Cuba-Estados Unidos: El privilegio de una primavera
Para una conversación con Arboleya, columnista habitual de Progreso Semanal, no había mejor contexto. Era obligatorio comenzar pidiéndole su opinión acerca de si, efectivamente, el presidente Obama, o incluso su sucesor, podría encaminar por sí mismo y en el corto plazo, un cambio de política, sin sufrir las trabas de un Congreso controlado, como hasta ahora, por intenciones continuistas en la política hacia Cuba.
Jesús Arboleya: Históricamente en los Estados Unidos siempre ha habido una tensión entre el poder legislativo y el ejecutivo, sobre todo en el campo de la política exterior. El Presidente de los Estados Unidos efectivamente tiene mucha independencia y mucha autoridad en la definición de la política exterior. Pero a su vez el Congreso tiene muchas maneras de limitar ese poder presidencial. El Congreso ha tenido la posibilidad de establecer normas, algunas veces legislativas y otras veces de naturaleza económica; porque si tú tienes una política y te le quitan todo el presupuesto, -que es una facultad del Congreso-, prácticamente no puedes ejecutar la política, a no ser que aproveches otros tipos de renglones presupuestarios.
Milena Recio: La ley Helms-Burton que consagró y compiló la política de bloqueo hacia Cuba pretende acotar ese poder presidencial…
JA: El hecho de que exista una ley como la Helms-Burton, que ha codificado todas las antiguas medidas y otras, que tienen que ver con el bloqueo económico, se convierte en un obstáculo. Sin embargo no existe ninguna ley que impida la normalización de relaciones diplomáticas; eso sí es prerrogativa del Presidente.
Por lo tanto pudiéramos llegar a la contradicción de que aún con bloqueo puedan existir relaciones diplomáticas, -dentro de la normalidad posible, porque en realidad entre Cuba y los Estados Unidos nunca ha habido relaciones normales, ni antes ni después de la Revolución Cubana. Yo digo que a lo máximo que puede aspirar Cuba en sus relaciones con Estados Unidos es a una convivencia entre contrarios.
MR: Puede haber temas como la lucha contra el narcotráfico, o los temas migratorios.
JA: Sí, pero cuando eso llega a organismos internacionales, el uso del combate contra el narcotráfico como elemento de injerencia en América Latina, ya es un factor de conflicto. O sea, basándome en tu pregunta, creo que en realidad la ley Helms-Burton constituye un obstáculo, y creo también que el Presidente tiene maneras de enfrentar ese obstáculo si lo quisiera, si existiera esa voluntad. Por ejemplo, el Presidente pude decidir autorizar el viaje de todos los norteamericanos a Cuba…
MR: Sin necesidad de licencia…
JA: Sin necesidad de licencia, o mediante una licencia general que diga que todos los ciudadanos de Estados Unidos pueden viajar a Cuba. La Ley Helms-Burton dice que no pueden viajar con fines turísticos; tiene entonces dos caminos: o va al Congreso y logra una enmienda a la Ley Helms-Burton que elimine esa restricción, o simplemente dice que no es turismo, sino contactos pueblo a pueblo, intercambios culturales, etc. A la vez que le quita las restricciones de gastos y todo lo demás. Eso en la práctica funciona como turismo, porque es una locura pensar que le vas a poder condicionar a una persona dónde va a dormir, qué va a comer, o si se toma o no un refresco…
Otro ejemplo: él puede seguir llegando a convenios o acuerdos (aunque no son estos los términos) en toda una serie de temas de interés común, como los temas de la protección de los viajeros, del intercambio por correo postal, la protección de aguas territoriales frente a la posibilidad de derrames de hidrocarburos. Si OFAC elimina la interpretación de que el comercio entre Estados Unidos y Cuba tiene que ser pagado en efectivo y con antelación, y se abre la posibilidad de créditos, sería un comercio normal, como en cualquier otra parte, y eso también es una prerrogativa del presidente de los Estados Unidos.
MR: Recuerdo una idea que leí o le oí al ensayista cubano Esteban Morales, precisamente hablando de estos temas. Él decía que ninguna política cambia hasta que el costo de mantenerla sea mayor que el de cambiarla…
JA: Para Estados Unidos hoy resulta difícil mantener la actual política hacia Cuba, y no solamente por Cuba. Tiene que ver con sus relaciones con América Latina, con la situación interna, con los intereses crecientes de una serie de sectores, etc. Pero cambiarla también tiene un costo político, y ese análisis de costo-beneficio es lo que define la política que se vaya a tomar.
Desde mi punto de vista Obama no ha tenido la voluntad de cambiar la política hacia Cuba, no por un problema ideológico, o de prejuicio político ni mucho menos; es porque Obama ha sido un presidente asediado por conflictos.
¿Cuál es el costo político que va a tener para Obama un cambio de la política hacia Cuba de cara a, sobre todo, las elecciones de 2016? Todo indica que debe favorecerlo, o por lo menos no perjudicarlo, pero tampoco podemos sobredimensionar el impacto que eso tendría. Para la inmensa mayoría de los norteamericanos, aunque las encuestas dicen que apoyarían un cambio de política hacia Cuba, no es su interés primordial. Hay otros factores que van a influir en las elecciones, y las agendas electorales tendrían que concentrarse en eso. Para algunos, Obama va a tener la oportunidad del 2014 al 2016 porque son sus dos últimos años de gobierno, y ya Hillary anunció que ella vería con buenos ojos un cambio de política. Es decir, que eso no sería una interferencia, pero quizás pueda ocurrir.
Pienso también que en Estados Unidos existe un consenso mayoritario de que hay que cambiar esa política. Es difícil encontrarse con un funcionario o con un especialista que tenga que ver con Cuba que no diga que ya esa política es, como el propio Obama dijo, anacrónica.
MR: Y además lo dijo en Miami.
JA: Y no lo dijo ahí por gusto, en casa de Jorge Mas Santos en noviembre pasado. Las próximas elecciones pueden ser interesantes, porque pueden sacar a flote la importancia que tiene el tema de Cuba en esas elecciones locales.
MR: Habría un indicador importante de ese movimiento, que podría ser, por ejemplo, la elección o no de Charlie Crist en la Florida.
JA: Charlie Crist, desde mi punto de vista ha planteado una de las posiciones más interesantes respecto a la necesidad de cambio de política hacia Cuba que he escuchado en el ámbito de la Florida. Él prácticamente no habló de cubanoamericanos, él habló de que eso es negocio para la Florida, que incluye a toda la Florida, por lo tanto, está dando una dimensión diferente al problema, porque se trata de una política que todos han considerado patrimonio de lo cubano y los cubanoamericanos son los que deciden. Pero Crist está diciendo: no, esto nos interesa a todos.
Puede tener todas las críticas del mundo para el gobierno cubano, pero eso no le importa, él toca el tema de las relaciones porque es un buen negocio. Ese es un elemento que es muy interesante. También está la elección de Joe García, eso también pudiera ser un indicador.
Pero lo más importante de todo eso es: ¿cuál es el peso específico del voto cubanoamericano? O sea, ya se da por sentado que la mayoría de los cubanoamericanos quieren un cambio de política de Estados Unidos hacia Cuba, sobre todo en el área de la flexibilización de los viajes y los intercambios. Eso ya se da por sentado. Ahora la pregunta es: ¿esa preocupación es tan importante como para que induzca su voto, o ellos tienen otros problemas más acuciantes, al margen de cuál sea la política hacia Cuba? Eso podría ser una variable. Creo que el resultado, cualquiera que sea, y la posibilidad de estudiar el comportamiento del voto cubanoamericano en las elecciones para gobernador y en las del distrito 26, va a ser muy importante para las elecciones de 2016.
MR: El escenario del cambio de la política de Estados Unidos hacia Cuba, ¿usted lo ve como el fruto de una decisión unilateral de Estados Unidos, o de una mesa de diálogo donde ambos actores de la relación lleguen a acuerdos? El gobierno cubano ha dicho que tiene temas de agenda que podría plantear perfectamente, y el gobierno de Estados Unidos también pondría los suyos.
JA: El problema está en que hay una asimetría absoluta entre los dos países. Fíjate que las exigencias de Cuba son que Estados Unidos cambie la política de ese país hacia Cuba, y lo que Estados Unidos exige es que se cambie la política cubana, la política interna. Estamos hablando de dos cosas completamente distintas, imagínate si vamos a analizar que Cuba exija a Estados Unidos que tiene que cambiar su régimen capitalista y construir el socialismo para tener relaciones… Estamos hablando de que Estados Unidos está planteando ese debate desde posiciones hegemónicas.
Cada paso que de Estados Unidos en función de flexibilizar la política hacia Cuba, Cuba tiene que interpretarlo como un fracaso de la política más agresiva de Estados Unidos hacia Cuba.
De nuestro lado, ese cuento de que si se levanta el bloqueo nos va a hacer más daño… es insostenible. Lo que pasa es que ya nos hemos acostumbrado tanto a vivir con él que es como en los países fríos, en los que todo el mundo tiene que andar con abrigos todo el año y nunca han disfrutado el privilegio de la primavera, ni de un verano que valga la pena. Entonces, igual nos ocurre a nosotros.
Esa negociación tiene que partir de un principio de que los Estados Unidos tienen que, si no renunciar a su pretensión hegemónica, por lo menos tienen que llegar a la conclusión de que los métodos que han utilizado para eso ya no son funcionales. Y ese es el argumento que prima hoy en día en aquellos sectores de la política norteamericana que plantean cambiar la política hacia Cuba. Fíjate que ninguno dice que es porque Cuba tiene derecho. No, es porque no ha sido eficaz.
MR: Cuba, con su economía debilitada, en las condiciones de desgaste producidas precisamente por esa política, transitando por unas reformas que no acaban de cuajar en sus resultados económicos, ¿está en condiciones de hacerle frente a esa intención hegemónica en un posible diálogo?
JA: Claro, cada momento histórico tiene su propia dinámica, y por lo tanto aquí no vamos a adivinar exactamente qué es lo que va a ocurrir. Y todos los actores en un tipo de dinámica política como esta tienen sus objetivos y tratan de satisfacerlos. Evidentemente sería un escenario nuevo. Nosotros durante cincuenta y pico de años hemos estado acostumbrados a funcionar en un escenario de agresiones y para eso nos preparamos bien. Si mañana eso se cambia, vamos a estar en la necesidad de funcionar en un escenario totalmente distinto.
MR: Vamos a tener que hacer ajustes…
JA: En una conferencia con norteamericanos una vez, ellos enfatizaban lo que Estados Unidos perdía con la actual política hacia Cuba, y yo hice una pregunta al revés, ¿y qué ganan…? Porque si esa es la política que han mantenido durante cincuenta y pico es porque piensan que ganan algo. Efectivamente han ganado… han logrado paralizar la influencia de Cuba en muchos campos, ganaron en cierto período aislarla prácticamente del continente, han ganado también con el desgaste que significa tener que funcionar en condiciones económicas restrictivas, han puesto en duda la eficacia incluso del sistema socialista como generador de riqueza, es decir, han ganado muchas cosas; le fueron arriba al ejemplo cubano y lograron afectarlo considerablemente hasta el punto de que hoy en día, incluso la gente que apoya a la Revolución Cubana en América Latina, dicen sí, pero ese no es mi modelo.
MR: Pero no la han abatido. Ese el punto…
JA: El problema es que esa capacidad de sobrevivencia que ha demostrado la Revolución cubana frente a esos embates ha sido algo inusitado en el mundo. La mayor parte de los países duran 48 horas en una situación como esta, y este país ha durado cincuenta y pico de años. Lo que te demuestra también cuál es el potencial que ha tenido este sistema para resistir esos inconvenientes. Cuba sin bloqueo va a significar un cambio de situación, donde las fuerzas políticas cubanas tendrán que tomar decisiones propias de cómo enfrentar el problema, y habrá otras dinámicas, y habrá otras contradicciones, y habrá otras fuerzas políticas en disputa.
Ya no se estará discutiendo de la posibilidad de una amenaza armada quizás, pero se estará discutiendo acerca del papel preponderante que pueda tener una empresa norteamericana en algún renglón.
El bloqueo es insostenible desde el punto de vista ético. Estados Unidos no tiene razón para tener la política que tiene con Cuba, y lo que hace, efectivamente, es degradar su propia autoridad moral, porque tener a Cuba en una lista de países terroristas acaba con la lista de todos los países terroristas. Ya todo el mundo duda del resto de los países de la lista.
Hay un momento que va a ser decisivo: el lapso de 2014 a 2016, los dos últimos años de Obama, y los dos primeros del próximo presidente cubano. ¿Por qué? Porque en el 2018 termina la dirección histórica de la Revolución, y por lo tanto a partir de ahí ya se va a plantear otra dinámica, que no va a empezar seguro el día en que se acabe.
Habrá que ver, porque todo el mundo dice que si gana un republicano como Bush, sería una desgracia, pero si gana otro republicano, a lo mejor no lo es… Nosotros avanzamos en realidad con cierta flexibilidad en el gobierno de Nixon, fue cuando empezó todo ese proceso…
MR: Y Obama mismo, además ha sido un presidente muy ecléctico…. Para terminar: el sábado pasado The New York Times editorializó el tema cubano y tituló: “Tiempo de acabar el embargo de Cuba”. No es la primera vez que un medio del mainstream le presenta al ejecutivo norteamericano una agenda de pasos a seguir con Cuba, tendiente a la normalización de las relaciones ¿Pero qué importancia específica podría tener esta señal ahora?
JA: Creo que ya resulta bastante obvio que la mayoría de la opinión pública de Estados Unidos apoya un cambio de la política hacia Cuba. El hecho de que un periódico tan importante como The New York Times confirme y refuerce esta posición no resulta nada despreciable. Sobre todo, porque también debe estar reflejando cierto consenso dentro del aparato gubernamental y con ello pretende influir en la dinámica política. Es una señal. Resulta imposible de predecir cuál será su decisión en las actuales circunstancias, pero al menos podemos esperar que bajo su mandato, el status quo refleje el peor escenario posible y cualquier cosa que pretenda cambiarlo será para mejorar las cosas.
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