de las tropas imperiales. Seguirían otras victorias hasta conquistar Hakodate, donde el 15 de diciembre de 1868 se proclamó la República de Ezo,
nombrándose presidente a Enomoto Takeaki. Francia y otras naciones
europeas reaccionaron reconociendo la República de Ezo (la única en la
historia de Japón).
En marzo de 1869, cerca de 10.000 hombres del ejército Imperial llegaron a Ezo, donde Brunet, los cuatro oficiales franceses (Fortant, Marlin, Cazeneuve y Bouffier)
y unos 3.000 hombres de la República protagonizan una épica
resistencia. Finalmente, la superioridad numérica pudo con el entusiasmo
de los partidarios del Shogunato y fueron derrotados en mayo de 1869.
Cuando cayó el fuerte de Goryokaku, sólo había una guarnición 800
hombres de la República de Ezo frente a 8.000 del ejército Imperial… era el fin de 600 años de Shogunato y de la aventura japonesa de Jules Brunet.
Abandonó Japón rumbo a Francia, donde a pesar de ser recibido como un
héroe fue juzgado por desobedecer las órdenes de permanecer al margen.
Aún así, pudo continuar su carrera miliar alcanzando el rango de
general.
A pesar de lo hecho por Brunet, la colaboración franco-japonesa
continuó en la Restauración Meiji: otras dos misiones llegaron a Japón
en 1872 y 1884 con el objetivo de modernizar el ejército japonés. Dos
oficiales franceses fueron los primeros occidentales en ser aceptados en
un prestigioso dojo y practicar las artes marciales japonesas. En 1886,
al ingeniero Louis Emile-Bertin se le encomendó la
construcción de la primera Armada moderna japonesa, llegando a
convertirse en íntimo amigo del Emperador. En 1919, ingenieros franceses
supervisaron la creación de la primera fuerza de aviación japonesa.
Hoy en día, el nombre de Jules Brunet ha caído casi en el
olvido en Francia, pero los japoneses aún recuerdan al soldado francés
que luchó junto a los últimos samuráis.
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