Enrique Jiménez Moya, un héroe.
Símbolo de la Lucha, no es vegano
ni capitaleño, es un patrimonio y un soldados de la lucha liberacionista latinoamericana, por cuya causa lucho hasta morir.
Fuente: Ángela Peña. Periódico
Hoy, sección El País, Pág. 12ª. Domingo 19 de enero del 2014. (Calles y
Avenidas).
La vida de Enrique Augusto Jiménez Moya en el exterior fue un
constante trajinar en busca de acciones
que condujeran a la redención de su patria de la tiranía trujillista y el
establecimiento de un régimen de justicia social, esbozados en el Programa Mínimo de Liberación Nacional y el Manifiesto
al Pueblo Dominicano, que todavía son materia pendiente.
El historiador, catedrático
universitario y genealogista Alfredo
Hernández, hizo la consideración y reveló datos del mártir del 14 de
junio de 1959 localizados para su libro sobre la familia Moya, que mantuvo la
supremacía en La Vega durante más de un siglo.
Aclaro que el valiente
revolucionario que participó en la frustrada invasión de Cayo Confite en 1947 y
lucho contra la dictadura de de Fulgencio Batista en Cuba, no es vegano
como consigna varios autores, sino que nació en Santo Domingo, hizo hace 100
años el pasado 27 de agosto de 2013.
De su existencia en el país no
abundan las noticias pues de su niñez
fue llevado a Colombia donde su padre
ejercía funciones diplomáticas y después
de visitar varios países el combatiente se radico en Venezuela donde mantuvo contactos con los
grupos antitujillistas
.
En algún momento previó, según
Hernández. Enrique vino a la República Dominicana, pero, luego se fue a pelear junto a Fidel Castro. Tas el triunfo
de la Revolución pasó a organizar a los expedicionarios con el apoyo de los
gobiernos de Cuba, Venezuela y Costa
Rica. A partir de entonces comenzaron las labores en el exilio para entrenar
guerrilleros que le acompañarían en la incursión por Constanza, Maimón y Estero Hondo.
Política
en sus venas. Enrique
Augusto Jiménez Moya, escasamente valorado en nuestra historia,
llevaba en sus venas la actividad política y militar. Por el lado
materno era nieto del general historiador y cartógrafo Casimiro Nemencio de Moya Pimentel, quien
inició en La Vega un revolución contra Heureaux en 1886 que se extendió por
todo el Cibao; significa Alfredo Hernández.
Agrega que Casimiro Nemensio, a
su vez era hijo del sacerdote Dionisio Valerio de Moya y Portes, político
cabrerista como toda la familia Moya, quien
combatió en las batallas de
Talanquera y Sabana Larga, pese a que su
misión era la de capellán.
Por parte de su padre añade, era
biznieto del ex presidente Juan Isidro Jiménez Pereira, un guerrero incansable
desde El Fanita, en
1898, hasta el derrocamiento
de Bordas
Valdez. Acosta Hernández que el
sacerdote y los demás miembros de esta estirpe, fueron los primeros oligarcas
que ejercieron el comercio e invirtieron en
industria en La Vega y que el cura
fue quien inició la construcción del templo. Según Alfredo Hernández, el
clérigo prestaba dinero al Estado, lo mismo que sus hermanos, cuando había que resolver problemas
urgentes, para recuperarlo cuando el gobierno de turno les reconociera la deuda.
Refiere que los tíos bisabuelos
de Enrique Augusto, Ramón Martín y Casimiro, y el primo de su abuela, Samuel de
Moya, fueron gobernadores de La Vega,
cargo que entonces era denominado jefe Superior y Político Militar.
El padre de “Enriquito” como
llamaban al patriota, fue funcionario del gobierno de Juan Isidro como
interventor de la Aduana de Montecristi. También en otras administraciones fue:
diputado, secretario de Justicia e Instrucción Pública, gobernador y
delegado del gobierno en Montecristi,
secretario de los Interior, Ministro
Plenipotenciario en Enviado Extraordinario en Washington.
“Era tan cercano a su tío que
participó junto a él en la expedición del Famita en 1898, contra Lilís y luego
encabezo en unión del general Perico Lázala la expedición de 1906 contra el presidente Cáceres”, para Hernández y
pregunta
“¿Qué otra cosa podía esperarse de un hijo suyo frente a un
criminal tirano enseñoreado en su Patria?. La madre de Enrique Augusto Jiménez
Moya era Gloría Moya Cesteros.
Alfredo Hernández cita entre sus
descendientes a Gloria Jiménez, hija mayor de Enrique Augusto, quien hasta hace
poco residía en Miami. “Éramos cuatro hermanos, la mayor
soy yo, que tenía nueve años y la más pequeña dos, y él, aun así,
entregó la vida a la República Dominicana” , manifestó la primogénita.
Otros hijos fueron Enrique y Ana
Virginia Jiménez Araujo, la menor. Hernández no aporta el nombre de su madre.
Ana Virginia escribió en Internet que la progenitora les contaba que “la última
vez vio a papá en viaje clandestino a Venezuela le rogó que por sus hijos no se fuera y él le respondió mis hijos son tus
hijos, yo voy en busca de la libertad
para mi país. Diles que los llevo en el
corazón”
Jiménez Moya fue incorporado al Ejercito Rebelde, en
Cuba, con rango de teniente y al quedar
gravemente herido en el combate de Maflo, se ganó el grado de capitán, anota
Emilio Cordero Michel. En marzo de 1959
fue designado comandante en jefe del Ejército de Liberación Dominicana que
organizó la expedición de Junio. Encabezó un grupo de soldados que
desembarcaron en Constanza.
Todavía, señala Alfredo Hernández, no se han
aclarado del todo la circunstancias de
su muerte. “según Anselmo Brache Batista, perdió contacto con el grueso de sus tropas el 16 de junio
1959, en el combate de la Guamita. Llego exhausto junto a su asistente Chefisto Patiño (Batista) a un bohio de las Auyamas. Prisionero de unos campesinos” y luego de la guardia
trujillista “quienes lo mataron cuando se rebeló. Su cadáver fue llevo a San
Isidro.
Avenidas. Jiménez Moya ha merecido la designación con su nombre de u
tramo de la avenida Winston Churchill. Al respecto opina Hernández que “al
igual que en Santo Domingo, la avenida
que se le ha dedicado en La Vega es un pedazo de calle, porque para los dirigentes del cabildo
capitalino un extranjero que no hizo nada por el país tiene más méritos que un dominicano, y las
principales arterias de la capital están a nombre del entreguismo. Y en La Vega
, ese cabildo, para asignar los nombres de las calles lo hace por conveniencias
políticas coyunturales, es un vergüenza para todo vegano que se respete”.
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