El nuevo término de moda en el mundo de las finanzas en general y de la banca en particular es litigation.
Litigios, pleitos, multas, sanciones con origen, sobre todo, en Estados
Unidos, donde aún se toman en serio estas cosas. Desembolsos obligados,
fruto de prácticas irregulares pasadas que nadie garantiza que no se
estén produciendo a día de hoy. Las cifras son mareantes y afectan a
entidades señeras de todo el mundo. Comienzan a preocupar a gobernantes y
bancos centrales. 10.000 millones de euros le acaban de caer a BNP para espanto del presidente francés, Francois Hollande, que pide árnica para 'su' institución. El volumen es tal que el BCE contempla la posibilidad de incluir este riesgo en los nuevos stress tests de la banca comunitaria (WSJ, "ECB officials anxious about impact of U.S. fines on EU Banks", 03-06-2014). A buenas horas.
¿Es para tanto? Vean, vean.
El equipo de analistas de bancos europeos de Credit Suisse acaba de incrementar su estimación de costes asociados a este concepto
para el conjunto del sector de los 58.000 millones de dólares que
contemplaba en febrero a 104.000 sólo tres meses más tarde, de los que 39.000 estarían aún pendientes de provisionar
con su consecuente impacto en términos de cuenta de resultados,
rentabilidad y capital para los afortunados ganadores. Atendiendo a cómo
ha evolucionado el tema recientemente, la proyección puede ser
conservadora.
Por cierto, este charco no lo ha pisado aún, que se sepa, la banca española salvo
alguna acusación de discriminación a la hora de conceder financiación
hipotecaria al Santander, cuyo impacto final puede ser limitado para la
cuenta de resultados consolidada del líder español (NYT, "Santander Bank to face suit claiming bias in mortgages",
28-05-2014). Y en nuestro país, imaginar tan solo compensaciones del
tipo de las que allí se están fijando es ilusorio si bien la reflexión
general sobre el particular no entiende de fronteras.
¿De dónde sale ese pastizal?
FT Alphaville recoge, en una magnífica entrada sobre el particular, el origen futuro de tales dispendios,
sobre la base de lo que ya ha sucedido en el pasado. Así, manipulación
de mercado (19.000 kilos más), ejecuciones fraudulentas en el
hipotecario USA (12.000), irregularidades en la comercialización de
determinados productos (14.000), colaboración en la evasión de impuestos
(2.500), incumplimiento de embargos comerciales, motivo aplicable a BNP
(7.000), estados financieros inexactos (4.000) y temas corporativos
específicos (cerca de 7.000).
En esta representación gráfica lo podrán observar mejor:
Como ven, una panoplia
de actuaciones sospechosas que, en la mayoría de las ocasiones, termina
cerrándose por acuerdo entre supervisor y el sancionado, que
prefiere colaborar con él y apoquinar lo que se pacte antes que
enfrentarse a una transparencia mayor y a la severidad de la justicia.
De los males, aparentemente el menor, aunque esto suponga para una sola
firma y por un solo caso, entre pago directo y compensaciones, 26.000
millones de dólares (Valor Añadido, "Gente que paga tres billones de pesetas para evitar ser investigada", 10-02-2012). Qué no ocultarán para ceder de ese modo.
¿Decisión en beneficio del banco como conjunto o de alguno de sus miembros?
Porque hay aquí un tema sustancial. Buena parte de estas transacciones con la Administración son rematadas por los mismos bajo cuyo gobierno corporativo fueron cometidos tales desmanes, bien por acción o por omisión.
De este modo logran evitar condenas penales que terminen con sus huesos
en el trullo, inhabilitaciones de por vida para acercarse a menos de un
kilómetro de una sucursal como correspondería o que les obliguen a
establecer procedimientos que vulneren una impunidad de la que quieren
seguir disfrutando. De vergüenza. Claro que, mientras los titulares de
las acciones sigan mirando hacia otro lado sin levantarse en armas
contra unos gestores cuyos quebrantos se miden en miles de millones de
euros y los Gobiernos, caso del francés, prefieran acusar a Estados
Unidos de desproporcionalidad en las sanciones antes que proteger a los
verdaderos damnificados, actuando sobre los culpables, a estos banqueros
trincones que les quiten lo bailao, bonus millonario p'arriba, bonus millonario p'abajo.
Resulta más perentoria que nunca una normativa que resuelva esta asimetría de riesgo-recompensa de administradores y propietarios.
Para ello es fundamental que estos se muevan, que el poder legislativo
atienda sus demandas y que los procesos de investigación no se cierren
en falso a través de pactos y componendas. Pero me da la impresión de
que ni unos pueden, ni otros quieren, ni nadie renuncia al pájaro en
mano frente al ciento volando con las cuentas públicas como están. Dicho
queda. Luego, no se me quejen.
It's your turn.
No hay comentarios:
Publicar un comentario