lunes, 12 de mayo de 2014

NOTA SOBRE LA EVOLUCION ECONOMICA DE LA VEGA EN EL SIGLO XIX.

NOTA SOBRE LA EVOLUCION ECONOMICA DE LA VEGA EN EL SIGLO XIX.
Fuente: Mario Concepción. Revista eme-eme, Estudios Dominicanos, Volumen II, Núm. 9, noviembre-diciembre1973, págs... 3/14, editada por la UCAMAYMA, Santiago RD.
A pesar de la importancia alcanzada en sus primeros años como centro colonial, la Concepción de La Vega, estuvo una vida inestable por carecer de una economía firme, toda vez que su principal actividad la constituyó la explotación de minas de oro, que fue de corta duración debido a la escasez de mano de obra, y a la emigración de la mayoría de sus habitantes como consecuencia de los nuevos descubrimientos.
Con relación a la agricultura, esta hubiera podido contribuir a mejorar la situación, se limitaba a los tradicionales cultivos de la yuca y del maíz del aborigen. El algodón, la cañafístola, el jengibre y el añil y otros cultivos más, sus plantaciones fueron muy incipientes
Aunque se le proveyó de armas nobiliarias y se le hizo asiento del primer obispado regularmente establecido, no sólo en la isla sino en la Indias Occidentales, (el Nuevo Mundo), ya para el 1525 estaba la ciudad en plena decadencia, teniendo el Rey que dictar providencias encaminadas a sus repoblación, no produciendo resultado positivo alguno las disposiciones continuando la misma vida lánguida hasta su destrucción por el terremoto del 1562.
Trasladados sus pocos supervivientes a la orilla meridional del río Camú, a unas dos leguas del primitivo establecimiento, fue aún más triste el panorama de La Vega, puesto que ya había edificaciones sólidas, sino que la población se alojó en rústicas viviendas y se dedicó exclusivamente a la crianza de ganado en escala doméstica, así como al cultivo de frutos menores más bien para su alimentación
Sobre la situación de La Vega, hay una declaración del último decenio del siglo XVI, que expresa que “según las informaciones hecha y la relación que se ha extendido, la ciudad de La Vega, tendrá hasta treinta vecinos, casi todos pobres y con casas pajizas, y así el ganado de esta ciudad ( Santo Domingo) como de La Vega y demás lugares de esta isla ha venido en gran disminución por mucho que se le deje criar y se ha perdido en los grandes montes que se han criado de guayabas, y montes, así mismo se han perdido casi todos los ingenios de azúcar y el jengibre tiene poco valor ( Américo Lugo, Historia de Santo Domingo, Edad media de la isla Española. Editorial Librería Dominicana, 1952, pp 78/79).
Hacia 1598, hay otra relación , que consigna: “ Que la ciudad de La Vega era ciudad de solo nombre, con no más de 17 casas de paja ( bohíos), que no tenía calle ni plaza,. Sino que los vecinos andaban de casa en casa por trillos que sus pasos abrieron por entre los guayabales y brocales (Fray Cipriano de Utrera. El Obispado de La Vega, en Dilucidaciones Histórica, Imprenta Dios y Patria, 1927,
Para 1606, contaba la ciudad con 40 vecinos, incluyendo un zapatero, un sastre, y un tratante, así como un escribano, existiendo 11 criadores de vacas y 15 estancias de yuca y maíz y otros frutos menores. (Censo de Osorio, en Relaciones Históricas de Santo Domingo, por Emilio Rodríguez Demorizi, Editorial Montalvo, 1949 Tom. II, pp 410 y 436/37). Así va naciendo lo que se llamaría la economía del hato, aunque endeble. Como consecuencia de las devastaciones de los pueblos de la Banda del Norte, se opera entonces el traslado de algunos hatos a la jurisdicción de La Vega
Así continuo el mismo ritmo de vida rudimentaria, surgiendo poco a poco el cultivo de mayor escala del tabaco, heredado del Indio, lo que propicia la elaboración del cigarro, no ya en forma casera, sino con vista al establecimiento como oficio, que vino a construir una de las principales ocupaciones por mucho tiempo.
Aparece entonces una especie de artesanía con el herrero que concesionaba las herradura para el caballo, el talabartero que se dedica a hacer las sillas ´para montarlo, la baulería que se ofrece a la falta de armario, el tornero que provee el envase para el aguardiente del alambique, quehacer junto al fabricante de ladrillos, al que asierra a mano la madera y al que elabora la cal. Van profijando la pequeña industria, que son el sastre, el zapatero, y la costurera, y la pulpería que se surte principalmente de la plaza de Santiago por medio de la recua, van dando animación a la aldea que aspira a pueblo.
En cuanto a la diversión de los vecinos se limitaban éstas a la asistencia del juego de gallos o a un paseo a caballo o a uno que otro baile familiar, aguardando las tradicionales fiestas patronales de La Antigua y de Las Mercedes, que constituían entonces y hasta muchos años después , verdaderos acontecimientos. Tal género de vida solo se alteraba cuando los moradores en aptitud tenían que acudir a la defensa de la plaza de Santo Domingo con motivo de las frecuentes amenazas de invasiones por mar. En 1681, conforme información hecha en ese año, se dice de La Vega, que “tiene 30 o 35 bohíos entre grandes y chicos, malos y buenos. Las ´personas de confesión son 434, los 48 españoles, los 38 esclavos, los demás pardos y mulatos libres. Un hospital por el suelo. La iglesia a medio hacer y cubierta de palmas y sin puertas. “(Fray Domingo Fernández de Navarrete, Arzobispo de la Isla.- Relación de las Ciudades, Villas y Lugares de la Isla Española, publicada en la Revista Clío, fascículo III, mayo-junio 1934, PP. 93)
Al comenzar el Siglo XVIII la población cuenta con 90 casas, y más tarde se informa que tiene unas 900 personas. Todavía en el 1739, dice una relación, que “La Vega tiene una iglesia algo maltratada.. Tres cofradías muy pobres.. la que llaman plaza es una laguna y para admistrar los sacramentos en ella es menester ir a caballo..3000 personas la habitan tan pobres como Job, de estas 450 hombres de armas (Domingo Pantaleón Álvarez de Abreú, su Arzobispo, Compendiosa Noticia de la Isla de Santo Domingo, publicada en la Revista Clío, fascículo III, mayo-junio 1934, PP. 95)
Ya en 1785, La Vega cobró una nueva vida, debido a la favorable reacción que se operó en la colonia con motivo del establecimiento del libre comercio, que trajo como consecuencia la creación en Montecristi como puerto neutral y la repoblación de Puerto Plata. Al llegar el día de la cesión de la parte española de la isla a Francia, esto es el 1795, las principales personas de La Vega, incluyendo mujeres, que ya la había representativas, hacen una exposición al Rey sobre los males que acarraría tal disposición, obligándolo a emigrar, reclamo que no mereció ser acogido por el soberano. (Manuel Arturo Peña Batlle. Tratado de Basilea, Desnacionalización de Santo Domingo Español, Impresora Dominicana, 1952, pp 52)
El Pbro. Francisco de Amézquita, considerado como el primer historiador que tuvo La Vega, dice de estos días cruciales. Entonces, esto es, en la época de la cesión de la parte española de la Isla contaría con la población de diez a once mil almas más o menos incluyendo sus partidos de Moca y La Torre, no obstantes ser los habitadores de uno y otro dodos o la mayor parte vecinos de Santiago, con trece mil reses vacunas más o menos con mucha abundancia de crianza de toda especies de animales y con una agricultura aunque algo escasa y desprovista, era sin comparación mucho más ventajosa y de mayor provecho que la que había .( Pbro. Pablo Francisco Amésquita, carta al Gobernador Haitiano Placide Lebreun, en fecha 30 de abril de 1822, publicada en folleto por la Sociedad La Progresista. Imp. La Información, Santiago, 1935)
Viene el siglo XI. Hay un anhelo de superación, pero se produce un infausto suceso, derivado de la cesión en favor de Francia; el incendio que a su paso dejan las tropas haitianas mandada por Dessalines, en su retirada de la ciudad de Santo Domingo. Se redujo la población a la iglesia y a dos casas de mampostería, retrasándose en consecuencia aún más el progreso vegano.

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