martes, 23 de septiembre de 2014

La globalización nació en Asiria


Esfinge neoasiria de marfil expuesta en el Metropolitan de Nueva York dentro de la muestra 'De Asiria a Iberia en los albores de la época clásica'. / THE METROPOLITAN MUSEUM OF ART
Vicente Jiménez / El País
Cuando los hombres estaban solos y ni Jesucristo ni Mahoma habían puesto los pies en la Tierra, durante el periodo “más excitante” de la historia, “nació la globalización”. Joan Aruz, comisaria jefe del Museo Metropolitano de Arte (MET) de Nueva York, no puede ocultar su emoción cuando muestra al visitante las maravillas De Asiria a Iberia en los albores de la época clásica, la exposición que hoy se abre al público hasta el 4 de enero de 2015.
La muestra es el resultado de un esfuerzo monumental durante seis años para reunir lo mejor del arte de los pueblos de Oriente Próximo y el Mediterráneo durante la Edad del Hierro, del Imperio Asirio al esplendor de Babilonia, diez siglos previos a la helenización y al Imperio Romano plenos de “interacción cultural, comercio y comunicación global” y no exentos, claro está, de violencia.
Aruz no tiene empacho en calificar la muestra de “histórica”. Las obras expuestas, unas 260 esculturas monumentales, grandiosos relieves murales, delicados marfiles tallados, joyas bellísimas y preciosa orfebrería, proceden de las colecciones más importantes de 41 museos en 14 países -entre ellos España- de Europa occidental, Cáucaso, Oriente Próximo, norte de África y Estados Unidos.
La exposición arranca con el Imperio Asirio, dueño de Oriente Próximo durante su apogeo entre los siglos VIII a VII antes de Cristo. “No había otro semejante en el mundo entero”, relata Joan Aruz. Sus dominios iban desde Asiria (el actual norte de Irak) hasta el Mediterráneo. A medida que fue creciendo, las ciudades-estado fenicias del Levante se vieron obligadas a mirar hacia el oeste para fortalecer su comercio marítimo. De esta necesidad nació el primer fenómeno global: las redes mercantiles que establecieron por toda la costa norte de África y desde la costa sur europea hasta el estrecho de Gibraltar y hacia el Atlántico. Materias primas, objetos lujosos, imágenes, personas e ideas circularon como nunca antes entre Oriente Próximo y el Mediterráneo.
La muestra se estructura en varias galerías temáticas: la conquistas militares de Asiria desde el norte de Mesopotamia hacia el oeste; la expansión fenicia por el mar a través del comercio y la fundación de colonias; y la adaptación de imágenes y técnicas de Oriente Próximo por los artesanos del Mediterráneo occidental. Una última y espectacular galería muestra lo que Aruz denomina el “traspaso" de poder a Babilonia tras el saqueo de Nínive (la capital asiria) en el año 612 antes de Cristo. La Biblia, Homero y otros textos hacen aquí acto de presencia.
Es al llegar a la sala dedicada a Iberia cuando Aruz se detiene extasiada. “Quisiera llamar su atención por lo afortunados que somos al poder contemplar estas joyas llegadas desde el sur de España. Son únicas. Contemplarlas aquí hoy es una verdadera fortuna”. La comisaria jefe del MET se refiere al collar, placa pectoral y brazalete de oro de estilo fenicio del siglo VII antes de Cristo delicadamente trabajados que, junto a otras 18 piezas ausentes en Nueva York, forman parte del Tesoro del Carambolo, en Camas (Sevilla). “Es un préstamo clave de la exposición, ya que no suele mostrarse habitualmente”, enfatiza Aruz.
(Izquierda) Collar de siete sellos de estilo fenicio del siglo VII antes de Cristo, la pieza forma parte del valiosoTesoro del Carambolo. /Bruce M. White
Junto a las joyas del Carambolo, otras también valiosas, procedentes de embarcaciones que naufragaron junto a las costas de España. El MET muestra trabajos en metal, pesos, un altar fenicio y colmillos de elefante con inscripciones de nombres de dioses y diosas procedentes del yacimiento submarino del Bajo de la Campana, en la Manga del Mar Menor (Murcia). En total, seis museos españoles han colaborado con la exposición de Nueva York (Almuñécar, Cádiz, Cartagena, Granada, Huelva y Sevilla).
En la primera parte del recorrido, las piezas muestran la glorificación de las campañas militares de los reyes asirios, en particular Asurbanipal II, que reinó del 883 al 859 antes de Cristo. Una formidable estatua de este conquistador saluda al visitante nada más iniciarse la muestra. Junto a ella, frisos del palacio de Nínive ofrecen escenas bélicas y festines pantagruélicos.

Escultura de un hombre pájaro-escorpión encontrada en el yacimiento de Tell Halaf, al noreste de Siria. / The Metropolitan Art Museum
Entre las piezas más llamativas, una de las clásicas estatuas de criaturas híbridas de Oriente Próximo. En este caso, un hombre pájaro y escorpión. La pieza aparece muy deteriorada, reconstruida a partir de muchos trozos. Pero no fueron los siglos los que cometieron semejante destrozo, sino las guerras modernas. Hallada en el yacimiento de Tell Halaf, al noreste de Siria, por el barón alemán Max von Oppenheim, la estatua fue guardada en un museo de Berlín hacia 1928. Años después, en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, una bomba incendiaria lanzada por un avión aliado devastó el lugar. Las altas temperaturas y su contraste con el agua de los bomberos emplearon provocaron que muchas de las piezas se rompieran en pedazos.
Antes de llegar a la expansión fenicia, Aruz y sus colaboradores Yelena Raki, Sarah Graff y Michael Seymour, del departamento de Arte Antiguo del MET, advierten al profano de las formidables inscripciones expuestas, en concreto una en la que el rey Senaquerib narra cómo destruyó 46 ciudades de Judea, deportó a más de 200.000 personas y exigió el pago del tributo a Ezequías, rey de Judá.
De los fenicios, la exposición muestra ricas piezas de sus artesanos, muchas de ellas con motivos egipcios. Chipre ocupa un lugar primordial en este periodo. La isla era rica en cobre, muy importante para las potencias de Oriente Próximo. Para los fenicios era, además, la salida hacia el Lejano Oriente por el Mediterráneo. De la colonia fenicia de Citio (actual Larnaca) son singulares joyas de oro que adornaban la tumba de un rico del lugar, y que datan de finales del siglo VIII antes de Cristo.
(Derecha) El demonio Pazuzu, del siglo VIII antes de Cristo, famoso por su aparición en la película 'El Exorcista'. / Thierry Olivier
Por todo el mediterráneo se han encontrado ornamentos con motivos populares de Oriente Próximo: esfinges, aves con cabeza humana, grifos… De los yacimientos españoles destaca una representación de la diosa de Oriente Próximo Astarté, que inspiró aspectos de la imagen de la diosa griega Afrodita. Incomparable es también la pequeña estatua mesopotámica en bronce del demonio Pazuzu, del siglo VIII antes de Cristo, famosa en el mundo entero por su aparición en la película El Exorcista.
Una de las joyas fundamentales de la exposición es un caldero con cabezas animales en sus bordes de una tumba de un personaje importante hallada en Salamina (Chipre). Está datado en los siglos VIII y VII antes de Cristo.
Después de siglos de dominio asirio, Babilonia tomo el relevo con la destrucción de la ciudad de Nínive. Nabucodonosor II (que reinó entre el 604 y el 562 antes de Cristo), reconstruyó Babilonia y se hizo un nombre para la Historia. La exposición presenta una maqueta de la famosa Puerta de Ishtar y la Vía Procesional de Babilonia, junto con varios relieves auténticos.
De Asiria a Iberia en los albores de la época clásica es la tercera de una serie de grandes exposiciones organizadas por el Museo Metropolitano sobre el arte en el antiguo Oriente Próximo. La primera, El Arte de las primeras ciudades: el tercer milenio antes de Cristo, desde el Mediterráneo hasta el Indo, se ofreció al público en 2003. La segunda, Más allá de Babilonia: arte, comercio y diplomacia en el segundo milenio antes de Cristo, entre 2008 y 2009.

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