lunes, 18 de agosto de 2014

«Quieren que los yasidíes nos convirtamos o nos matan a todos»

nternacional

«Quieren que los yasidíes nos convirtamos o nos matan a todos»

Día 18/08/2014 - 21.19h
 http://www.abc.es/internacional/20140818/abci-quiren-yasidies-coviertan-islam-201408181403.html

ABC habla con los supervivientes de la aldea iraquí de Kocho donde los yihadistas asesinaron el sábado a más de 400 miembros de esta minoría

«Nuestros antepasados han sufrido numerosos ataques, pero para mí, esta es la primera vez». Entre todos los hombres que se arremolinan en el patio de la escuela Ishtar de Erbil, donde un millar de desplazados yasidíes han encontrado refugio en los últimos días, la figura de Aido Ali Jabar emana autoridad. «Nos persiguen, quieren que nos convirtamos, que nos muramos o matarnos a todos». Los cristianos tienen la opción de pagar un diezmo, pero nosotros no», dice.
Las atrocidades perpetradas en los últimos días por el Estado Islámico (EI) han expuesto a la luz pública a esta minoría, que cuenta con alrededor de 200.000 miembros en Irak. Las matanzas ocurridas en la región de Sinyar han llevado a cientos de miles de ellos a tratar de buscar refugio en la montaña del mismo nombre, donde, a pesar de la operación internacional para enviarles suministros y provisiones, muchos de ellos murieron.
Decenas de miles, sin embargo, fueron rescatados con vida por las milicias kurdas YPG (la rama siria de la guerrilla del PKK), y trasladados al Kurdistán iraquí, donde se les aloja en campamentos como este. En algunos casos no pudieron huir, como los habitantes de la aldea de Kocho. Los miembros del EI les dieron un ultimatum para convertirse al islam. El viernes, después de que expirase el plazo,los yihadistas ejecutaron a 400 de ellosy se llevaron a sus mujeres.
«Esa gente no tiene religión», asegura Aido. «Nosotros creemos en un dios, para nosotros es pecado matar incluso a una mosca», explica. Los yasidíes son un culto milenario que adora al Ángel del Pavo Real, Taus-i-Melek, al que los practicantes de las religiones monoteístas de la región identifican con el «Ángel Rebelde» o Satanás. De ahí que los yihadistas califiquen a los yasidíes de «adoradores del diablo», y les hayan tomado como objetivo predilecto para sus ataques.
Porque la actual oleada de violencia está lejos de ser la primera que sufren los miembros de esta minoría. Muchos de ellos aseguran haber sido víctimas de «73 matanzas» anteriores. El último gran repunte de violencia ocurrió en 2007, cuando miembros de la comunidad yasidí lapidaron a una joven a la que se acusaba de mantener una relación con un varón suní y de haberse convertido al islam. La atrocidad fue grabada con varios teléfonos móviles y difundida, lo que provocó que el liderazgo del EI de Irak alentase a sus seguidores a matar a todo yasidí con el que se encontrasen.
Poco después, en agosto, hace exactamente siete años, la comunidad fue víctima de varios coches bomba que estallaron de forma coordinada en la región de Sinyar. El atentado, el segundo más sangriento de la historia tras el 11-S, se cobró la vida de más de ochocientas personas. Durante los años siguientes, los asesinatos indiscriminados de yasidíes a manos de pistoleros se generalizaron en la región.
Por ello, cuando las matanzas volvieron a comenzar a principios de este mes, la mayoría, como Aido y su esposa, no perdieron ni un minuto a la hora de escapar. «Cuando escuchamos lo que estaban haciendo en Sinyar, huimos hasta las posiciones de los milicianos kurdos ‘peshmerga’», cuenta «y desde allí pudimos ver con unos prismáticos cómo tomaban la aldea», Bashiqa. «Vimos cómo volaban nuestras casas, nuestros lugares sagrados, incluso nuestros cementerios», dice.
Feyyan Dahil, la única diputada yasidí en el parlamento iraquí, trata de llamar la atención sobre su comunidad. «No pueden volver a Sinyar. Están demasiado asustados para volver. No se sienten seguros allí porque en el futuro podría haber otro intento de genocidio», declara. «La gente que les rodeaba son quienes les traicionaron durante el asalto del EI. No pueden volver a confiar en ellos», afirma Dahil. «La mayoría quiere emigrar aunque hemos vivido pacíficamente con nuestros vecinos durante miles de años».

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