Comentarios al libro
“Diversidad e Identidad en República Dominicana” de la Dra. Celsa Albert
Batista[1]
Por Pablo Ant. Gómez
Economista, Maestrando en Historia Dominicana,
Universidad Autónoma de Santo Domingo [gom-dip@hotmail.com]
15 de septiembre de 2014.
Versión corregida de la ponencia presentada en el
acto conmemorativo de los 50 años en el magisterio de la profesora Emérita
Celsa Albert Batista y la puesta en circulación del libro en la ciudad de La
Romana.
Pretendía hacer una reseña de la obra, pero
mientras releía el texto de la contraportada concluí que no puede haber mejor
reseña que la que allí se bosqueja.
Desde hace varios años la Mtra. Celsa viene
realizando una encomiable labor intelectual dirigida a destacar el componente
africano de nuestra identidad, tradicionalmente ignorado y/o ocultado por la
historia oficial en base a prejuicios y estereotipos establecidos por la
colonización española desconociendo la unicidad de la raza humana. Percibo este
libro como un momento cumbre de ese esfuerzo porque recoge un estudio global
del proceso histórico-cultural que dio lugar a la conformación del pueblo
dominicano desde la interesante perspectiva de sus raíces étnicas.
La obra aborda en un exquisito y didáctico estilo
las ideas, el proceso, la herencia y la estrategia educativa para conocer con
rigor la diversidad e identidad cultural de los dominicanos.
Estamos ante un libro sencillo y ligero de lectura,
que nos introduce a la visión científica de nuestra historia cultural, y
específicamente, al ámbito de la diversidad étnica y cultural que conformó la
identidad actual (individual y nacional) del dominicano, a través de un proceso
continuo de hibridación [fusión biológica], mestizaje [cruzamiento y mezcla] y
sincretismo [expresión en uno nuevo] de varios siglos, en el que la cultura indígena,
la blanca del occidente europeo y la negra del África subsahariana[2]
fueron sus matrices fundamentales, pero que también tiene elementos culturales
de origen asiático (judíos, árabes, japoneses y chinos), siendo algunos de
estos los más antiguos de todos, si tomamos en cuenta que nuestra población
aborigen era, esencialmente, de origen asiático. La obra hace énfasis en el
aporte de la cultura negra a ésa identidad.
El alto contenido pedagógico de los capítulos III y
IV del libro evidencia el éxito de los objetivos específicos de la autora. Al
respecto destaco lo siguiente: los elementos culturales de origen asiático se
expresan de manera principalísima en nuestra producción agrícola y en nuestros
hábitos de consumo: la caña de azúcar, el arroz, los plátanos, el coco, el
mango, las naranjas son elementos consustanciales del ser dominicano. Tal vez por
otros autores, para algunos de esos productos, ya nos habíamos enterado de sus
orígenes. Pero la novedad es que la Mtra. Celsa nos remite a cómo la tradición
de producir y consumir esos productos entre nosotros está asociada a nuestra
historia pre-colonial o colonial o contemporánea y en particular al período de
la esclavitud en la isla. Más aún, es novedosa su reflexión sobre la necesidad de
transitar por la diacronía para llegar a la sincronía cultural que se pone de
manifiesto en el proceso de creatividad, recreación y sincretismo cultural de
la población dominicana. Al efecto, en el capítulo V de la obra la Mtra. hace
un llamado fervoroso a que se atienda la necesidad de integrar el estudio de la
diversidad cultural del país en el proceso cotidiano de enseñanza-aprendizaje
en las aulas sustentándose en los programas, la estructura curricular y en los
preceptos teórico-metodológicos vigentes en el Sistema Educativo Dominicano en
los actuales momentos, específicamente basándose en el eje transversal Cultura
Dominicana. Identidad y Diversidad. Puesto que los problemas de
desconocimiento de los contenidos de la realidad histórico-cultural del país
han estropeado la objetividad con que los docentes trabajan el curriculum,
también destaca la Mtra. la urgencia de que se atienda a un plan de formación,
capacitación y actualización de los maestros del país, así como el
acompañamiento a estos en el proceso de aprendizaje.
La autora parte del principio de que la cultura es
la fuente fundamental de la identidad de un pueblo y pone en claro en su
estudio algo que todos los presentes debemos asimilar y destacar: que el
proceso histórico que condujo al predominio del mulato en el país no fue tanto
racial, como pretenden reducirlo los historiadores hispanistas y acostumbran
explicarlo los autores poco advertidos, sino que fue un proceso global que
abarcó la totalidad de las manifestaciones culturales. Que primero debemos
hablar de diversidad étnico-cultural y solo luego de identidad.
Como señala el Dr. Nfubea en su prólogo la cuestión
de la identidad “ha sido siempre un problema para el dominicano ya que esta
realidad problemática tiene sus raíces en la colonización” (p. 18). Al respecto,
el libro hace hincapié en señalar los factores socioculturales (institucionales
e individuales) que han generado de manera continua conflictos de identidad
entre la población de nuestro territorio desde inicios del siglo XVIII. Es esta
una parte nodal del estudio donde la autora se refiere a la “esclavitud
psicológica o mentalidad social que produce el conflicto de no asumir la
identidad real de ser y pertenecer” vigente en cierto modo aún, en la sociedad
dominicana.
Y es que la presencia sostenida del racismo en
diversos ámbitos de la sociedad complejiza las dificultades objetivas con que
los dominicanos nos enfrentamos a nuestra propia identidad. Y más cuando lo
hacemos desde la óptica del uso inapropiado de la noción de otredad, la errada
creencia de que ser dominicano es sinónimo de ser antihaitiano. Al respecto el
Dr. Dilla Alfonso comenta: “Aún hoy campean en la prensa dominicana, de la mano
de voceros de un llamado “nacionalismo” que define a la “dominicanidad” como
algo opuesto e irreconciliable respecto a Haití, aunque al hacerlo castran la
riqueza cultural de la sociedad dominicana y nos transmiten una caricatura
“blanca”, “hispánica” y “católica” de una de las sociedades más mestizas, desde
todos los ángulos, que existen en el hemisferio”[3]
En los hechos los afrodescendientes, entonces
identificados como negros y mulatos, pasaron tempranamente a ser actores
sociales y culturales de primer orden por su papel protagónico en momentos y
acontecimientos estelares del proceso histórico de construcción de la nación
dominicana; gran parte de esos acontecimientos lo destaca la autora en su libro.
Me parece importante, a los eventos históricos
señalados por la Mtra. Celsa como de significación ineludible para la
comprensión del fenómeno histórico-cultural dominicano, agregar los siguientes:
-La
asimilación y preservación de las técnicas agrícolas indígenas por parte de los
esclavos africanos durante la primera mitad del siglo XVI[4];
-Siguiendo
la tendencia que se hizo predominante en la segunda parte del siglo XVII,
durante el siglo XVIII la población mulata es netamente mayoritaria en la parte
dominicana de la isla debido al proceso de mestizaje, alcanzando para 1800 un
70% de mulatos, un 19% de negros y apenas un 11% de blancos[5].
No
es por casualidad que el 70% de los dominicanos del presente tiene genes de
origen africano[6];
-De la
población esclava empleada en la actividad ganadera, surge la clase campesina
criolla que alcanza relevancia social y económica al final del siglo XVIII[7];
-La emigración sistemática de población pobre
de Haití hacia suelo dominicano a todo lo largo del siglo XX.
Sin embargo, el sesgo racista en nuestra historiografía,
junto a sueños de dictadores y patriotas de hojalata han llevado a la sociedad
dominicana a invisibilizar esa realidad de nuestra historia.
Respecto al proceso de diversidad, hay que señalar
que, conforme a la arqueología moderna, un mosaico multicultural de similar
complejidad al que se desarrolló desde finales del siglo XV había ocurrido ya
en la isla varios siglos atrás previo a la llegada de los europeos, dando lugar
a la matriz cultural indígena que conocemos como cultura taína[8].
En conclusión, con esta obra la autora logra de
forma magistral dos objetivos de gran relevancia y actualidad:
1-Abordar la transformación histórica de la República
Dominicana, la construcción de la cultura y la identidad a través del estudio
de la diversidad, y
2-Presentar una propuesta pedagógica factible de
ser aplicada al proceso de enseñanza-aprendizaje en el área de las ciencias
sociales, incluso en la capacitación, actualización y formación de maestros y
facilitadores.
Hoy que celebramos el 50 Aniversario de labor
educativa ininterrumpida de nuestra apreciada Mtra. Celsa, cuán orgulloso me
siento de haber cursado mis años de educación básica bajo su orientación y
cariño en el Colegio Nuestra Señora de La Altagracia aquí en La Romana, y por
ello aclamo a viva voz ¡Celsa Albert es una auténtica Maestra, Maestra de
verdad, larga vida para ella!
Muchas gracias.
Notas:
[1] Albert Batista, Celsa (2014). Diversidad e
Identidad en República Dominicana. Santo Domingo, R. D.: Editora Nacional, pp. 140.
[2] El
término África subsahariana refiere a aquellas partes del continente africano
habitadas mayoritariamente por personas negras, que comprenden aproximadamente
el 85 por ciento de su superficie total. También hace referencia a los países
de ese continente que no limitan con el mar Mediterráneo. Se ha demostrado que
África negra es, principalmente la zona oriental, la cuna de la especie humana,
desde donde se inició el poblamiento de la Tierra. Nueve millones de africanos
llegaron a América en calidad de esclavos entre 1492 y 1800.
[3] Dilla
Alfonso, Haroldo (2008). Los usos del “otro”: las relaciones de República
Dominicana con Haití, Estudios Latinoamericanos, nueva época, núm. 22,
julio-diciembre, pp. 171-181. [en línea], disponible en:
http://www.journals.unam.mx/index.php/rel/article/view/20288 [2014, 14 de septiembre].
[4] Serna Moreno, Jesús María (2010). República Dominicana. Identidad y herencias
etnoculturales indígenas, Archivo General de la Nación, Vol. CVIII. R. D.;
Editora Alfa & Omega, pp. 95-108.
[5] Cassá, Roberto (2001). Historia social y económica de la República Dominicana, Tomo I,
Santo Domingo, R. D.: Editora Alfa y Omega, p. 89.
[6] Estudio de la Universidad de Puerto Rico y la Universidad Central del
Este dado a conocer en 2010.
[7] González,
Raymundo (2011). De esclavos a campesinos. Vida rural en Santo Domingo
colonial, Archivo General de la Nación, Vol. CXLVIII R. D.; Editora Búho,
S. R. L., pp.
186.
[8] Ulloa Hung, Jorge (2012). La cultura taina y
las bases de lo caribeño en Tesoros del arte taíno. Centro Cultural
Eduardo León Jiménez, Generalitat Valenciana and IVAM Centre Julio González, . pp. 13-47.
Favor usar foto anexa.
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