Oro y Jade en Mesoamérica (1a de tres partes)
En la naturaleza es factible detectar oro en muchas partes, incluso en el agua del mar, pero pocas veces se halla libre y concentrado para ser aprovechado tal cual. En gran parte del territorio mexicano se ha hallado oro libre (“nativo”) en bajas cantidades y bajas concentraciones, es decir en yacimientos pequeños y dispersos; por ello, se puede decir que el territorio mexicano no es ni ha sido realmente rico en oro. En poco casos se le ha hallado libre, como placas e hilillos en vetas cuarcíferas. En el área mesoamericana el oro nativo fue descubierto [y aprovechado de los] placeres, acompañado de ilmenita y de magnetita. En poco casos se le ha hallado libre, como placas e hilillos en vetas cuarcíferas.
Como apuntamos, los yacimientos de oro nativo en México son pequeños y están dispersos, razón por la cual este país nunca ha sido considerado rico en oro. Sin embargo, aunque escaso, fue un metal aprovechado en cantidades modestas en varias culturas mesoamericanas.
IMAGEN: En las excavaciones de la Tumba 7 de Monte Albán, Oaxaca –dirigidas por el arqueólogo Alfonso Caso–, se localizó este pectoral de Miquiztli, “dios de la muerte”, que está hecho con la técnicas de la cera perdida y decorado en falsa filigrana de oro. El pectoral se exhibe en el Museo de las Culturas de Oaxaca, Santo Domingo, Oaxaca. Tiene un ancho máximo de 11.1 cm, un grosor de 2 mm y un peso de 12 gramos.
Foto: Oliver Santana / Raíces
Este post es un fragmento tomado del artículo “El oro en el área mesoamericana”, del autor Adolphus Langenscheidt. El artículo está publicado íntegramente en la edición regular de Arqueología Mexicana, núm. 99, titulada De la crónica a la arqueología. Visión de cinco ciudades prehispánicas.
En la naturaleza es factible detectar oro en muchas partes, incluso en el agua del mar, pero pocas veces se halla libre y concentrado para ser aprovechado tal cual. En gran parte del territorio mexicano se ha hallado oro libre (“nativo”) en bajas cantidades y bajas concentraciones, es decir en yacimientos pequeños y dispersos; por ello, se puede decir que el territorio mexicano no es ni ha sido realmente rico en oro. En poco casos se le ha hallado libre, como placas e hilillos en vetas cuarcíferas. En el área mesoamericana el oro nativo fue descubierto [y aprovechado de los] placeres, acompañado de ilmenita y de magnetita. En poco casos se le ha hallado libre, como placas e hilillos en vetas cuarcíferas.
Como apuntamos, los yacimientos de oro nativo en México son pequeños y están dispersos, razón por la cual este país nunca ha sido considerado rico en oro. Sin embargo, aunque escaso, fue un metal aprovechado en cantidades modestas en varias culturas mesoamericanas.
IMAGEN: En las excavaciones de la Tumba 7 de Monte Albán, Oaxaca –dirigidas por el arqueólogo Alfonso Caso–, se localizó este pectoral de Miquiztli, “dios de la muerte”, que está hecho con la técnicas de la cera perdida y decorado en falsa filigrana de oro. El pectoral se exhibe en el Museo de las Culturas de Oaxaca, Santo Domingo, Oaxaca. Tiene un ancho máximo de 11.1 cm, un grosor de 2 mm y un peso de 12 gramos.
Foto: Oliver Santana / Raíces
Este post es un fragmento tomado del artículo “El oro en el área mesoamericana”, del autor Adolphus Langenscheidt. El artículo está publicado íntegramente en la edición regular de Arqueología Mexicana, núm. 99, titulada De la crónica a la arqueología. Visión de cinco ciudades prehispánicas.
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