EL ASALTO AL ROYAL BANK DE SANTIAGO, EN 1954
Fuente
consultada.
Revista
¡AHORA! Núm. 573* del 4 de noviembre 1974. Págs... 2 al 8. Reportaje de J. Agustín
Concepción
Hace
este mes de noviembre del 2014, 60 años,
que un grupo de fanáticos procedente
de Santo Domingo, asaltó la sucursal,
del The Royal Bank of Canadá, de la ciudad de Santiago, en el otoño del 1954,
según los autores del hecho, amparado en
la superchería, esa acción criminal tendría impunidad, que no le pasaría nada.
El
salto perpetrado la mañana del 6 de noviembre del 1954, fue la obra de siete
fanáticos delincuentes que estaban encabezados por un devoto de la hechicería,
Eudes Bruno Maldonado Díaz. Los acompañantes de Eude eran: su hermano Vinicio
Manuel Maldonado Díaz, José Ulises Almonte y Almonte, Cristóbal Martínez Otero, Evaristo Carmona Benzán, Luis Sosa, y
Bienvenido Antonio Pichardo Saleme.
Los
asaltantes penetraron a las 9.05 de la mañana a la sede de la sucursal
bancaria, sita en la calle el Sol no. 76, de Santiago. Allí se apoderaron de la
suma de RD$149,268.00, extrayéndolo de la Bóveda. Luego encerraron
al gerente y a los principales empleados de su dependencia. Otros dos
empleados de menor categoría fueron asesinados por los asaltantes, y el
contador Julio Zaiter Cocco, a quien lo dejaron por muerto.
Para
la consumación del hecho, Maldonado Díaz, le manifestó al gerente, el Sr. Luis
Rodríguez Sánchez, quien tenía el encargo de
realizar allí una investigación,
en cumplimiento de orden superior. Cuando el gerente pidió la presentación de
credenciales, o la documentación identificadora, la reacción del bandido, quien llevaba uniforme
de teniente, fue obligar al jefe de la
oficina a entregar la combinación de la
bóveda.
El
secreto lo tenían dos empleados ausente. Uno de ellos era George Beltrán, quien
había salido hacia su hogar a tomar el
desayuno. Ante tal contingencia presionado por Eudes, Rodríguez Sánchez
escribió a Beltrán una esquela en la que le ordenaba presentarse a la oficina.
La esquela fue enviada con la conserje
Mercedes Lantiguas, a quien acampaño José Ulises Almonte, chofer de la
pandilla.
El
gerente Rodríguez Sánchez, declaró que al enviar la esquela a Beltrán pensó que éste adivinaría
la existencia de una anormalidad en el banco y trataría de no
comparecer y de indagar lo
que ocurría. Como se ve, el asalto,
perpetrado en día sábado, en que no había
operaciones con el público, tuvo más de una hora de duración. Fue
realizado con toda la calma imaginable
en quienes se creían amparado
por una protección sobrenatural.
La Brujería.
Por haber desobedecido los consejos de su * ser
protector*, los autores del atraco a la sucursal del The Royal Bank of Canadá,
de la ciudad de Santiago, se consideraban huérfanos de la soñada inmunidad
una vez consumado el atraco. La
desobediencia estuvo en la violación de
la promesa del no derramamiento de sangre. Esta
consigna era tan rigurosa, que, que para cumplirse había adoptado el
sistema de estrangulación.
Ante
el Juez de la Primera Cámara Penal del
Juzgado Judicial de Santiago, Dr.
Nicomedes de León, el acusado
principal confeso que ** ya sabíamos que fracasaríamos por haber derramado
sangre, pero el * ser* nos hizo una mala jugada. Refirió Eudes que la tal
jugarreta fue cuando al bajar por Nibaje, en la ruta hacia la capital, por la vía de Puñal, ** el
protector se le presento y le dijo *- Se han embromado, pero voy hacerlo legar
a Ciudad Trujillo y ni la cédula les pedirán. Esto lo corroboro el acusado Cristóbal Martínez Otero, quien explico ante el tribunal que estaba previsto que debían llegar a la
capital, * donde lo harían presos y entregados a la justicia.
Independientemente
de la confianza que le infundían las practicas supersticiosas, los atracadores
se animaron a actuar después que asistieron
a la exhibición de una película de gánsteres en la que escenificaba un asalto. De acuerdo con declaración de
Bienvenido A. Pichardo Saleme –
chino--, a raíz de la exhibición de aquel filme, Eudes se preguntó. Por qué
nosotros no podemos hacer lo mismo y resultar
igualmente impune.
En
cuanto a la muerte del mensajero Francisco Antonio Persia Rodríguez, recalcó Pichardo Saleme que
no se pensaba darle muerte a fin de no contrariar al * príncipe*, pero que fue
necesario ultimarlo para que no lo descubriera al salir del banco, lo que no
impediría que los apresaran al llegar a la capital, tal como lo había
afirmado el *ser*, terminó expresando
Pichardo Saleme.
Las víctimas. Las víctimas
en el asalto a la sucursal, del fueron,
el cobrador Francisco Antonio Persia
Rodríguez, y el mensajero José Manuel Fernández Núñez, al contador y subgerente
señor Julio Zeller Cocco, intentaron estrangularlo con una driza que le dejó en
el cuello un doble surco, a Zaiter, a
quien dejaron por muerto, se le hundió un hueso del cráneo.
En
la bóveda fueron encerrados a la fuerza el gerente Rodríguez y los empleados
George Beltrán, María Machado de Pérez,
José Alfredo Victoria, Dagoberto
Rodríguez Camacho, Juan Florentino Samelli y Mercedes Lantigua. Se tiene entendido que Zeller fue golpeado
después del encierro de los demás miembros del personal y que lo dejaron fuera como empleado escogido por
el grupo criminal para el cierre de la bóveda. La agonía del encierro duro desde las 10.00 hasta
la 11.20 de la mañana. Se comprobó que
los encerrados rompieron el cristal de
la puerta interior de la bóveda y de ese
modo pudieron oírse sus voces en
petición de auxilio.
Todos
habrían perecido por asfixia si la
situación se hubiera extendido siguiera
por media hora más.
Tadeo Guerrero. Un raso policial
que no tardaría en llegar al cargo de coronel fue quien hace en este 2014, sesenta años identifico el
automóvil utilizado por los autores del atraco contra la sucursal, del The
Royal Bank of Canadá, de la ciudad de Santiago, el 6 de noviembre del
1954.quien en fecha de 4 de noviembre 1974, cuando se salió este artículo, era coronel, de recordación funesta en la
región Este, en La Romana, era el comandante, cuando desapareció el Dr. Guido Gil, Díaz.
Declaro
el entonces raso Guerrero González, adscrito
a la Policía Especial de
carreteras, que el sábado 6, día del atraco, a eso de las 7.45 de la
noche, en la interacción de la avenida
Favre Geffrard, o Avenida Abraham Lincoln,
con la Avenida George Washington, vio un vehículo de color negro placa
número 3331, conducido por una persona que vestía camisa negra de cuello alto,
con apariencia de sacerdote. Precisó el agente Guerrero que el vehículo iba a
una velocidad de 120 kilómetros por hora y que en el asiento trasero
lo ocupaban dos personas en camisa
Agregó
el denunciante que ordenó la detención del carruaje, pero el conductor continuó
la marcha. El raso Guerrero explicó que en el caso no procedió de acurdo a la
Ley porque pensó que se trataba de algún ministro de un culto, pero que, al enterarse
posteriormente de que en el asalto bancario había sido realizado con la ayuda
de un carro negro, reportó la ocurrencia
a sus superiores, quienes comprobaron que
un automóvil marca Ford del ya dicho color había pasado por la cumbre.
La
denuncia hecha por el raso Guerrero Gonzáles desmintió la declaración del
procesado Eudes Maldonado, en el sentido de que el automóvil a su servicio
había sido devuelto a su dueño Luis
Torres el sábado a las tres de la tarde. Aunque esto último lo había asegurado
también el propio Torres, al raso insistió en que el vehículo transitaba en
hora de la noche conducido por una persona que no era su propietario.
El
Recate. El recate de la siete
personas encerradas en la bóveda de la sucursal The Royal Bank of Canadá en
Santiago fue posible después de que del interior el gerente voceó la
combinación. En el primer momento hubo el inconveniente de que ninguna de las
personas decididas a la acción de recate pudo interpretar la combinación. La
bóveda es suficientemente amplia como para
albergar de 20 a 30 personas.
De
acuerdo con la descripción que entonces se hizo, la bóveda consta de una tapa exterior que se abre por combinación y
está revestida de un bloque de cristal
que protege el mecanismo de la combinación. Esta última puerta, que abre hacia
fuera, no había sido cerrada. Esta circunstancia le permitió al gerente
Rodríguez hacer un espacio y romper el cristal, para lo cual utilizó un objeto
de madera. Después de esto fue cuando
voceó la combinación.
Cuando
habían resultado inútiles hasta los
intentos de obreros voluntarios que se habían valido de una lámpara de acetileno para abril un hoyo en la
puerta exterior, el gerente Rodríguez, en
un último esfuerzo, logró
zafar los pernos que sostienen
por dentro el mecanismo de la puerta, la
que cedió fácilmente al manipularse el manubrio exterior.
Esa
versión acerca de la salvación de los
empleados encerrados la ofreció desde ek diario El Caribe su enviado especial
el doctor Leoncio Pieter.
Hubo
Retardo. Asaltó la sucursal,
del The Royal Bank of Canadá, de la ciudad de Santiago, fue perpetrado con una
semana de retraso. El crimen había sido planeado por Eudes Maldonado y su grupo
para ejecutarse el sábado 29 de octubre. El aplazamiento se debió a que en el momento fijado para la original ejecución acababa de
salir del edificio el gerente de la dependencia bancaria, señor Luis
Rodríguez Sánchez y la presencia de este funcionario se consideraba
indispensable. Según explicó el
inculpado Manuel Vinicio Maldonado Díaz, el atraso
se planeó porque los comprometidos en el mismo querían hacerse ricos.
Después
de considerar la facilidad de la acción en la capital, Santiago o San Pedro de
Macorís, se concluyó opinando que en
provincias las posibilidades en cuanto a
los valores eran escasas, en tanto que en la capital existía el riesgo por la vigilancia de los
establecimientos bancarios. Fue ahí
cuando Eudes recomendó que se escogiera el The Royal Bank of Canadá, de
la ciudad de Santiago, lo que hizo en atención a que, además de guardar bastante dinero, no tenía
sereno ni guardián alguno. – Esta
observación resulta exacta, en razón de que el The Royal Bank of Canadá,
al crear el Gobierno la Policía de
Bancos, había rehusado utilizar los servicios del nuevo grupo---.
Acerca
del aplazamiento del atraco por una semana, para esto Eudes tuvo que valerse de una doble estratagema que le permitiría obtener
el préstamo el vehículo. Para obtenerlo la primera vez se valió de un telegrama en el que se le
avisaba la falsa gravedad de su padre, en la segunda ocasión solicito el
servicio con el pretexto de realizar un viaje en el que ultimaría lo
relacionado con la venta de unos terrenos suyos a los Bermúdez.
El Brujo. La
desobediencia y su eterna aliada la
temeridad fueron igualmente responsables en
el fracaso y la perdición de los
asaltantes de la sucursal del The Royal Bank of Canadá, de la ciudad de
Santiago de los caballeros. En aquel hecho, del que ahora se cumplen 60 años,
ya se sabe que tuvo intervención especial la superchería.
Esto
parece ser tan cierto como lo es la referencia de que el brujo que
respaldo a Eudes fue el nombrado Mario
Payano Domínguez. Se asegura que Payano transformó de tal modo la mente
de su discípulo, que éste se consideró
inmune a todos los peligros. Lo de la desobediencia que engendró el fracaso estuvo en que en contra
del consejo del *ser* que protegía el
grupo, hubo derramamiento de sangre. En cuanto a la terquedad que perdió a los
asaltantes ella está evidenciada en lo que declaró Eudes a la presa
el día del comienzo del juicio a que fue sometido como reo principal del
asalto. Declaró Eudes ´{que cuando estábamos decidido a dar el golpe, el
*ser*, se presentó a cada uno de nosotros y nos dijo que dejáramos
eso, pues de lo contrario nos íbamos a fastidiar. Agrego el cabecilla
que consumaron el plan porque creían que
la advertencia que le habían hecho el
*ser* era solamente para meterle miedo.
Todo
esto indica que antes de derramar sangre, y aun antes de emprender su acción vituperable,
el grupo había perdido la gracia de la protección.
Una
recompensa por valor de diez mil pesos ofreció el tirano Rafael L. Trujillo a
la persona que capture o descubriera a los
autores del audaz asalto a la sucursal de The Royal Bank of Canadá. No podía
ocultarse el especialísimo interés del
tirano en el descubrimiento y la sanción de un hecho perpetrado contra una firma
extranjera y que además era el premio de esa naturaleza que se consumaba
durante los 24 años que en ese momento tenía de iniciado su inflexible mandato.
El anuncio de la gratificación fue hecho
a través de la radioemisora oficial La
Voz Dominicana, a las pocas horas de perpetrarse el hecho.
Se
precisó que la recompensa ofrecida por Trujillo seria pagada de su peculio
personal. El tirano había regresado al
país la semana anterior, después de permanecer un mes en los Estados Unidos. Trujillo, apartado entonces
de la Primera Magistratura, el presidente
era su hermano Héctor, aprovecho el suceso para tratar de emular las
viejas ejecutorias policiales de su abuelo José Trujillo Monagas, reconocido
como azote de los delincuentes cubanos en el siglo XIX.
El
resultado de estos fue el fusilamiento del grupo en el cementerio de Santiago,
en hora del medio día
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¡AHORA! Núm. 573* del 4 de noviembre 1974. Págs... 2 al 8. Reportaje de J. Agustín
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