lunes, 17 de junio de 2013

PAPEL DE LOS AFRICANOS Y LOS NEGROS U MULATOS CRIOLLOS EN EL MARCO DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL.

PAPEL DE LOS AFRICANOS Y LOS  NEGROS U MULATOS CRIOLLOS EN EL MARCO DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL.

Por Franklin Franco Pichardo. Historiador.

(Ponencia presentada ante el Congreso de Historiadores, en el 150 aniversario de la Independencia Nacional, 18 de febrero de 1994.

Fuente: Revista Clío. Órgano de la Academia Dominicana de la  Historia, 1994.No. 151-02. Pps. 29 y más.

Entre las cosas positivas que nos dejó el periodo en que nuestra sociedad vivió integrada a la  República de Haití, 1822-1844 uno de los hechos más relevantes lo fue la abolición de la  esclavitud, y consecuentemente, la liquidación del prejuicio racial antinegro y el afianzamiento en el seno del pueblo, del  principio de la unidad de raza. El racismo, tara antisocial surgida durante el período de la colonización esclavista española, sólo quedó presente en los  hateros, y los comerciantes importadores y exportadores, éstos últimos, casi todos de origen extranjeros.
El primer ensayo independentista dominicano, ocurrió en 1821 bajo la dirección del licenciado Núñez de Cáceres, fracasó  precisamente porque no tomó en cuenta, ni la importancia de la abolición de la esclavitud, ni mucho menos adoptó medida alguna que afectara los profundos sentimientos racistas de la minoría aristocrática que le acompañó en su aventura.
Bien mirada la historia nacional con objetividad y sin apasionamiento, esa conducta de Núñez de Cáceres abrió de par en par las  puertas de la integración dominicana a la República de Haití.
Uno de los  grandes méritos del fundador de la República, Juan Pablo Duarte, estriba en haber comprendido la importancia estratégica de la unidad de raza en su proyecto  independentista. Destinado a llevarse a efecto en una sociedad integrada en más de 95% por negros y mulatos de todos los matices.
Esa  unidad de raza,  que Duarte adoptó como consigna, explica el Dr. Alcides García Lluberes,  “Existía en el país como consecuencia  forzosa de la ocupación haitiana” y  en tal virtud, era de suma importancia para el proyecto independentista, partir de esta realidad, para ganar a su favor el apoyo de la inmensa mayoría de la  población.  Pero lograr imponer ese principio, no fue tarea fácil para Duarte. Entre  otras cosas, por su propia procedencia social y racial, y además, según explicación de la hija  d de un  ilustre prócer, doña Mariana de la Concha de  Serra, porque la sociedad secreta La Trinitaria, “parecía al principio un movimiento racista de los descendientes puros o casi ´puros de europeos” (Duarte de la Reforma, Alcides García Lluberes,  BAGN No. 105. Pág. 124)
Por su parte, Rosa  Duarte, hermana del patricio, dejó constancia de que originalmente en el seno  de La Trinitaria, Duarte encontró resistencia a sus ideales de unión racial. Cuenta esta insigne mujer,  testigo  singular, que  en una reunión donde se discutía el proyecto de Constitución que su hermano había elaborado, cuando se pasó a discutir un artículo sobre los derechos ciudadanos que expresaba que “ la ley no reconocía más  vileza que la del vicio, ni más nobleza que la virtud, ni más aristocracia que la del talento, quedando para siempre abolida la aristocracia de sangre cono contraria a la  Unidad de Raza,  que es uno  de los principios fundamentales de nuestra asociación  política”, fue “combatido acaloradamente” y que por ello “ Duarte  en  un rapto de irritabilidad, hizo pedazo la Constitución   que  estaba escribiendo” ( Rosa Duarte. Apuntes para la historia de la isla  de Santo Domingo y para la biografía del general dominicano Juan Pablo Duarte. Véase también BAGN. No. 105, 1976. Pág. 132)
Esa resistencia fue finalmente vencida, pues de otra manera no puede comprenderse la presencia de Sánchez y Mella, dos mulatos, en calidad de dirigentes de La Trinitaria.
No se conoce la fecha del ingreso de  Sánchez y Mella en el movimiento independentista dominicano, pero si  infiere que ingresaron  al mismo después  de 1840, cuando La Trinitaria empezó a crecer, debido a la profundidad de la crisis que comenzó  a registrarse en aquel momento en el régimen de Boyer, el cual si bien se inició como un gobernante liberal, terminó sus días convirtiéndose en un déspota.
Meses  antes del surgimiento de la República Dominicana, se enrolaron en el ideal independentista cuatro dirigentes militares de color, cuya presencia sería en verdad determinante para consolidad la consigna duartiana de unidad de raza,  como postulado esencial del proyecto independentista: José Joaquín, Gabino, Eusebio y José Puello y Castro.
La idea de sumar a los hermanos Puello, a la causa trinitaria, fue obra de José Díez,  tío de Duarte, quien según un interesantísimo documento histórico  de aquella época, intervino en una reunión de los independentistas, expresando las siguientes palabras : “ Señores, no se cansen ustedes. Mientras no inicien  en la revolución algunas personas que  hay aquí que  tienen bastante  influencia en casi toda  las clases de la  ciudad, principalmente entre la gente de color, ha hacen nada “(Emilio Rodríguez Demorizi, Documentos para la Historia  de la República Dominicana. Pág., 13 AGN. Vol. V. Editorial El Diario. 1944)
Ese documento señala que fue el mismo José Díez la persona  elegida por el grupo reunido, para efectuar los contactos con los hermanos Puellos, a fin  de ganar su apoyo a la causa  trinitaria. La integración de los hermanos Puello fue un detalle capital, por no decir decisivo, dentro de los planes  independentistas, pues se convirtieron junto con Sánchez, en el símbolo que representaba la unidad racial del proyecto, y  ello permitió sumar una buena parte de la gente de color, negros,  y mulatos, e incluso. A africanos puros, traídos a nuestra zona durante los últimos días de la colonización española y durante la dominación francesa
Para que se tenga una idea de la magnitud del hecho,  es importante consignar que la población dominicana de entonces, según un investigador norteamericano  que visitó nuestro país por aquellos años, el teniente David Dixon Porter, enviado por el Presidente de los Estados Unidos, ascendía A 165,000 habitantes, y  estaba compuesta de la siguiente manera; 5,000 son blancos, 70,000 cuarterones, 60,000  mulatos claros,  14,000 mulatos oscuros, 20,000 africanos.  (D. Dixon Porter. Diario de una misión  secreta a Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1978)
Es decir, apenas 3 % de la población  dominicana en los momentos de la independencia. Era blanca, mientras la población de color, en sus diferentes matices ascendía al 97%. Si  a ello agregamos  que los enemigos de la separación de Haití habían difundido en la población, reiteramos, en su inmensa mayoría de color, una falaz especie que indicaba que quienes propugnaban  por la independencia nacional, tenían el propósito de restaurar el sistema esclavista, entonces comprenderemos mejor la significación  de la presencia de los hermanos Puello,  junto a Sánchez, otro mulato oscuro, en el marco de la dirección militar del movimiento independentista dominicano la misma noche del 27 de febrero.
Señala Manuel María Valencia, actuante en los acontecimientos de febrero, que “cuando las columnas de la tiranía vieron que se acercaba el momento de la lucha, escogieron varios medios de conducir una contra-revolución y como las preocupaciones del color presentaban una brecha en el muro  revolucionario, trataron de introducirse por ella, persuadiendo  a los negros que  el objeto de la Reforma era esclavizarlos. (La Verdad y nada más. Imprenta Nacional. 1843, Rep. En Clío No. 15, mayo-junio de 1935. Pág. 78).
Destaca don Vetilio Alfau Durán, que entre las masas negras y los mulatos libres  y ex esclavos que no habían  olvidado los horrores de su anterior condición durante la  dominación española y francesa de  nuestra zona, muchos pensaban que si la parte Este se desligaba de Haití, el  “ restablecimiento de la esclavitud hubiera sido un hecho inevitable” (Vetilio Alfau Durán. En  torno a Duarte y la Unidad de la Raza” Revista Clío No. 100, julio de 1954, Pág. 108)
Días antes  del nacimiento  de la República, Gabino Puello había comprometido en dicha empresa al Capitán Miguel Dechapte, uno de los jefe del Batallón Africano, cuyos integrantes vieron en principio con cierta suspicacia el proyecto independentista.
Sin  embargo, la presencia de los afrancesados  y antiguos funcionarios del gobierno de Boyer, en la dirección política del movimiento independentista, con Tomás Bobadilla a  la cabeza, creó ciertos temores entre los integrantes de las milicias africanas, y  esto originó que a las pocas horas después  de  proclamada la Independencia Nacional, se registrase un motín en Monte Grande sección Guerra, que sólo ´pudo ser resuelto, cuando  la Junta Central Gubernativa envió  al otro día a ese lugar a Manuel Jiménez y al Bobadilla, para brincar garantías de que la esclavitud no sería restablecida.
Y al día siguiente, mediante su primer decreto el primer gobierno dominicano estableció que “la esclavitud ha desaparecido para siempre del territorio dominicano, y el que propagare lo contrario, será considerado como delincuente, perseguido y castigado  si hubiere lugar. (Emilio Rodríguez Demorizi. Documentos para la historia de la República Dominicana. Vol. I. Pág. 18. Archivo General de la Nación)
Y además, el jefe de la sublevados, capitán Santiago Berroa, nacido en África, fue  designado oficial comandante del grupo de militares del presidente de la Junta Central Gubernativa.
Rufino Martínez destaca sobre el Batallón Africano, que  a partir de  aquí fueron bien tratados, y en  cuando a la “nueva patria satisfechos y a no desconfiar del espíritu de igualdad reinante entre los dominicanos”.
Ese mismo autor subraya, en la reseña biográfica que  escribió sobre Basora, que  el Batallón Africano  brindó decidido apoyo a Duarte y a sus partidarios, cuando en junio  9 de 1844, estallo el conflicto entre los trinitarios y los enemigos de la Independencia y de la plena soberanía nacional, quienes querían colocar muestra patria, unos bajos  el protectorado de Francia,  y otros, el retorno de la dominación colonial española. Ese día el sector nacionalista, que seguía las ideas  redentoras  de Duarte, que defendía la Independencia plena, decidió expulsar del seno  de la Junta Central Gubernativa, al grupo conservador.
Y lo  que es más revelador; el propio Cónsul francés Saint Denis, propulsor junto a Bobadilla, Caminero, Báez, y  otros, del plan de protectorado, en  esos momentos ideológicos de Santana, en carta que  escribiera a su jefe e París, Guizot, dando cuenta del anterior  acontecimiento, señala que  Puello y Duarte, mal vistos de la población y los notables, no tienen más apoyo que de los oficiales que los rodean y un centenar de antiguos esclavos seducidos  o engañados por sus promesas.
Como se conoce, la lucha entre los que tenían fe en la permanencia de la República sin la merma de su soberanía, y el grupo antinacional partidario de la enajenación de nuestra Independencia, culminó con el apresamiento de Duarte y sus partidarios,  y más tarde, con la expulsión perpetua ordenada por Santana en agosto de 1844.
Como era natural, luego que los conservadores asumieran totalmente el poder, por su  franco apoyo a los trinitarios, el batallón   africano fue mirado con recelo, y  por ese motivo, fue enviado  a la región Sur,  donde permaneció por más de dos años.
En julio de 1844, luego de un serio incidente donde,  se  vio envuelto un español residente en Puerto Rico, quien visito nuestro país  para reclamar la entrega de  varios esclavos suyos que habían  huido de aquella isla, y que según  argumentaba se encontraban enrolados en el Batallón Africano, la Junta Central Gubernativa, presidida   ya  en esos momentos por el general Santana, temerosa de un levantamiento de la población de color, mediante decreto, declaró como libres “ a todos los esclavos que pongan pie en el territorio de la República”.
Ese mismo decreto además expresaba, que “cualquier ciudadano de la República, sin distinción de clase ni persona, que  hiciese armar busques para ir al África a traer esclavos o que se prestase y ocupase de este tráfico vergonzoso e inhumano, comprándolos o vendiéndolo, será considerado como pirata, juzgado y castigado con la pena de muerte.  Ese decreto fue la repuesta obligada  del gobierno a  las pretensiones, no sólo del español residente en Puerto Rico, quien  por poco  pierde la vida en las manos del Batallón de  Africanos, siendo salvado  por  la  presencia  del general Santana, sino de otros  nacionales, o como se expresa en el considerando el mismo decreto, de  “ algunos espíritus mal intencionados, que quieren sembrar la división y la desconfianza, propagando falsa y maliciosamente que a los que  fueron desgraciadamente esclavos en otro tiempo, se le pretende reducir a tan ignominioso yugo” ( Emilio Rodríguez Demorizi. Academia Dominicana de la Historia. Documentos    para la Historia de la República Dominicana. Vol. IV Editora el Caribe, 1981. Pág. 39,)
Con el mismo recelo que fue  mirado el Batallón Africano de parte del sector proteccionista o anexionista dominicano, también lo fueron los hermanos puello, pero el gran  arraigo que tenían en el seno de las masas populares, y a su vez , debido al crecimiento de su prestigio, sobre  todo del general José Joaquín, luego de que éste derrotara al ejército haitiano en la Batalla  de la Estrelleta (1845) impidiendo en principio que se  actuara  contra ellos.  Esto último, a pesar de las presiones  del Saint Denis, principal consejero y protector de Santana, quien demandó en varias  ocasiones  alejarlos de toda posición de mando.
Saint Denis consideraba que José Joaquín Puello, “en todo los tiempo enemigo de los blancos y hostil a la Francia, por perjuicio de su casta, no debe ser tratado con miramiento. Peligroso para la tranquilidad y el mantenimiento del orden, capaz de todo exceso por lograr sus fines, es indispensable alejarlo de los negocios y aún del país. Es lo que trabajo activamente y sin que  haya ninguna duda. Si llego a obtener como lo espero, que sea alejarlo de la villa los soldados negros, que son  una sola fuerza, no tenemos nada  que  temer de él. El  comando de la Plaza de Santo Domingo, del cual está investido desde  hace cuatro meses, le ha hecho peligroso para todos los partidos sin excepción “(Emilio Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo. Vol. I. Pág. 122. Colección Trujillo 1944)
Razones poderosas tenía el Cónsul francés para opinar de esa manera sobre el general  Puello, pues éste, junto a Duarte, era  un firme opositor al proyecto de protectorado francés.
Según un informe del Vicecónsul Inglés, Harrizon J. Thompson, en Puerto Príncipe, a su Cancillería, elaborado siguiendo testimonios de agentes ingleses en Santo Domingo, luego que la Junta Central Gubernativa asumió la responsabilidad del protectorado,  en  reunión efectuada el 26 de  mayo de  1844, el coronel Puello, “reunió a los habitantes y rodeó el Palacio Nacional, gritando “ abajo los traidores que quieren venden la patria”, e  instigando en la expulsión de dos de los miembros de la Junta, el señor Bobadilla y el señor Caminero, anteriormente firmes partidarios del Presidente Boyer.
“el clamor que se produjo  fue tan grande, que estos dos individuos se vieron obligados a buscar precipitadamente protección en casa del señor Juchere (Saint Denis) el Cónsul  francés, quien amenazó con  cañonear la ciudad si se cometía alguna violencia para  apoderarse de sus personas en su casa. El Cónsul se adelantó y dijo que la Convención era únicamente un proyecto, el cual  no había recibido todavía la sanción dl gobierno, cosa que en cierto grado pacificó a la gente e hizo que todos se dispensaran”
“Después, el coronel Puello envió algunos emisarios al interior del país a invitar a la población  negra a que se uniera a él y a decir que el deseo de los franceses es el  introducir nuevamente la esclavitud en el país (“(Emilio Rodríguez Demorizi. Documentos    para la Historia de la República Dominicana. Vol 3. Archivo General de la Nación 1959)
Para 1847. José Joaquín Puello, a quien Santana mantenía en cargos de importancia, al decir de Saint Denis, por “necesidad” se encontraba en la cima  de su carrera  política y militar, y en medio de la profunda crisis económica y social que sacudía el país en  aquellos momentos, eran visto por amplísimos sectores nacionales como el posible sucesor del Presidente de la República. Esta situación levantaba odio y envidia en ciertos representantes extranjeros, como  el francés, y también entre varios miembros del gabinete de Santana, donde  Puello ocupaba ya las funciones de Ministro de Hacienda y Comercio.
García señala a este respecto que José Joaquín Puello “era blanco de la saña  de muchos hombres de importancia que veian en su preponderancia política un estorbo, hora para  realizar cualquier conspiración, hora para llevar a cabo proyectos antipatrióticos, e la cuales se le miraba opositor (José G. García. Negocios de los Puello. Clío No. 96 Pág. 100, Año 1953)
Bernardo Pichardo, por su parte, nos dice que el general Puello “gozaba de universales simpatías, sobre todo en la gente de color” que se componía la mayoría de la población. Por  esa razón  “la camarilla que entonces rodeaba a Santana vio  que   aquel bravo y denodado general no tardaría en llegar  a ser presidente, y hubo de aconsejarle al mandatario, cuyo poder y prestigio empezaba a debilitarse y disiparse, que diera un paso enérgico para  matar en flor las esperanzas de aquellos que ya  se agrupaban  en  derredor de Puello. Bernardo Pichardo, Resumen de Historia Patria. Pág., 89-90. Colección Pensamiento Dominicano 1969).
Además de las diferencias que,  por razones de principios en la  cuestión de la defensa de la soberanía nacional, mantenía el general Puello con los proteccionistas sin fe en  destino de nuestro país, en julio de 1847, una disposición  del Poder Ejecutivo que favoreció la inmigración de personas de raza  blanca, creó un  costado nuevo en el marco del mismo conflicto. El general Puello, quien ya formaba parte del gobierno de Santana, manifestó abiertamente su oposición a ese disposición, demandando que se permitiera la mismas facilidades de los blancos a los negros y demás personas de color.
Señala Víctor Garrido en su libro Los Puello que para el general Puello, “la libertad de la gente de color tenía como pedestal la independencia absoluta. Cuando se solicitó su concurso se lo dio al obtener seguridades de que se trataba de volver a Colombia. Ahora  que el gobierno andaba en tratos con los franceses y españoles, él desconfiaba. Si se perdía la Independencia podía caerse de nuevo en la esclavitud. El mismo podía volver a ser esclavo. Cuba  y Puerto Rico eran ejemplo de cómo gobernaba España.

La manera de evitar la caída, si se quería importar extranjeros, era trayéndolos  de todos los matices, sin discriminación de color  ni raza. La agricultura, la industria, la población aumentarían. Razonamiento simple, diáfano,  sincero, de un  hombre  no de anchas luces, pero patriota. La  Independencia no había sido obra de los blancos  criollos, sino de blancos, mulatos y negros. Los primeros, con excepción de Duarte y   unos más, se inclinaban a una Independencia protegida. Ese razonamiento fue tergiversado.  El general Puello, era clasista, racista. Era altivo. Había que quitarlo de ese medio. No se pueden tener estorbos en el camino. Los blancos, los antiliberales, los afrancesados, los españolizados, mentalmente esclavistas, todo esa fauna venenosa que inundo la República en sus primeros años, conspiró contra él y fue lo bastante habilidosa para hacerlo aparecer como jefe de una conspiración negra contra  los blancos y aún de tacharlo de  ingrato hacia la raza que siempre le había dispensado  las más  distinguidas consideraciones” (Víctor Garrido. Los Puello. Academia Dominicana de la Historia, 1959. Pág. 82.)
Todo indica que, al parecer, esa posición y su radical nacionalismo, le hicieron perder,  pues pocos meses después  de este enfrentamiento, el general Puello (junto con sus hermanos),  cayó víctima de una trama palaciega. Fueron  acusados de dirigir una conspiración negrófila contra  el gobierno.
La forma en que fue organizado el  juicio, al que no pudieron asistir, la aparatosidad del tribunal que les juzgó, compuesto de 25 miembros, casi todos afrancesados, y el  gran despliegue militar que ordenó el Presidente Santana ese día por toda  la ciudad de Santo Domingo, delató los terribles temores  de sus acusadores.
Destaca Rufino Martínez, que cuando ocurrió la prisión y enjuiciamiento del general José Joaquín Puello, el Batallón Africano, “ a quien  era muy adicto, y por el cual fue detenido como principal  del golpe  ( SUPUESTAMENTE)  tramado, el gobierno tuvo las precauciones de lugar, haciendo acudir prontamente a la ciudad, tropas de infantería y caballería procedentes de Bani y  El Seybo, y movilizando la guardia cívica,  formada frente al arsenal con prevención   de artillería. El Batallón Africano, racionado expresamente con pocos cartuchos, quedo casi cohibido de acción en tanto que toda la ciudad, con su tráfago de gente armada, parecía un campamento en plena  movilización Rufino Martínez. Diccionario Histórico Biográfico Dominicano, pág. 91 UASD 1971)
Quiero concluir señalando, que los negros y mulatos criollos, y los africanos puros, grupos que en aquel  momento constituían la inmensa mayoría de la población  de la nación dominicana, con los hermanos Puello, y con Sánchez como sus máximos representantes, siguieron el camino trazado por Duarte, pues se opusieron de manera decidida y abierta , al proyecto proteccionista que apoyaban Santana, Bobadilla, Báez, Caminero y demás conservadores.
Esa conducta aseguró el mantenimiento de la Independencia Nacional, aunque desgraciadamente, no por mucho tiempo, pues como todo  el mundo conoce, el grupo antinacional, enemigo de Duarte, luego de liquidar a los principales dirigentes  militares negros criollos y africanos- Santiago Basora y su  grupo fueron expulsados por Santana en 1849, culminó su tarea convirtiendo en 1861 a nuestro país de nuevo en colonia española.



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