lunes, 15 de diciembre de 2014

Aída Cartagena Portalatín

Aída Cartagena Portalatín

aida 
 Fuente-//http://elpoder.com.do/aida-cartagena-portalatin-2/

Nació en Moca el 18 de junio de 1918 y murió el 3 de junio de 1994. Antropóloga, Poeta, museóloga, narradora, crítica literaria y educadora.
Aída Cartagena Portalatín realizó sus primeros estudios en su pueblo natal. En Santo Domingo fue alumna del colegio Luisa Ozema Pellerano y concluyó el bachillerato en La Normal de Señoritas de Santiago. Obtuvo doctorado en filosofía en la Universidad de Santo Domingo y posteriormente viajó a París donde se diplomó en Museología y Teoría de las Artes Plásticas de la Escuela de Louvre.
Poeta sobresaliente, su poesía se presenta cruda y desafiante. El ser humano y sus limitaciones en el disfrute de la libertad era su mayor preocupación. Hizo sus primeras publicaciones a través de la poesía sorprendida y los cuadernos dominicanos de cultura. “Una mujer está sola” (1955), que es una confesión de sus desvelos interiores, es una de sus creaciones más celebradas. Junto a Manuel Rueda dirigió la revista “La Isla Necesaria” (1953), crea luego la revista “Brigadas Dominicanas” y la serie de cuadernos “Colección Baluarte”.
Entre otras obras y poesías suyas se encuentran: “Víspera del sueño”, (1944); “Del sueño al mundo”, (1945); “Mi mundo el mar”, (1953); “La voz desatada”, (1962); “La tierra escrita”; (1967); “Yania tierra”, (1981); “En la casa del tiempo”, (1984). Escribió el relato breve, “Tablero”, (1978), y las novelas, “Escalera para Electra”, (1970), “La tarde en que murió Estefanía”, (1983). Dos ensayos de Aída son: “Danza, música e instrumentos de los indios de la española”, (1970), y “Culturas africanas: rebeldes sin causa” (1986).
Era una mujer sumamente rebelde. “La versátil profesional vivía inconforme, quejosa, sublevada”. “Decía: “A mí me faltó ser capitaleña y ser política para que me reconocieran en este país”. (Entrevista realizada por Ángela Hernández a Olimpia, hermana de Aída, publicada en el periódico Hoy, 13 junio, 2004).
Refiriéndose a Cartagena portalatín, Alberto Baeza Flores nos dice: “Hasta entonces ninguna mujer, en la lírica dominicana, se había atrevido a una escritura tan rica en tropos, contenidos metafóricos y significaciones”. Aída fue una mujer cósmica, tuvo la oportunidad de viajar por Europa, África y América Latina, mantuvo buenas relaciones con las cúspides de la intelectualidad dominicana de su época, y fue amiga de grandes de la literatura mundial como Margaritte Yourcenar.
Para Pedro Pompeyo Rosario, Aída, “llena la mitad del registro que se guarda a la mujer dominicana en el siglo XX. Su poesía es rebelde y desafiante del estado de situación que le tocó vivir. Innovadora, se convierte en el eslabón fundamental del boom de la literatura latinoamericana, en el orden de la novelística. Según Pompeyo Rosario, a Cartagena Portalatín tenemos que estudiarla en el contexto que nace, crece y se desarrolla, hija de la primera guerra mundial y de la ocupación militar al país de 1916. Se va a Santo Domingo en plena segunda guerra mundial que es cuando también entra a la poesía sorprendida a lo que se suma la tiranía de Trujillo. En medio de sus avatares y azares, vive las convulsiones de cambios que siembran la semilla de la libertad formal. Ella fue una enamorada de la libertad, un espíritu libertario”. Dice Rosario, que en algún momento le confesó: “que no hacía nada con mucha ropa, si no con mucho conocimiento, mucho ver, mucho andar, mucho tocar”. “Aída le canta al género, y traza una pauta de logros del género. Salomé, en el siglo XIX, fue la portadora de la fe en el porvenir, de las ideas de progreso. En el siglo XX, Aída fue la portadora de los grandes desafíos, de la necesidad de aplastar lo caduco, las retrancas para el desarrollo de los valores humanos. Estar con ella era disfrutar lo temporal, le gustaba hacer las cosas ella misma. Conocía la idiosincrasia del país y de los grupos de poder y en base a ello hacía gala de prodigios ironía”. “
Termina la impresión de Pompeyo: “Aída, Agitaba la lectura, pues decía que con la vista se asimilaba más que con los otros sentidos. Fue maestra y artista, admiraba a Fidel Castro y a Domingo Moreno Jiménez, quien la llamaba Sagitaria Divina”.
Juan Alberto Peña Lebrón nos dice: “Aída pasó por la vida repartiendo conocimientos, consejos y fraternidades. Era una emisaria de la esperanza que luchó por la libertad del ser humano. Promotora cultural e intelectual que sentía en la tierra donde nació –Moca- su realidad primera. Su poesía es violenta y rebelde, pero jamás pierde la clara noción de la visión poética y de la forma. En Escalera para Electra, demuestra la complejidad del ser humano, no solo en la antigua Grecia, sino en un pequeño país, en una pequeña comunidad rural…esta novela es una proeza”.
Para Peña Lebrón, Alberto Baeza Flores llegó a Aída en el momento de su esplendor, para jugar un papel importante en su formación poética.
Ángela Hernández Núñez, en una Conferencia ofrecida en la Fundación Corripio (15 de agosto 2007), refiere la siguiente consideración del Maestro Manuel Rueda acerca de Aída: “Sin altisonancias, porque era mesurada de movimientos y hablaba en voz baja, la fuerza de su personalidad se manifestaba a contra corriente, subrayando los puntos de mayor énfasis con un evasivo mohín de boca, o con un brusco silencio que era como el summun. A primera vista parecían técnicas para llamar la atención, pero según se le conocía más a fondo, uno llegaba al convencimiento de que todo ello formaba parte de su propia naturaleza, entre provinciana y exótica, en que la simbiosis de Moca y Paris había tenido mucho que ver.
“Podemos decir que ella era un ser a la vez cotidiano y misterioso, que sabía moverse tanto en el ámbito patriótico como en el partidista, en el de la cultura universal como en los percances de los corrillos citadinos; de ambos poseía claves muy personales que solo ella lograba entender
Otros datos acerca de Aida Cartagena Portalatín y su familia.
Aída, era hija de Olimpia del Rosario Portalatín Gómez y del Lic. Felipe Cartagena Estrella. Si no el primero, uno de los primeros abogados-notarios de Moca.
Era, nuestra poeta, la mayor de siete hermanos y, se asegura, la primera mujer en manejar un vehículo en su pueblo.
La madre de Aída era hija de Manuel Portalatín Parras y Altagracia Gómez Grateró. Doña Olimpia se casó el 3 de agosto de 1912, en La Vega, con Felipe Cartagena Estrella, hijo del legendario general Felipe Cartagena y de la señora Daniela Estrella.
El general Felipe Cartagena, abuelo de Aída, fue un fogueado guerrillero de su época, seguidor de Manuel Altagracia Cáceres (Memé), luego de Tito Salcedo. Durante la Revolución de Moya, se sumó a éste, y murió en una escaramuza escenificada en Ceiba de Madera, en 1886.
Aída no se casó: Acerca de este aspecto de la vida de las mujeres y los hombres, en el caso de Aída, se han tejido especulaciones casi míticas. La verdad es que muchas de nuestras escritoras notables no contrajeran matrimonio ni tuvieran descendencia (Carmen Natalia Martínez, Hilma Contreras, y la misma Aída Cartagena…), pudiéndose asociar esta verdad a la dificultad de encontrar pareja estable por parte de mujeres con personalidades, intelecto y decisiones tan definidos. En el caso de Aída, Olimpia, su hermana, piensa que pudo imponerse la tradición familiar. Cuenta Olimpia a Ángela Hernández, en la entrevista citada, que de sus tías mis tías, hubo unas tres que nunca se casaron. Ellas eran cuatro hermanas y dos no se casaron. De sus hijas, dos se casaron y dos no. De las hijas de Felipe –uno de los hermanos-, una se quedó soltera.
¿Dónde estuvo la casa de la familia de Aída? En la calle Sánchez, donde hoy funciona el estacionamiento de vehículos situado al lado de la funeraria Corazón de Jesús.
Fuentes consultadas:
Enciclopedia Dominicana, Tomo VIII
La Poesía Dominicana en el Siglo XX, de Alberto Baeza Flores
Evas terrenales, de Franklin Gutiérrez
Panorama de la Prosa en Moca y Notas para la Historia de Moca, del Dr. Julio Jaime Julia
Instituto Dominicano de Genealogía, Inc. Sección sabatina del diario hoy, 11 de mayo, 2013. La puerta latina y los portalatín. Preparado por Milcíades Humberto Núñez Núñez.

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