miércoles, 5 de junio de 2013

DIEZ NEGRITOS (AGATHA CHRISTIE - 1974)




Un grupo de personas reciben sendos mensajes invitándoles a unas vacaciones en una isla misteriosa. Al poco de llegar una voz grabada les acusa de haber cometidos distintos crímenes y, poco después, muere una de las personas.




Releer una novela de misterio en que se recuerda la identidad del asesino puede ser una experiencia interesante que permite analizar la técnica seguida para crear la trama. 

"Diez Negritos" fue publicada en 1939, hace ya 68 años, por lo que su argumento ya ha sido utilizado posteriormente y hasta es posible que se deduzca la identidad del asesino que va terminando uno tras otro con los habitantes de la isla, por lo que para evaluarla en su justo valor hay que hacerlo teniendo en cuenta el tiempo que lleva escrita. 

La novela comienza dando información sobre el lugar al que se dirigen mediante la lectura de las diversas invitaciones por parte de los invitados. Si se lee con atención ya en esas primeras páginas se dan pistas gracias a la habilidad de la escritora para relatar los hechos sin hacer trampa. 

En cuanto tiene a todos los personajes recluidos en la isla y deja claro el estado de aislamiento en que se encuentran, la autora suelta la sorpresa: una voz grabada acusa a cada una de las personas presentes de haber cometido un crimen, dando datos precisos como los nombres de las víctimas. 

Para aumentar la tensión descubren en una mesa una serie de figuras de porcelana que representa a los diez negritos de una canción infantil, que ha servido de inspiración a Christie para su novela. 


Diez negritos se fueron a cenar. 
Uno de ellos se asfixió y quedaron 
Nueve. 
Nueve negritos trasnocharon mucho. 
Uno de ellos no se pudo despertar y quedaron 
Ocho. 
Ocho negritos viajaron por el Devon. 
Uno de ellos se escapó y quedaron 
Siete. 
Siete negritos cortaron leña con un hacha. 
Uno se cortó en dos y quedaron 
Seis. 
Seis negritos jugaron con una avispa. 
A uno de ellos le picó y quedaron 
Cinco. 
Cinco negritos estudiaron derecho. 
Uno de ellos se doctoró y quedaron 
Cuatro. 
Cuatro negritos fueron a nadar. 
Uno de ellos se ahogó y quedaron 
Tres. 
Tres negritos se pasearon por el Zoológico. 
Un oso les atacó y quedaron 
Dos. 
Dos negritos se sentaron a tomar el sol. 
Uno de ellos se quemó y quedó nada más que 
Uno. 
Un negrito se encontraba solo. 
Y se ahorcó y no quedó... 
¡Ninguno!



Otros recursos utilizados para mantener el interés son el registro exhaustivo de la isla, que les revela como únicos habitantes, los pensamientos de cada personaje sin aclarar a quien corresponde cada uno, la persistente tormenta o que la esperada barca del día siguiente no aparece, y ya hay un par de cadáveres... 

Hay que reconocer que la autora no se recrea en dar profundidad a los personajes, en crearles un pasado y características más allá de lo necesario para especular sobre si fueron capaces o no de cometer los asesinatos de que se les acusa. En este aspecto resaltan algunas divagaciones que no dejan gran cosa en claro. 

Uno de los personajes, el juez acusado de haber influido en el jurado para que sentenciara a un hombre culpable a muerte, toma las riendas de la situación exponiendo al resto las posibilidades que hay en cuanto a la identidad del asesino, llegando a la conclusión de que debe ser uno de ellos. 

A partir de ese momento, todos sospechan de todos, y lo dicen en parejas o grupos, dando sus razones, en ocasiones plausibles, que se centran sobre todo en dos de los personajes. 

Mientras, los cadáveres, asesinados según la rima de la canción siguen aumentando, incluido el sospechoso lógico, tanto para algunos personajes como para quien lee si se atiende a las circunstancias y estilo del mensaje que escuchan, obligando a plantearse otras posibilidades cuando el segundo sospechoso también desaparece... aunque, de momento, no encuentran el cuerpo... 

La autora acaba la novela con dos capítulos excepcionales. En el primero las personas que llegan a la isla son incapaces de discernir qué ha ocurrido, quién ha matado a quién, en qué orden o porqué motivos. 

En el capítulo final el asesino, que no se ha resistido a presumir de sus actos, envía un mensaje en una botella donde explica lo que ha hecho, cómo y porqué, y todo concuerda, no deja cabos sueltos, ni en motivos (fascinante esa lucha entre el asesino que lleva en su interior y su sentido de la justicia...) ni en hechos. 

En conclusión, Agatha Christie vuelve a escribir una historia de misterio inteligente, ingeniosa y tan original que a lo largo de las décadas ha tenido infinidad de imitadores. 

Sobre esta novela se han hecho varias adaptaciones cinematográficas en distintos países e idiomas, sin cortarse de cambiar el final por otro más "romántico", e incluso hay películas actuales que la adaptan con ligeras variaciones sin el reconocimiento a la obra de Christie, como "Identidad", o "Cazadores de mentes".

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