España
La maja de Goya: la otra Duquesa de Alba que se adelantó a su tiempo
Día 22/11/2014 - 05.28h
http://www.abc.es/espana/20141122/abci-duquesa-alba-maja-goya-201411211809.html
La teoría de que el pintor aragonés empleó de modelo a la XIII Duquesa de Alba para «La maja desnuda» cada vez se considera más improbable, no así que mantuvieran una apasionada historia de amor en Sanlúcar de Barrameda
La fallecida Cayetana de Alba fue una excelente administradora de la Casa de Alba.
Recibió un inmenso legado con 500 años de historia y lo ha dejado más
fuerte y saneado. Sin embargo, esta noble castellana no será recordada
por su buena gestión del patrimonio, sino por su modo de vida
distendido, sus tres matrimonios y su frecuente presencia en la prensa
del corazón. María Teresa de Silva Álvarez de Toledo,
XIII duquesa de Alba de Tormes, también habría copado portadas y
portadas de la prensa rosa, de haber existido este tipo de publicaciones
en el siglo XVIII. Dos mujeres separadas por dos siglos, y unidas por
su pretensión de romper con el rigor y austeridad que se le presupone a
su casa nobiliaria.
Nacida en 1762, la XIII duquesa de Alba de Tormes fue hija única –lo cual contribuiría en gran parte a que el apellido Álvarez de Toledo perdiera la Casa de los Alba– y una mujer sometida a grandes presiones desde su infancia. Cuando solo contaba catorce años, la muerte de su abuelo la convirtió en la heredera de un inmenso legado,
puesto que su padre había fallecido un lustro antes. Así como la recién
fallecida duquesa era conocida por ser la aristócrata con más títulos
nobiliarios del planeta, su antepasada del siglo XVIII también era la
que más sumaba en su tiempo: ostentaba cincuenta y seis.
No obstante, antes de fallecer, el abuelo de María Teresa pactó el matrimonio de su nieta con su primo José Álvarez de Toledo y Gonzaga, XV duque de Medina Sidonia, otro de los títulos más prestigiosos y antiguos de Castilla. El matrimonio competía con los duques de Osuna
y otras familias rivales en ostentación y en organizar las mejores
fiestas, donde la noble madrileña acostumbraba a invitar a miembros del
pueblo llano. Para este propósito, los duques empleaban sus dos
propiedades favoritas: el Palacio de la Moncloa y el Palacio de Buenavista, cerca de la fuente de Cibeles, que se convirtió en un lugar de reunión de literatos, actores y pintores de toda Europa.
Los historiadores se inclinan porque sea Pepita Tudó, amante de Godoy
Su historia con Goya, que ningún documento histórico ha podido corroborar, terminó cuando el pintor se cansó del carácter imprevisible, caprichoso y derrochador de la duquesa.
Pero no fue este el único romance novelesco que se le achacó a la
aristócrata. María Teresa sentía atracción por hombres de condición
social inferior a ella, especialmente por los toreros,
y, según el mito en torno a su figura, desde la adolescencia se
disfrazaba de maja para infiltrarse en la lujuriosa noche madrileña. Un
periodo histórico que los cronistas han calificado como la etapa dorada
de la lujuria en Madrid, y donde un grupo de aristócratas se movían con
voracidad.
La belleza de la duquesa, no en vano, estaba consideraba
merecedora de tantas atenciones. Durante su estancia en Madrid, el
viajero francés Fleuriot de Langle
no escatimó en elogios hacia la aristócrata: «No tiene un solo cabello
que no inspire deseo. Nada hay más hermoso en el mundo. Ni hecha de
encargo podría haber resultado mejor. Cuando ella pasa por la calle,
todo el mundo se asoma a las ventanas, y hasta los niños dejan de jugar para mirarla».
Enemistad con la Reina de España
Su sensualidad y vida liberal terminó por ofender a la propia Reina de España, María Luisa de Parma
–célebre por su relación extramatrimonial con Godoy–. No se sabe si por
envidia o porque censuraba su modo de vida, parecido al suyo, la reina
mantuvo siempre una fuerte enemistad con la duquesa. La pugna abierta
entre ellas salió a la luz en 1795 cuando los Duques de Alba apoyaron al
brigadier de la Real Armada, Alejandro Malaspina, en su intentona de expulsar de la corte a Manuel Godoy. Un hombre con el que María Teresa también vivió un romance.
La muerte de la duquesa fue atribuida a una meningoencefalitis de origen tuberculoso
Lo cual no significa que Godoy no se cobrara su venganza. A
la muerte de María Teresa, expropió varias de sus propiedades, entre
ellas el Palacio de Buenavista, y cuadros y joyas de la colección ducal. Así, un gran número de sus famosas obras pasaron a sus manos, como «La Venus del espejo» de Velázquez. Por
su parte, la Reina se quedó con treinta y dos brillantes y perlas de
buen tamaño por los que pagó 384.060 reales, una cifra muy por debajo de
su auténtico valor.
La muerte de los duques sin dejar herederos fue un duro
golpe para la familia Álvarez de Toledo. Su fallido intento de unir bajo
un mismo linaje las ilustrísimas Casa de Alba y la Casa de
Medina-Sidonia acabó con los títulos repartidos en ramas lejanamente
emparentadas con los Álvarez de Toledo. La mayoría de los títulos de Cayetana, entre ellos el Ducado de Alba, pasaron a manos de su pariente Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva, VII duque de Berwick.
Pese a que la Duquesa no tuvo descendencia directa, al final de su vida adoptó a una niña negra, a la que llamó María de la Luz, y que recibió gran parte de la herencia familiar, no así los títulos. Con ella aparece retratada en muchos de los cuadros que Goya le pintó en su santuario espiritual de Sanlúcar de Barrameda.
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