domingo, 8 de junio de 2014

La Pompeya de la prehistoria enterrada por falta de fondos

La Pompeya de la prehistoria enterrada por falta de fondos

Día 08/06/2014 - 17.02h
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http://www.abc.es/cultura/20140608/abci-ruinas-nola-volcan-vesubio-201406062022.html

Hace casi 4.000 años, las cenizas del Vesubio sepultaron la ciudad de Nola, de donde se han rescatado verdaderas joyas

Los expertos lo han rebautizado como la Pompeya de la prehistoria. Se trata de un importantísimo lugar arqueológico de la Edad del Bronce Antiguo, situado en Nola, en la provincia de Nápoles, sepultado por una erupción del Vesubio hace casi 4.000 años, exactamente entre el 1800-1600 a. C. (la ciudad romana de Pompeya fue sepultada en el año 79 d. C.). Pero esa prehistoria descubierta en 2001, que constituye una auténtica perla arqueológica, ha vuelto a quedar enterrada, esta vez por la imposibilidad de conservarla adecuadamente, a causa de la falta de recursos económicos.
La Pompeya de la prehistoria enterrada por falta de fondos
Un acuífero, cuyas aguas han invadido la zona que ocupa la aldea prehistórica, han agravado la situación. «Cuando descubrimos la aldea, su estado de conservación era extraordinario, un caso singular y único en el mundo. Logramos recuperar 4.000 objetos que en buena parte se conservan en el museo arqueológico de Nola», explica a ABC la arqueóloga Elisabetta Vitale, que durante años ha participado en las excavaciones y es tesorera de la asociación Meridies para defender ese patrimonio. La aldea descubierta se componía de unas diez cabañas, en cada una de las cuales vivían entre 20 y 25 personas. Fue encontrada con todas sus estructuras perfectamente visibles, tanto sus cabañas como su mobiliario, objetos o los recintos para animales. «La emoción fue tan grande al descubrir ese mundo, prácticamente intacto, como lo habían dejado sus habitantes, que se me saltaron las lágrimas», nos confiesa Elisabetta Vitale.

«Dos abortos»

En efecto, la conservación fue posible porque algunas horas después de la erupción, cuando la aldea había sido ya cubierta, como ocurrió en Pompeya, por un metro de pumita y cenizas del Vesubio, un aluvión de barro penetró dentro de las cabañas, efectuando una especie de molde de sus estructuras de madera y paja, así como de los objetos: cerámicas, hornos, mesas, ollas con comida, esteras de paja y juncos, espigas de cereales, etc. «Tenían miedo de morir de hambre. Por eso encontramos recipientes llenos de bellotas, almendras, cebada… Otra cosa que nos conmovió fue encontrar dos cuerpecitos, dos abortos de cuatro a seis meses, que estaban enterrados en unas cerámicas al lado de una cabaña, perfectamente conservados, hasta el punto de que se podían contar las falanges de los dedos».
«No se encontraron esqueletos de personas, sino de animales, lo que hace suponer a los arqueólogos que los habitantes de la aldea tuvieron tiempo para huir. Entre los animales, descubrimos un perro en una cabaña. En ningún otro sitio en el mundo se han encontrado tantísimos objetos de la Edad de Bronce y con un estado de conservación tan extraordinario», nos comenta la arqueóloga Vitale, que ahora sueña con la creación de un gran parque arqueológico en la zona.

«Aquí tenemos certezas»

Normalmente, en las aldeas de hace cuatro mil años no se han encontrado las cabañas, solo aparecieron los agujeros de los palos. En cambio, en el descubrimiento de Nola, por primera vez ha sido posible comprender la forma que tenían estas construcciones, la flexión que tenían las maderas para formar los techos, la distribución que hacían de las cabañas y su tipo de vida.
La Pompeya de la prehistoria enterrada por falta de fondos
«Sobre la prehistoria se hacen muchas hipótesis; aquí tenemos certezas, porque hemos encontrado todo, incluso vestidos o las cuerdas con las que habían atado los palos. Hemos comprobado también su organización social: tenían propiedad privada, un recinto con sus animales alrededor de la cabaña y un terreno en el que trabajaban la tierra, y en otro el bronce», nos explica Elisabetta Vitale, quien concluye la entrevista con ABC exponiéndonos un sueño: «Espero que algún día nuestros hijos puedan disponer de los fondos necesarios y recuperen esta aldea para conservarla adecuadamente». Bien lo merece, como patrimonio precioso y único en el mundo.

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