viernes, 17 de octubre de 2014

Manuel Castells – La política no debe entrar en cuestiones de vida o muerte

Manuel Castells – La política no debe entrar en cuestiones de vida o muerte

En nuestros países debemos asegurarnos de que la burocracia o la política no se entrometan en cuestiones de vida o muerte
El peligro de pandemia es real y ha llegado a Madrid. Su contención depende de la reacción conjunta de los sistemas de salud en todo el mundo. Y del control de la incompetencia burocrática de la administración sanitaria de la que no se salva ni un pobre perro. Sin que haya culpa de los profesionales sanitarios en primera línea de riesgo y a quienes debemos nuestra gratitud. La prevención de nuevas oleadas de virus letales depende de un reexamen de las políticas destructivas de crecimiento no sostenible en un mundo globalizado en el que estamos todos interconectados.
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En el origen, esta epidemia se inicia en Guinea Conakry, en donde nunca se había registrado ningún caso de ébola, ya que surgió en Sudán y Zaire en el 1976 y luego reapareció en la República Democrática del Congo en el 1995, en el 2007 y en el 2012, en Uganda en el 2000 y en el 2007, en el Congo en el 2003, así como casos aislados en Filipinas y Estados Unidos. A pesar de la peligrosidad del virus no hubo ningún esfuerzo serio para encontrar una vacuna o un tratamiento. Porque sólo afectaba a poblaciones rurales de países marginados. Al igual que ocurrió con el sida, que empezó en África. Hasta que la movilización de la comunidad gay obligó a los gobiernos a invertir en investigación: hoy día el sida ya no es incurable. Sólo ahora el mundo despierta a la amenaza del virus ébola porque tiene el potencial de afectar a todos los países mediante las múltiples conexiones entre los países africanos y el resto del mundo.
Un equipo de investigación acaba de publicar un modelo de difusión global potencial del virus a partir de Guinea, Sierra Leona y Liberia mediante la red de conexiones aéreas (vale la pena consultarlo: Marcelo F.C. Gómez y otros, PLOS. Current Outbreaks, 2/IX/2014). Aunque los países más directamente afectados tienen pocas conexiones directas (a París, Bruselas, Londres), están conectados a Ghana y sobre todo a Nigeria, el gran país africano que tiene conexiones aéreas frecuentes con el conjunto del mundo. Cada viajero portador que haya llegado a Londres, Madrid, Nueva York o Johannesburgo ha podido ya multiplicar sus contactos sin saberlo y así puede propagarse el virus por lógica de red. De ahí la importancia de detectar y aislar cada persona contactada. Que no cunda el pánico, pero que no se nos oculte información, no somos inconscientes a quienes pretenden proteger gobiernos que “han fallado miserablemente”, según declaración de Jim Kim, presidente del Banco Mundial.
¿Por qué Guinea, Liberia y Sierra Leona? Aquí interviene la lógica de una globalización depredadora. Son economías que en parte dependen de la industria forestal y la agricultura extensiva de multinacionales que están destruyendo sus bosques. Guinea ha perdido el 80% de su selva tropical y la explotación se extiende a todo el área. Los científicos señalan que seis de cada diez enfermedades infecciosas en humanos son transmitidas por animales. Y sucede que al destruir el hábitat forestal de muchas especies y abrir zonas de contacto y comunicación entre la selva y los centros urbanos, la interacción se multiplica.
Tal es el caso del murciélago de la fruta identificado como el origen del virus de Ébola actual. Los murciélagos están presentes en zonas habitadas (un niño mordido fue el primer muerto) y además son transportados a las ciudades como comida, como demuestra la difusión del virus de la zona boscosa de Gueckedou a la capital, Conakry. Un proceso observado anteriormente en varios países de Asia.
Sin embargo, el factor realmente -determinante de la epidemia es la incapacidad del equipamiento sanitario local, la falta de hospitales y de cuerpo médico y de enfermería con el entrenamiento suficiente. A pesar del heroísmo de dicho personal y de los cooperantes extranjeros, en particular de Médicos sin Fronteras, no dan abasto y muchos sucumben en la empresa. Porque la epidemia no es imparable cuando se ataja en la fuente. Un caso paradigmático es el de la multinacional Firestone, irónicamente un potencial causante del desequilibrio ecológico originario. Tiene una enorme plantación en Harbel, en Liberia, donde viven 80.000 personas. En marzo tuvieron un caso de ébola por una emigrante de fuera de la plantación. De inmediato la dirección reaccionó, aisló a la enferma, movilizó su propio personal sanitario al que dotó de vestimenta protectora, estableció protocolos, organizó un pabellón de afectados posibles en un área del hospital, utilizó las escuelas como enfermerías y movilizó a los maestros para informar a la población y organizar la prevención. Ha habido muy pocas muertes y la propagación del virus se ha detenido, a pesar de haber acogido enfermos de la zona. Obviamente dichas medidas sólo están al alcance de una gran empresa con recursos, poder e información. Y eso es justamente lo que falta en el conjunto de los países afectados, entre los que ya se encuentran Ghana, Senegal y Nigeria, un gigante cuyo contagio tendría consecuencias devastadoras.
Es ahí donde es necesaria una movilización inmediata y masiva de la comunidad internacional, como la que reclama el Banco Mundial, para contener la epidemia en sus focos de origen en lugar de intentar la imposible tarea de aislarnos de África y dejarlos que se mueran, porque los virus no respetan fronteras. Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos, entre otros, están enviando cientos de militares voluntarios con personal sanitario, equipamiento y hospitales de campaña. Es un signo de nuestra necesaria solidaridad global, un caso en que los militares muestran su utilidad social y su sentido del deber.
Y entre tanto, en nuestros países es necesario conservar la calma, sí, pero disponiendo de información, entrenamiento y equipos adecuados y asegurando que la burocracia o la política no se entrometan en cuestiones de vida y muerte.
Artículo de Manuel Castells en [Enlace retirado]

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