La condesa sangrienta, Elizabeth Báthory (1560-1614)
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En las oscuras
tierras de Transilvania, los cuentos y leyendas de terror acerca de
vampiros y hombres lobo se entrecruzan con la horrible existencia real
de hombres y mujeres que pasaron a formar parte de la triste historia de
los asesinos en serie. Una de ellas, una condesa de alta cuna, conocida
con el sobrenombre de “la condesa sangrienta”, ostenta un terrible
récord de asesinatos, más de 650, en una macabra búsqueda de la belleza.
No en vano, se la considera la peor depredadora que haya tenido la historia del crimen1.
Aristocracia, educación y esoterismo
Erzsébet o
Elizabeth Báthory nació en Nyírbátor, Hungría, el 7 a agosto de 1560 en
el seno de una de las familias aristocráticas más importantes de
Transilvania. Su tío Esteban I Báthory, príncipe de Transilvania, se
convirtió en rey de Polonia a finales del siglo XVI.
Elizabeth
recibió una amplia y exquisita educación aunque también estuvo en
contacto desde su más tierna infancia con la alquimia y el esoterismo,
prácticas ampliamente practicadas por algunos miembros de su dinastía.
Esposa del Héroe Negro, amante del Vampiro
En 1575, cuando
Elizabeth era una joven de 15 años de edad, se casó con el conde Ferecz
Nádasdy, de 20. La pareja se trasladó a vivir al solitario castillo de
Csejthe donde Elizabeth quedó prácticamente recluida. Ferecz era un
soldado que pasaba largas temporadas en las constantes guerras que
asolaban el país. Sus prácticas crueles con sus enemigos le valieron el
apodo de “El héroe negro”.
La existencia
de la condesa se hizo tediosa y solitaria. Sin poder salir de su
castillo por orden expresa de su marido, Elizabeth empezó a intentar
escaparse por diversión, hecho que consiguió en varias ocasiones en las
que vivió alguna que otra aventura, entre ellas, una fugaz con un
excéntrico joven conocido como “el vampiro” por su extraño aspecto y vestimentas2.
Tras los muros
de su castillo, la condesa se rodeó de extraños sirvientes con los que
practicó experimentos brujeriles y relacionados con la alquimia. Entre
ellos, una bruja llamada Dorkó y su antigua nodriza, Jó Ilona, quien
empezó a aconsejar a su señora el uso de la sangre para evitar los
efectos del paso del tiempo. En aquel tiempo, Elizabeth ya empezó a
martirizar a sus sirvientas con los más retorcidos métodos como
cubrirlas de miel y dejarlas en medio de un jardín para deleite de los
insectos o dejarlas en el frío invierno fuera mientras las congelaba con
gélidos cubos de agua hasta convertirlas en auténticas estatuas de
hielo. En sus castillos transilvanos de Csejthe y Varannó, la Báthory
tuvo todo el tiempo y la soledad del mundo para desarrollar sus
aficiones hasta un grado de sofisticación sádica escalofriante3.
Pasaron más de
10 años de matrimonio hasta que la condesa se convirtió en madre por
primera vez de una niña llamada Anna. Tras ella vendrían Úrsula,
Catalina y Pablo. A pesar de que la maternidad la alejó de sus extrañas
actividades, una obsesión rondaba su cabeza desde hacía tiempo. El
inefable paso del tiempo, el envejecimiento de su cuerpo, empezaban a
preocupar a Elizabeth de un modo que terminaría convirtiéndose en
enfermizo.
El baño de sangre
La muerte de su esposo el 4 de enero de 1604 radicalizó las actuaciones crueles de la condesa. Viuda, se dio al vicio de enamorarse de sí misma4.
La locura y
sadismo de Elizabeth se desencadenó cuando una de sus desdichadas
sirvientas le dio un desafortunado tirón de pelos mientras la peinaba.
La bofetada que le propinó su señora le provocó una herida. La sangre le
salpicó a Elizabeth en la mano quien fue pronto presa de la excitación
al creer que la zona de la piel manchada se hizo más tersa y blanca. A
la mente de Elizabeth volvieron las tétricas palabras de su nodriza y no
dudó en desangrar a la torpe sirvienta y prepararse una bañera con su
sangre en la que se sumergió. Ese sería el primero de una larga lista de
asesinatos para abastecerse de la sangre suficiente que le daría la
eterna juventud. En su paranoica locura no se conformó pues, para no
frotarse con toallas que disminuyeran el efecto de la sangre, obligaba a
otras sirvientas a lamerle el cuerpo. A estas más les valía no mostrar
rechazo ni repugnancia pues el castigo sería peor. Torturarlas hasta la
muerte fue una práctica que no dudó en llegar a cabo la condesa.
Ruinas del castillo de Csejthe |
En aquella
espiral de muerte y depravación, Elizabeth Báthory se hizo con una serie
de artilugios como un terrible sarcófago conocido como la Dama de
Hierro en el que introducía a sus víctimas que sufrían el pinchazo de
los múltiples clavos que recubrían su interior.
Durante más de
10 años, los campesinos del lugar veían el carruaje de la condesa
deambular por sus tierras en busca de pobres muchachas engañadas con la
promesa de una vida mejor a la dura existencia del campo. Y las que se
negaban, eran drogadas y obligadas a la fuerza a acompañar a Elizabeth a
un castillo del que a buen seguro nunca más saldrían con vida. La gran
cantidad de cadáveres fueron primero enterrados con cuidado en las
inmediaciones de la fortaleza pero al final, la Báthory y sus cómplices
no tuvieron reparo en dejarlos en los campos sin ningún problema. A
pesar de que la población cercana empezó a sospechar de la desaparición
constante de muchas de sus hijas, la alta cuna de la que provenía la
condesa hizo que ésta pudiera continuar con sus prácticas asesinas de
manera impune.
Un error de cálculo
Pero las
jóvenes muchachas se fueron terminando y la sed de sangre de Elizabeth
la llevó a cometer un grave error. No dudó, desesperada por conseguir
líquido para sus baños y víctimas para sus sangrientas prácticas,
recurrir a chicas de la aristocracia. El rey Matías no pudo ya hacer
oídos sordos a las historias dramáticas que llegaban de su pariente.
Hombres del
rey, dirigidos por el palatino Thurzó, decidieron investigar el caso.
Cuando atravesaron los muros de Csejthe se encontraron un horrendo
espectáculo de cadáveres torturados, sangre derramada y a la propia
condesa disfrutando de uno de sus depravados baños.
La sentencia
hecha pública el 17 de abril de 1611 condenaba a Elizabeth Báthory a ser
recluida de por vida. No corrieron la misma suerte sus cómplices
quienes fueron, todos ellos, ejecutados. La condesa pasó los siguientes 4
años enterrada en vida. Fue emparedada en su propio castillo, sin poder
ver la luz del día, aislada completamente, con una sola rendija por la
que recibía algo de comida. Moría el 21 de agosto de 1614.
Los hechos y personajes de las leyendas populares son, en ocasiones, detalles distorsionados de sucesos reales, la obra de campesinos simples. Sin embargo la historia muestra qué pálidos resultan los relatos sobre vampiros si echamos una mirada sobre la vida de Elizabeth Bathory, la condesa sangrienta.
La Infancia de Elizabeth.
Gabrielle Erzsebet Bathory-Nadasdy; más conocida como Madame Bathory es una de las figuras más tenebrosas y enigmáticas de la historia. Nace nada menos que en Transilvania en 1560 en el seno de una de las más poderosas y ricas familias del país. Entre sus parientes había un cardenal, y un príncipe de Transilvania. Su primo, el conde Thurzo fue primer ministro de Hungría, y hasta el rey Esteban de Polonia se contaba entre sus familiares. Pero entre la religión y los asuntos de estado, la familia tenía otros intereses; un tío era hechicero, una tía lesbiana; y un hermano célebre por sus conquistas amorosas, las cuales lograba a menudo a través de la fuerza.
Se dice que a los 4 o 5 años de edad la pequeña Elizabeth sufrió de violentos temblores y convulsiones. A los once años fue prometida al conde Ferencz Nadasdy, y enviada a pasar unas temporadas con su nueva familia. A los trece queda embarazada de un sirviente. El muchacho fue castrado y lanzado a los perros, y Elizabeth fue enviada a un remoto castillo familiar para que pariera. Se hizo desaparecer al bebé.
El Inicio del Horror.
A diferencia de la mayoría de la gente de su tiempo, Elizabeth poseía una inteligencia notable; hablaba perfectamente el húngaro, el latín y el alemán. Su cultura era extensa y sus modales impecables. Se piensa que ya en esa época el marido y la familia de Elizabeth conocían sus inclinaciones sádicas, pero estas actitudes no eran extrañas en la aristocracia, por lo que nadie consideró el asunto como relevante.
El 8 de mayo de 1575, a los 15 años se casa con el conde, quien tenía 26. Se mudaron al majestuoso castillo Csejthe en la región de Nyira, en el noroeste de Hungría. La pareja se veía en raras ocasiones debido a las actividades guerreras de Ferencz, conocido como el "guerrero negro". Diez años pasaron hasta que Elizabeth tuvo a su primera hija, Ana; luego vinieron Úrsula y Katherina, y finalmente su único hijo varón, Pàl. El 4 de enero de 1604 muere su marido, dejándola viuda a los 44 años. Cómo primera medida la condesa despide a su odiada suegra del castillo, y encierra en los sótanos a las protegidas de la anciana.
Durante su matrimonio, Elizabeth había trabado amistad con un sirviente, un tal Thorko, quien la inició en las prácticas de la nigromancia.
Ayudada por el sirviente y por su vieja niñera, Ilona Joo, Elizabeth comenzó a torturar a algunas criadas del castillo. Luego se agregaron otros cómplices: Johannes Ujvary, y dos brujas llamadas Dorotea Szentes y Dárvula.
Por esa época comienzan los rumores en los pueblos cercanos de que algo siniestro ocurría en el castillo. Espíritus sencillos hablaban de magia negra y oscuros rituales; otros, menos exaltados, meneaban la cabeza y afirmaban que la extraña obsesión de la condesa por su belleza era un simple acto de vanidad.
Bautismo de Sangre.
Cierto día, una de sus criadas le tiró de los cabellos accidentalmente mientras la peinaba. Elizabeth la abofeteó fuerte, tan fuerte que se salpicó la mano con la sangre de la muchacha. De inmediato, Elizabeth sintió que su piel en esa zona obtenía la frescura de su joven criada. Allí despertó el monstruo. Inmediatamente llamó a Johannes y a Thorko; desnudaron a la muchacha, le cortaron la garganta pronunciando diabólicas letanías y la desangraron en una tina. Ese día Elizabeth se dio su primer baño en sangre humana.
Entre 1604 y 1610, los oscuros agentes de Elizabeth se dedicaron a proveerle de mujeres entre 9 y 16 años para sus sangrientos rituales......
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Para aquellos que creen que ya no hay nada que pueda agregarse al mito de la condesa sangrienta, los invito a leer este excelente y breve ensayo de la escritora argentina Alejandra Pizarnik, llamado El Espejo de la Melancolía.
Desacargar Ensayo de Alejandra Pizarnik. La Condesa Sangrienta:
http://www.mediafire.com/download/4uy...
Libros Sobre La Condesa Sangrienta
- Ella, Dracula Erzsébet (Elisabeth) Báthory de Javier García Sanchéz (pdf & word)
Descargar: http://www.mediafire.com/download/rsa...
- Báthory Acercamiento al mito de la Condesa Sangrienta de Isabel Monzón
Descargar: http://www.mediafire.com/download/c88...
Fuente: Wikipedia.org
Música: Desolation de Opus Nigrum
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