sábado, 8 de noviembre de 2014

Las minorías religiosas más amenazadas por el Estado Islámico

Las minorías religiosas más amenazadas por el Estado Islámico

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 Yazidíes: la primera minoría que se mostró a través de los medios de comunicación sufriendo las crueldades del EI fue el yazidismo. Se trata de una religión sincrética preislámica del siglo XII que ha sido perseguida a lo largo de la historia (entre muchos otros, por Sadam Hussein). La mayoría de yazidíes son kurdos del norte de Irak y Turquía, aunque se calcula que cerca de 100.000 más viven entre EE UU y Centroeuropa. Dedican su culto a Melek Taus, el ángel del pavo real, que no es otro que Satanás para los musulmanes y cristianos. Es por ello que los yihadistas consideran a los yazidíes “adoradores del demonio” a pesar de que para estos no representa una figura maligna; todo lo contrario. Desplazados iraquíes de la comunidad yazidí huyen del Estado Islámico cruzando la frontera sirio-iraquí por el puente Fishkhabur del río Tigris. (Ahmad Al Rubaye/AFP/Getty Images)
Amén de los prosaicos intereses geoestratégicos, la irrupción del Estado Islámico ha puesto nuevamente de manifiesto la profunda convulsión que vive el mundo musulmán desde el prisma religioso. Hasta los 80 (tras la frustrada invasión soviética de Afganistán), el papel de los partidos políticos islámicos era el más preponderante. Sin embargo, la continua deriva de estos hacia intereses más nacionalistas ha fortalecido la vertiente paralela del fundamentalismo que, a base de insatisfacciones, ha tremolado cada vez con más fuerza el estandarte radical. Con un objetivo mucho más global, las fronteras para estos grupos yihadistas se difuminan y su objetivo es islamizar la umma, es decir, toda la comunidad de musulmanes.Alauíes: cerca de 1,5 millones de sirios e irakíes pertenecen a esta rama chií acusada por los fundamentalistas de apóstata e incluso herética. Profesan un credo muy similar al de otras comunidades musulmanas pero es su papel laico el que los ha puesto en el punto de mira del EI. Más aún cuando el partido Baaz de Bashar al Assad es la máxima manifestación del alauismo en el mundo islámico. Su papel, por tanto, transciende lo meramente teológico y adquiere importancia capital en el conflicto. Refugiado sirio alauí. (Ozan Kose/AFP/Getty Images)
La pelea entre chiíes y suníes sirve para esclarecer un poco mejor las motivaciones religiosas del Estado Islámico. Su versión es la del sunismo más racista e intolerante, esgrimiendo además una corriente de pensamiento conocida como takfirismo, que busca el castigo del apóstata. En teoría takfir, el objetivo del buen musulmán es buscar a aquel otro correligionario que se ha descarriado y no sigue a rajatabla los preceptos coránicos. Se entiende, pues, que la persecución del EI es más hacia los propios musulmanes que considera apóstatas (y los chiíes, sin duda, lo son) que contra otras religiones como, por ejemplo, los cristianos.Cristianos: la presencia de cristianos en Oriente Medio ha sido siempre motivo de interés en Occidente tanto por sus relaciones irregulares con Roma como por su 'supervivencia' en 'tierra hostil'. En cualquier caso, lo cierto es que resulta tremendamente complejo establecer un catálogo definido de ramas cristianas en la zona. Más aún, la confusa balumba de católicos y ortodoxos complica todavía más la delineación geográfica. Así pues, encontramos ritos armenios, nestorianos, caldeos, maronitas, latinos, griego-ortodoxos o jacobitas, entre muchos otros. Sólo entre Siria e Irak, el número de cristianos asciende a más del 1.200.000). El EI ha arrasado comunidades enteras y obligado al miles de cristianos a la deportación o el pago forzoso de un diezmo. Las últimas estimaciones indican que más de 120.000 cristianos ya han abandonado sus tierras por temor a los 'yihadistas'. Familia iraquí cristiana procedente de Erbil en Irak, residen desde hace meses en la iglesia Saint Joseph después de haber huido de los miembros del Estado Islámico. (Spencer Platt/Getty Images)
Sin embargo, la realidad se aleja de lo puramente teológico y las matanzas de los yihadistas han alcanzado a varias minorias tanto musulmanas como no musulmanas, y amenaza con llegar hasta otras cercanas. Éste es un aspecto particularmente relevante dada la riqueza y variedad de religiones que coexisten, con mayor o menor concordia, en los dos países donde el EI está actuando: Irak y Siria.Ismaelíes o septimanos: rama chií, fundada en el 765, que sólo reconoce a los siete primeros imanes chiíes. Sus seguidores, cerca de unos 15 millones, se encuentran repartidos desde la India hasta Yemen, contando en Siria e Irak con algunas comunidades. El ismaelismo, cuya figura principal es el Aga Kahn, es una compleja amalgama de creencias influenciadas por el maniqueismo o el gnosticismo, entre otros. Abogan por la eliminación de la 'sharia' y el no a una interpretación literal del Corán. Este pensamiento más 'místico' (más propio de chiíes que de suníes) incluso pone en duda la obligatoriedad del cumplimiento de las leyes coránicas. Tanto han cambiado los ismaelíes de la Edad Media (muy combativos) respecto a los actuales que algunos expertos prefieren llamar a la comunidad de nuestros días neoismaelíes. Una escisión del ismailismo con aproximadamente un millón de adeptos es el drusismo. Las diferencias con estos son más históricas que de dogma. Aunque la mayoría de drusos reside en el sur de Siria, existe una importante comunidad en Israel. Ciudad siria de Hama donde reside una minoría ismaelí atacada recientemente por el Estado Islámico. No se han conseguido imágenes de esta minoría. (Baraa Abdul-Fadl/AFP/Getty Images)
He aquí las principales minorías religiosas que padecen o pueden sufrir el azote del califato islámico.

Alevíes: el alevismo es una corriente cercana al chiísmo formada por unos 25 millones de seguidores, principalmente de Anatolia, Turquía (aunque también, en menor medida, en Irak, Irán y Albania). Los alevíes se ven amenazados por la actividad del EI al considerar sus creencias y credos “heréticos” e “inmorales”. Y es que los alevíes predican los pecados del respeto a la libertad religiosa, una relativa igualdad entre hombres y mujeres, y la casi ausencia de ritos religiosos en sus ceremonias (el más sorprendente, quizás, la ausencia de mezquitas). En cualquier caso, lo cierto es que su mala relación con los suníes se remonta a los tiempos del imperio otomano, cuando ambas comunidades se enzarzaron en múltiples peleas por cuestiones dogmáticas y territoriales.Una mujer aleví reza en la mezquita de Hacibektash. (Tarik Tinazay/AFP/Getty Images).

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