Historia, Cambio y Permanencia, de La Vega
Ponencia presentada por el Dr. Frank Moya Pons. En V
Seminario Nacional de Restauración de Monumentos. Auspiciado por el Museo de
las Casas Reales, celebrado en la ciudad de La Vega, el 8 de octubre de 1978. Publicado en el Boletín Las Casas
Reales. Núm. 8. Año 1979 Enero-Abril.
El pueblo de La
Vega, se llama. La Concepción de La Vega,
y su nombre se deriva del famoso Fuerte de la Concepción, que construyo
Cristóbal Colón, en el año de 1495, cuando se encontraba en campaña militar en
el Cibao, haciendo guerra cruel e inhumana a
todos los reyes ( caciques,
aborígenes ), que gobernaban esta región
de la isla, que no le querían obedecer.
Este Fuerte, fue
construido por Colón como parte de una cadena de instalaciones militares que comenzaba en La Isabela,
en la costa norte, seguía por Esperanza,
cerca de Mao, continuaba hasta las montaña de Janico, con el Fuerte de Santo Tomás, bajaba hasta la
orilla del Río Yaqué, con el fuerte de La
Magdalena, en lo que hoy es
Santiago, seguía hasta las habitaciones
del Cacique Guarionex, El Fuerte de la
Concepción, al pie del que sería
llamado Santo Cerro, por los cristianos tiempos más tarde y finalmente
conectaba con Bonao.
Esta cadena de
instalaciones militares fue completada más
tarde, con la fundación de Buenaventura, cerca de lo que es hoy
Villa Altagracia, y cerca de la ciudad
de Santo Domingo, en la costa sur del
país.
El nombre de La
Vega Real fue llamado por Colón y los españoles contemplando maravillados desde el Puerto o Paso de los Hidalgos, en una cúspide de la llamada
Cordillera Septentrional, cerca de lo que hoy es el pueblo del Mamey. (Nota U. Solís. Esto derriba lo que lo
que se ha expresado por muchas peonas que
expresan que fue del que es el denominado
Santo Cerro, que Cristóbal Colón,
expreso “ lo más hermoso que ojos humanos hayan visto”, una expresión que no se sitúa en el lugar
que fue
dicha, esto es unas de la distorsiones de nuestra historia )
Cada uno de estos fuertes fue construido en las
cercanías de grandes poblados indios cuya ubicación coincidía con lo que parecían ser tierras auríferas, pues el mayor
interés de los españoles y de Colón, particularmente, era convertir estas
tierras en un gran campo de explotación de recursos naturales que hacían mucha
falta en Europa, tales como especias, metales preciosos y planta
medicinales.
En algunos
casos las tierras ´probaron ser poca ricas en oro, pero en otros, como fue el caso de la
Concepción de La Vega, la ubicación fue
tan feliz que en poco tiempo los conquistadores se dieron cuenta de que unos ríos abundantes en oro acompañaban a
numerosos poblados indígenas en los cuales
ellos podían surtirse de manos de obra esclava para lavar las arenas
auríferas.
El potencial minero
de la Concepción pudo constatarlo el mismo Colón cuando en el año de 1496,
luego de haber establecido por la violencia
un impuesto de un cascabel de oro al año, por cada indio adulto del Valle de la Vega
Real, pues solemne el cacique Guarionex fue capaz de conseguirlo en el corto
plazo fijado para la primera entrega. Colón quedo impresionado también por las
grandes posibilidades agrícolas que ofrecían las tierras de la región, muy fértiles y bien regadas por la
innumerables arroyos y manantiales, que hoy han desaparecido.
En lo relación a la
agricultura de los españoles probó ser
poca exitosa en la Isla pues aunque muchas
de las semillas que trajeron
germinaron bien pronto y prometían mucho, los problemas políticos
entre Colón y Roldán terminaron por obligar
a los españoles a abandonar la agricultura y a entregarse en brazos de los
indios para su alimentación.
En la Concepción de
La Vega, la dieta original de sus primeros habitantes se redujo, desde los
primeros días de su fundación, el casabe, el maíz, el ají, peces y aves, como
roedores que los aborígenes le proporcionaban. A estos alimentos se añadieron,
en años posteriores, los frijoles, el arroz,
las judías, los garbanzos, el vino y la carne de vaca, de carnero y de
cerdo, luego estos animales, fueron
importados y pudieron ser criados en cantidad suficiente para el mercado
que se desarrollo a consecuencia del
auge de la producción de oro.
Este auge comenzó
en 1502 con el estímulo que proporcionó la llegada del Comendador Nicolás de Ovando para hacerse cargo de la
gobernación de la Colonia. Ovando trajo mineros y especialistas en metales que
de inmediato construyeron, por ordenes
reales, una fundición en la Concepción de La Vega, para convertir en
lingotes todo el oro que se producía en los ríos de la región el cual
debía ser exportado hacia la Península.
La ubicación céntrica de la Concepción,
como recogiendo en un embudo el flujo de
las comunicaciones hacia Santo Domingo de los otros fuertes del Valle de la
Vega Real, favoreció que esta fundición se estableciera aquí. También favoreció
este hecho el importante acontecimiento del descubrimiento de arena auríferas
en el Rio Verde, que fue durante varios
años uno de los ríos más ricos de la
zona.
Los años de los gobiernos de Nicolás de Ovando
y su sucesor Diego Colón, 1502 a 1515, convirtieron la isla en un territorio minero en donde nada que se
tuviese relación con la extracción de este metal tenía mucho sentido o importancia. Durante estos años, miles de personas afluyeron de España hacia Santo
Domingo y desde allí se desparramaron
por toda la isla en busca de
fortuna luchando por encontrar un filón de oro o un río que los enriqueciera de
la noche a la mañana.
Esta fue
inmigración de muchos hombres y pocas mujeres. La aventura de venir
al Nuevo Mundo en aquellos años era algo
casi fantástico y muchas familias optaron por venir por partes. Además el 98%
de los inmigrantes eran gente muy pobre
que apenas tenía para el pasaje y
sólo podía venir si los Reyes,
interesados en poblar la Indias, cubrían los costos de la transportación y la
comida. La falta de mujeres, que es bien conocida por los historiadores,
produjo enorme problemas en la relaciones entre indios y españoles pues estos
últimos, una vez que llegaron a la isla no perdían tiempo para agenciarse la compañía de una varias
de las más
hermosas de las indias.
La Vega Pujante Centro Minero.
En pocos años, la
isla fue poblándose con gente venida de
los lugares más pobres de España, de: Andalucía y Extremadura.
Rápidamente se definieron dos polos
urbanos en la isla, al ser los dos polos
de la producción minera: Santo Domingo y la Concepción de la Vega. Santo
Domingo, se convirtió , en razón del puerto en la capital administrativa y política
de la Colonia, pero la Concepción de La Vega, se convirtió en un simple fuerte de avanzada conquistadora, en un pujante centro
minero con una importante fortaleza, originalmente construida de madera y
yaguas, pero más delante de ladrillos y tapias, con cientos de casas, una
catedral y miles de hombres y mujeres
viviendo en una lucha constante entre si y contra el gobierno tratando de
acumular la mayor cantidad de oro a costa del trabajo de decenas de miles de
indios que habían caído bajo la más
abyecta esclavitud puesto que los
teólogos en Europa dudaban de su humanidad y sostenían que eran animales
parecido al hombre pero que no tenían
alma. (Nota. U. Solís. Era el
concepto que la curia española
tenia de los aborígenes que poblaban el llamado Nuevo Mundo, poblado
por una raza diferentes a los europeos).
La sociedad vegana de
principios del siglo XVI, lejos de ser
el idílico centro urbano que una vez nos
pintaron en la escuela, era un centro de explotación de indios, de
luchas sórdidas entre los
encomenderos y dueños de minas, de
abusos comerciales que se cometían aprovechando la avalancha de
inmigrantes y la escasez de productos alimentarios, de , de precios excesivos, de numerosas dificultades
políticas y de una codicia colectiva rampante que hizo olvidar a
sus habitantes toda noción cristiana de la dignidad ajena.
Nada que se estuviese
encaminado a la producción del oro tenía mayor valor. La Concepción tenia sus
tabernas, y muchos debió cambiar de
manos en los juegos de azar que eran tan populares entre los españoles del
siglo XVI y que la Corona tuvo que prohibir que se
celebraran en el Nuevo Mundo.
La riqueza de las
minas y la concentración del oro de toda la región en la ciudad, a una causa
de la fundición que se realizaba varias
veces al año, cró un adinámica social muy propia de toda sociedad minera en donde el dispendio, la
corrupción y la violencia son la ley del
día.
Los más ricos
hacían galas de sus trajes de seda
labrada de oro importados directamente desde España, o de sus casas en
mampostería fabricadas a la usanza sevillana. Otros presumían de caballeros y
de una nobleza que su pobreza le impidió
alcanzar en España pero que ahora el oro parecía borrar en un abril u cerrar de
ojos. La concepción llego a tener, al
decir de La Casas la mayor concentración
demográfica urbana de la Colonia al alcanzar en 1510 la, cifra de 10,000 habitantes (exagerando). Desde 1502 a 1509, llegaron a la isla
unos 972 barcos cargados de gente.
Esta enorme cantidad
de gente generaba demanda por alimentos, prenda de vestir y objetos de uso
domésticos. No hay noticia sobre el
comercio local en estos años, pero si se sabe la necesidad de azúcar era muy grande
en el 1506 un vecino de la Concepción de apellido Aguilón, estaba
sembrando caña y construyo un trapiche
para abastecer de azúcar al mercado local. Y el negocio resultó
muy bueno, y en el 1513 el
alcalde de la ciudad, llamado Miguel Ballester, participó en el comercio del
dulce, construyendo un segundo trapiche, más grandes que el de Aguilón, para
vender azúcar en la ciudad y colocarla
en otros puntos de la isla, en especial
a Santo Domingo y Santiago.
Estos fueron, os primeros ingenios de azucareros
construidos en el Nuevo Mundo. Si la industria
azucarera no prosperó más adelante en la Concepción de La Vega, se debió
a la falta de caminos que imposibilitaba
el transporte hacia la costa desde
donde el
azúcar se exportaba a España,
como más adelante fue comprobada.
Esta incomunicación con
los puertos de la costa sur ayuda a
explicar la ruina de la Concepción de La Vega entre los años 1515 y 1520. La
ruina de la Concepción, la primera ruina, porque ha habido otras, fue la
consecuencia natural de la crisis de la economía aurífera colonial, que estallo
en 1515 a consecuencia del agotamiento de las minas hasta
entonces conocidas, que fue
concomitante con la desaparición de la población aborigen. Ni en la
Concepción de La Vega, ni en ningún otro pueblo de la Isla los indios eran
alimentados. Se sabe , como consta en numerosos documentos, que la jornada de trabajo de un indio era
de de 14 a 16 horas al día, y la dieta alimenticia consistía apenas en una torta de casabe y una o dos
sardinas.
Se sabe que los
400,000 indios que había en la isla en
1494, a la llegada de Colón, en el 1508 apenas quedaban unos 60,000,
en el 1511, 33,000, en el 1514,
unos 11,000 en 1517, y menos de 1,000 en 1521. Sin indios no había oro, sin oro no había economía, sin economía
no había
ciudades.
Y por estas
razones fue que entre 1522 y 1525 varias de las ciudades fundadas por Ovando desaparecieron, y otras como
Puerto Plata y Santiago, tuvieron que
fundir sus poblaciones para no desaparecer pues todos dejaban la isla para ir a
otro sitio donde hubiera oro e indios
que abundancia. No se debe olvidad que la Concepción de La Vega, para sus primitivos habitantes,
no era más que un coto minero a donde se va ab buscar
oro y riqueza. Nada más que eso,.
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