Manuel Castells – La política no debe entrar en cuestiones de vida o muerte
En nuestros países debemos asegurarnos de que la burocracia o la política no se entrometan en cuestiones de vida o muerte
El peligro
de pandemia es real y ha llegado a Madrid. Su contención depende de la
reacción conjunta de los sistemas de salud en todo el mundo. Y del
control de la incompetencia burocrática de la administración sanitaria
de la que no se salva ni un pobre perro. Sin que haya culpa de los
profesionales sanitarios en primera línea de riesgo y a quienes debemos
nuestra gratitud. La prevención de nuevas oleadas de virus letales
depende de un reexamen de las políticas destructivas de crecimiento no
sostenible en un mundo globalizado en el que estamos todos
interconectados.
En el
origen, esta epidemia se inicia en Guinea Conakry, en donde nunca se
había registrado ningún caso de ébola, ya que surgió en Sudán y Zaire en
el 1976 y luego reapareció en la República Democrática del Congo en el
1995, en el 2007 y en el 2012, en Uganda en el 2000 y en el 2007, en el
Congo en el 2003, así como casos aislados en Filipinas y Estados Unidos.
A pesar de la peligrosidad del virus no hubo ningún esfuerzo serio para
encontrar una vacuna o un tratamiento. Porque sólo afectaba a
poblaciones rurales de países marginados. Al igual que ocurrió con el
sida, que empezó en África. Hasta que la movilización de la comunidad
gay obligó a los gobiernos a invertir en investigación: hoy día el sida
ya no es incurable. Sólo ahora el mundo despierta a la amenaza del virus
ébola porque tiene el potencial de afectar a todos los países mediante
las múltiples conexiones entre los países africanos y el resto del
mundo.
Un equipo
de investigación acaba de publicar un modelo de difusión global
potencial del virus a partir de Guinea, Sierra Leona y Liberia mediante
la red de conexiones aéreas (vale la pena consultarlo: Marcelo F.C.
Gómez y otros, PLOS. Current Outbreaks, 2/IX/2014). Aunque los países
más directamente afectados tienen pocas conexiones directas (a París,
Bruselas, Londres), están conectados a Ghana y sobre todo a Nigeria, el
gran país africano que tiene conexiones aéreas frecuentes con el
conjunto del mundo. Cada viajero portador que haya llegado a Londres,
Madrid, Nueva York o Johannesburgo ha podido ya multiplicar sus
contactos sin saberlo y así puede propagarse el virus por lógica de red.
De ahí la importancia de detectar y aislar cada persona contactada. Que
no cunda el pánico, pero que no se nos oculte información, no somos
inconscientes a quienes pretenden proteger gobiernos que “han fallado
miserablemente”, según declaración de Jim Kim, presidente del Banco
Mundial.
¿Por qué
Guinea, Liberia y Sierra Leona? Aquí interviene la lógica de una
globalización depredadora. Son economías que en parte dependen de la
industria forestal y la agricultura extensiva de multinacionales que
están destruyendo sus bosques. Guinea ha perdido el 80% de su selva
tropical y la explotación se extiende a todo el área. Los científicos
señalan que seis de cada diez enfermedades infecciosas en humanos son
transmitidas por animales. Y sucede que al destruir el hábitat forestal
de muchas especies y abrir zonas de contacto y comunicación entre la
selva y los centros urbanos, la interacción se multiplica.
Tal es el
caso del murciélago de la fruta identificado como el origen del virus de
Ébola actual. Los murciélagos están presentes en zonas habitadas (un
niño mordido fue el primer muerto) y además son transportados a las
ciudades como comida, como demuestra la difusión del virus de la zona
boscosa de Gueckedou a la capital, Conakry. Un proceso observado
anteriormente en varios países de Asia.
Sin
embargo, el factor realmente -determinante de la epidemia es la
incapacidad del equipamiento sanitario local, la falta de hospitales y
de cuerpo médico y de enfermería con el entrenamiento suficiente. A
pesar del heroísmo de dicho personal y de los cooperantes extranjeros,
en particular de Médicos sin Fronteras, no dan abasto y muchos sucumben
en la empresa. Porque la epidemia no es imparable cuando se ataja en la
fuente. Un caso paradigmático es el de la multinacional Firestone,
irónicamente un potencial causante del desequilibrio ecológico
originario. Tiene una enorme plantación en Harbel, en Liberia, donde
viven 80.000 personas. En marzo tuvieron un caso de ébola por una
emigrante de fuera de la plantación. De inmediato la dirección
reaccionó, aisló a la enferma, movilizó su propio personal sanitario al
que dotó de vestimenta protectora, estableció protocolos, organizó un
pabellón de afectados posibles en un área del hospital, utilizó las
escuelas como enfermerías y movilizó a los maestros para informar a la
población y organizar la prevención. Ha habido muy pocas muertes y la
propagación del virus se ha detenido, a pesar de haber acogido enfermos
de la zona. Obviamente dichas medidas sólo están al alcance de una gran
empresa con recursos, poder e información. Y eso es justamente lo que
falta en el conjunto de los países afectados, entre los que ya se
encuentran Ghana, Senegal y Nigeria, un gigante cuyo contagio tendría
consecuencias devastadoras.
Es ahí
donde es necesaria una movilización inmediata y masiva de la comunidad
internacional, como la que reclama el Banco Mundial, para contener la
epidemia en sus focos de origen en lugar de intentar la imposible tarea
de aislarnos de África y dejarlos que se mueran, porque los virus no
respetan fronteras. Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos, entre
otros, están enviando cientos de militares voluntarios con personal
sanitario, equipamiento y hospitales de campaña. Es un signo de nuestra
necesaria solidaridad global, un caso en que los militares muestran su
utilidad social y su sentido del deber.
Y entre
tanto, en nuestros países es necesario conservar la calma, sí, pero
disponiendo de información, entrenamiento y equipos adecuados y
asegurando que la burocracia o la política no se entrometan en
cuestiones de vida y muerte.
Artículo de Manuel Castells en [Enlace retirado]
No hay comentarios:
Publicar un comentario