NACIONALISMO
POLITICO DE FEDERICO GARCIA GODOY
Federico García Godoy
no actuó a manera de un político en el sentido específico de la palabra, sino como un
teorizante en conceptos de filosofía política. Al modo de todos los grandes pensadores, tuvo
receptividad para ese linaje de ideas,
en razón de que el Estado se mueve actualmente en un ámbito de principios
políticos dentro de las cuales están comprendidas las tendencias económicas y sociales que deben regir la vida del hombre.
Algunas de sus obras
las escribió anonadado por el panorama
de la realidad socio-político-económica del País en su pasado luctuoso. En octubre de 1913 y en su brillante estudio
publicado por La Revista de América, órgano dirigido en París por el eminente García
Calderón, decía amargamente.
=
Parecemos un pueblo envejecido prematuramente gastado, impotente, que, agostados los ideales que jalonaron su
progresivo y corto desenvolvimiento, sólo alcanza a ver en el horizonte ensombrecido,
los signos fatales, precursores de un inminente desquiciamiento…. Mi fe robusta
va teniendo ya cortos momentos de vacilación. Es peligroso, muy peligroso, el
estado actual del alma del pueblo dominicano. En él no hay ni síntomas de la convergencia
de ideas y de voluntades de absoluta
necesidad para cimentar un proceso de
adecuada organización jurídica que imprima rumbo más o menos estable a nuestra
extraviada e incoherente actualidad política….
Solidario
del ideal febrerista, vislumbraba la organización integrante la República a la
luz de los principios que iluminaron el pensamiento dominicano en la oscura
noche de nuestra esclavitud.
Ante
la urgente necesidad del estado actual
que tanto urgía, su nacionalismo literario se
convirtió en nacionalismo político.
Para el advenimiento de la filosofía de la vida
política dominicana necesaria – necesaria – requiere una condición indispensable, la modificación ideológica y, por lo tanto psicológica, del
elemento nativo, en cuyo espíritu advertía una fuerte levadura de indisciplina, de nociva rebeldía, de descarriado
individualismos.
La
acción gubernativa encaminada a suscitar nuestra organización jurídica, económica y político-social,
debía advenir con la presencia de
un verdadero hombre de Estado en la
dirección suprema de los destinos patrios. Dicho estadista, como condiciones indispensables uniría a la visión ideal completa, el sentido
práctico de los medios, recursos y procedimientos para alcanzar gradual y
efectivamente la satisfacción de las
necesidades sociales.
A
este respecto dijo en un artículo público en la Revista Cuba Contemporánea, de
La Habana.
****
Cuando más necesitados estamos de
estadistas de verdad, sagaces, y previsores, con el sentido más o menos
acentuado de las realidades del momento, surgen a granel, productos del medio y
de las circunstancias, los ignaros, los
mediocres, los perfectamente
incapaces de atisbar la complejidad de
relaciones y procedimiento que supone la administración del Estado. De ahí,
principalmente, de esa falta de competencia, los resultados desastrosos que
palpamos a cada paso. No es posible la
dirección firme y fructuosa de un Estado, tal como lo determina la ciencia
moderna, sin el conocimiento previo de
sus variados medios de actuación y de
las finalidades que lo integran. Ni puede
ni debe considerarse la libertad y el orden como caminos antitéticos,
sino como formas que se integran en una
síntesis luminosa y satisfactoria. Claro está que la democracia en sí, en sus característicos
medios y procedimientos, en sus fines
esenciales de organización jurídica y de
civilización coherente y progresiva, supone colectividades de cierta
cultura, ya algo adiestradas para el cumplimiento de tales deberes en el ejercicio
de tales derechos ******
A
propósito de la anhelada transformación
reclama. Agricultura intensiva, aumento de escuelas y un nuevo método
pedagógico, obras públicas, sanidad, y gentes de buena procedencia ética.
Escéptico
en materia de leyes cuando éstas no son el
producto de grandes necesidades sociales, considera contraproducente
toda legislación importada si no
hay un perfecto equilibrio,
culturalmente hablado entre las naciones
Reconoce
la influencia de lejanos atavismos en la
conducta política del pueblo dominicano, pero con certero juicio
atribuye, nuestras algaradas revolucionarias, a los desaciertos de la clase
gubernativa de la época, carentes de instención culturadora y de la capacidad administrativa.
Pero
a este
nacionalismo de acción política-administrativa
sobrepone un nacionalismo a ultranza para combatir el imperialismo
norteamericano, que en los primeros
cuatro lustros de este siglo, mantenía en zozobra las naciones más
débiles y estratégicas del Hemisferio Occidental.
Combatiendo
determinados aspectos de la política criolla,
escribió, Bajo la Dictadura,
(Moca, 1914), y enfrentándose al imperialismo
sexoamericano; El Derrumbe (estudio
acerca de la intervención de los Estados
Unidos de Norteamérica en la República Dominicana, Santo Domingo, 1917), Más
tarde dio a la publicidad Al Margen del Plan Peynado, (La Vega, 1922), exteriorizando
sus puntos de vista en torno al Plan de
Evacuación.
Con
El Derrumbe buscaba, por medio de la protesta, la conducta cívica y moral que es de requerirse en pueblos cuyos derechos han sido
conculcados en nombre de la fuerza bruta, Y en la
convicción absoluta de que la vida es una batalla contra los males
de los
hombres, jamás contra el hombre en si,
su pluma fue espada para combatir
el deshonor, cuando no índice luminoso para
señalar el derrotero de la
justicia y el derecho.
Fuente.
Armando Cordero. Estudios para la Historia de la Filosofía en Santo
Domingo, Imprenta Arte y Cine República
Dominicana, 1956, Págs.184-186
No hay comentarios:
Publicar un comentario