viernes, 5 de diciembre de 2014

La cabeza del mulá Omar aún vale 10 millones de dólares


CRONICA Él, y Bin Laden, fueron los rostros del terror
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La cabeza del mulá Omar aún vale 10 millones de dólares

  • Oculto en la ciudad pakistaní de Karachi, según dice a 'Crónica' un experto

  • Sigue siendo un peligro para EEUU y sus aliados

  • Desde que se montó en una motocicleta y huyó, nadie le ha vuelto a ver

En la imagen, el mulá Omar.
En la imagen, el mulá Omar. CRÓNICA
"¿El mulá Omar? Ése era un talibán a quien mataron como a un perro, ¿no?", contesta dubitativo Shafiqullah, un adolescente de 16 años en Kabul cuando se le pregunta por quien fue el máximo líder de los talibanes que llevó Afganistán al ostracismo. Durante cinco años, de 1996 a 2001, el país estuvo aislado del exterior. Estaban prohibidas la televisión y las fotografías, las noticias llegaban a cuentagotas, e incluso los vuelos comerciales dejaron de aterrizar en Kabul.
"¿Pero qué dices? El mulá Omar está vivo y fue una buena persona que ayudó a la gente", replica otro joven, Qais, de 22 años, que habla de oídas. Su padre se lo ha explicado, dice. Él era demasiado pequeño cuando los talibanes estaban en el poder.
Pregunte a quien se pregunte en la calle en Kabul, los jóvenes afganos ponen cara de póquer cuando se les habla del mulá Mohammad Omar. Los adultos recuerdan perfectamente la época, 14 años atrás, en la que los fanáticos fundamentalistas con turbante negro patrullaban las calles de la ciudad fuertemente armados en sus vehículos pickup, así como los estrambóticos preceptos de su líder. El mulá Omar no sólo obligaba a los hombres a ir a rezar a la mezquita cinco veces al día y a lucir barba de un palmo de largo, y a las mujeres a cubrirse con el burqa cuando salían a la calle. También les prohibió estudiar y trabajar fuera de casa, calzar zapatos de tacón, y la música no estaba permitida.
Sin embargo, pocos, ni tan siquiera los que tuvieron que dejarse crecer la barba durante su régimen, sabrían poner cara al peculiar religioso. La mayoría confiesa que no lo reconocería si se cruzara con él por la calle, a pesar de que en teoría es una de las personas más buscadas en Afganistán. El Gobierno estadounidense ofrece una recompensa de 10 millones de dólares (siete millones y medio de euros) a quien proporcione algún tipo de información sobre su paradero, y es un personaje que no pasa fácilmente desapercibido: el mulá es tuerto de un ojo, el derecho.
Omar no sólo prohibió las fotografías, sino que tampoco se dejaba inmortalizar. Apenas se han hecho públicas dos imágenes de él, una de ellas correspondiente a 1996, cuando se cubrió con una de las reliquias más preciadas del desértico Kandahar, en el sur de Afganistán: el manto del profeta Mahoma, reservado sólo para reyes y líderes del islam. Entonces el mulá se autoproclamó emir, no sólo de Afganistán, sino de todos los musulmanes del mundo. Lo mismo que ahora ha hecho Abu Bakr al Baghdadi [líder del Estado Islámico] en Irak. ¿Omar reaparecerá de nuevo para reclamar su liderazgo? La última noticia que se tiene de él es que se montó en una motocicleta y huyó de Kandahar, cuando el régimen de los talibanes estaba a punto de caer tras el inicio de la intervención militar norteamericana en el país asiático después de los atentados terroristas contra el Pentágono y las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001. Quienes lo conocieron no consideran que el relato de su fuga sea descabellado porque, explican, el mulá prefería moverse en moto o caballo que en automóvil. Pero huyera donde huyera, todo el mundo parece convencido de que continúa vivo.
"Cada año difunde un comunicado a final del mes de ayuno del Ramadán, y otro coincidiendo con la fiesta del cordero", justifica Alex Strick van Linschoten, investigador establecido en Kandahar durante años y autor del libro Un enemigo que hemos creado: el mito de la fusión de los talibanes con Al Qaeda en Afganistán. ¿Pero qué garantía hay que esos comunicados los ha escrito él? "Los talibanes lo creen e influyen en ellos que, a la postre, es lo importante", responde Van Linschoten. Los comunicados se pueden encontrar en internet. Si se intenta acceder a ellos desde Afganistán con el operador público Afghan Telecom, aparece un mensaje que dice: "Usted está intentando acceder a una web cuyo contenido viola la ley y la normativa en Afganistán, según el Ministerio de Información y Cultura".
Cartel basado en el bando lanzado por EEUU en el se ofrece una recompensa de 10 millones de dólares por el paradero del mulá Omar.
"En este oscuro periodo de ocupación estadounidense y en contra de las costumbres y cultura islámicas, las mujeres afganas están siendo empujadas a la ignorancia, y tienen que hacer frente a condiciones inhumanas en nombre de la democracia», decía Omar paradójicamente en uno de sus últimos escritos, en los que el tono apocalíptico es un clásico.

Sus palabras en Youtube

El mulá sólo ha concedido dos entrevistas radiofónicas en su vida. La última, a la cadena británica BBC el 15 de noviembre de 2001, cuando faltaban pocos días para el colapso del régimen talibán. En una conversación por teléfono satélite, vaticinaba "la destrucción de América". "Con la ayuda de Dios, será posible. Recuerde, ésta es mi predicción", advertía al periodista con voz amenazante. La entrevista se puede encontrar en YouTube. Contradicciones del régimen, los talibanes sí que utilizaban internet, e incluso disponían de una página web (www.taleban.com, que estuvo operativa hasta principios de 2001) donde explicaban su ideario.
Tanto misterio rodeaba al mulá mientras estuvo en el poder, que mucha gente en Afganistán empezó a dudar de su existencia. Había rumores de que bajo la figura del supuesto líder religioso se escondía en realidad el tirano comunista Hafizullah Amin, presidente de Afganistán en 1979 y cuya muerte nunca se confirmó. Nadie vio el cadáver. Otros comentaban que tal vez sería uno de los hijos del antiguo rey afgano Zahir Shah, exiliado en Italia.
Sin embargo, Linschoten asegura que el mulá existe y opina que está escondido en Pakistán, donde también se ocultó el líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden, después de que huyera de Afganistán a final de 2001, donde Omar le dio asilo durante años. En concreto, el investigador lo sitúa en Karachi, una ciudad de más de 20 millones de habitantes en el sur del país asiático, donde en la actualidad se concentra el mando político talibán y encontrar a cualquiera es casi como buscar una aguja en un pajar. Algunos expertos también especulan que los propios servicios secretos pakistaníes le estarían ayudando a no ser localizado.

'Era un palurdo"

"El mulá Omar no tenía miedo a nada. Ésa era su mayor virtud, que era valiente. Pero no era en absoluto una persona lista", explica otro imam, el mulá Malang, que fue instructor militar de Omar en el uso de nuevas armas, y a veces algunos medios de comunicación lo han confundido con él. Malang conoció a Omar cuando era joven y aún tenía los dos ojos. El ex líder talibán perdió el ojo derecho en una escaramuza con tropas soviéticas en la zona de Sangesar, en la sureña provincia de Kandahar, donde era imam de la mezquita.
"No sabía explicarse bien, y era un negado con la artillería pesada. Sólo sabía utilizar el kalashnikov y otras armas ligeras", añade Malang, que no entiende cómo Omar se erigió dirigente de los talibanes, y aún menos cómo se atrevió a proclamarse emir. Muchos otros opinan lo mismo. Era "un palurdo", aseguran.
Omar casi no estudió. Huérfano de padre, su tío se casó con su madre y se hizo cargo de la familia. El tío era mulá y Omar siguió sus pasos. Le ayudaba en la mezquita. Cuando las tropas soviéticas invadieron Afganistán, su tío lo envió a Pakistán para que estudiara en una madrasa. Allí aprendió el Corán de memoria. Ésa fue toda su formación y el único viaje que hizo al extranjero.
"Era un sabio", dice por contra el mulá Abdul Salam Rockety, que fue uno de los mandos militares del régimen talibán. Rockety debe su nombre -que viene de rocket en inglés, que significa cohete- a la buena puntería que tenía con los lanzagranadas durante la guerra de Afganistán contra la Unión Soviética. En la época talibán, despachaba con el mulá Omar a menudo, y lo vio en tres ocasiones pocos días antes de que el régimen fundamentalista se hundiera debido a la ofensiva estadounidense. Ahora Rockety vive en Kabul y ha intentado reciclarse: en 2009 se presentó como candidato a las elecciones presidenciales, sin éxito.
"Omar era un hombre muy religioso, callado y que le gustaba reunirse con la gente y escucharla", recuerda Rockety, que recibe a Crónica en su casa en Kabul e incluso está dispuesto a hablar con una periodista mujer. Cinco años atrás, se negaba, siguiendo los preceptos que el líder de los talibanes impuso durante su régimen. Rockety asegura que Omar era "muy bromista", pero contesta con circunloquios y no sabe poner ningún ejemplo de ese buen humor que, según él, caracterizaba al mulá.
La última vez que lo vio fue en una reunión en Kandahar, cuando el régimen talibán se tambaleaba y sus correligionarios discutían quién podría tomar el poder en Afganistán. "Se levantó a media reunión y se fue, en silencio y sin hacer ruido. Ni nos dimos cuenta", relata el dirigente militar que, eso sí, se muestra convencido de que "los talibanes volverán al poder en Afganistán" y el mulá Omar reaparecerá. Según dice, es sólo cuestión de tiempo.

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