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Qué se juega India en el proyecto europeo
La debilidad de Europa agravará los problemas de India a la hora de enfrentarse a las fuerzas del totalitarismo político y religioso que la rodean
La persistente crisis económica en Europa ha hecho que, por primera vez, la identidad colectiva del viejo continente ocupe un lugar destacado en la conciencia de las clases dirigentes indias, que no han podido ignorar que las bolsas se desplomaban al ver los signos de debilidad que llegaban desde allí.
Esta aceptación de los hechos, aunque sea negativa, ha empujado a las clases políticas de Delhi a reflexionar con más claridad sobre la importancia estratégica de la Europa contemporánea y las peligrosas consecuencias que su declive puede acarrear para el bienestar y la seguridad del pueblo indio.
Dado que la economía india ha sufrido en los últimos años una desaceleración que seguía los pasos de la de Europa, la idea de que Asia puede ascender mientras Europa está en declive se ha vuelto imposible de sostener. En otras palabras, India se juega mucho en el éxito económico de la Unión Europea.
En términos más generales, India ha empezado también a comprender la importancia política del proyecto europeo. Desde que terminó la Guerra Fría, India ha despreciado las perspectivas de Europa como entidad colectiva, por diversos motivos.
Delhi sabía que podía seguir tratando con los grandes centros de poder europeos —Francia, Alemania y Reino Unido— por separado, y que las grandes frases sobre una política exterior y de seguridad común para toda Europa no iban a ninguna parte.
A India le molestaban los escasos elementos de la política exterior común europea con los que tenía relación directa. La imagen que Europa tiene de sí misma como un “imperio de las normas” le preocupaba profundamente, entre otras cosas porque era unamoralpolitik vacua como la que las propias autoridades de Delhi solían emplear en los primeros años de independencia.
Parecía que India y Europa se habían cambiado los papeles: Delhi se había vuelto más realista y Bruselas cada vez más idealista. Pero a India no le parecían nada divertidas las consecuencias de esta paradoja.
El rechazo europeo a la soberanía nacional y su énfasis apolítico en los derechos humanos mostraban escasa empatía con la lucha india para sostener su democracia en medio de innumerables obstáculos, entre ellos el separatismo y el extremismo religioso violento auspiciado por fuerzas de más allá de sus fronteras.
El hecho de que Europa adoptara de manera automática el principio de no proliferación también dejaba en evidencia una total ignorancia de la dinámica estratégica entre la India democrática y la China comunista.
En ambos asuntos, India tuvo que acudir a Estados Unidos para remediar la situación. Cuando Washington cambió su postura, Europa se acomodó, a regañadientes. La idea de que Europa no hacía más que seguir los pasos de Estados Unidos en los asuntos estratégicos mundiales contribuyó a agravar la imagen negativa de Bruselas en Delhi.
Ahora, cuando la crisis económica está engendrando un cambio histórico en el reparto mundial de poder, Delhi otorga enorme valor a una Europa económicamente vibrante y con coherencia estratégica.
Desde el punto de vista de India, una Europa que cumpla esos requisitos es crucial para la construcción de un orden mundial estable.
Para empezar, Europa sigue siendo la única fuerza capaz de impedir que Estados Unidos se vuelva unilateralista o aislacionista. Además, una Europa fuerte es un elemento necesario para controlar el posible dominio chino del continente euroasiático y su periferia marítima.
Y, sobre todo, el debilitamiento de Europa reducirá las posibilidades de promover los principios de la Ilustración, la auténtica base de la idea de India, más allá de lo que podríamos denominar el “Occidente geográfico”.
Los fracasos de Europa, tanto los reales como los aparentes, agravarán de forma drástica los problemas de India a la hora de enfrentarse a las fuerzas del totalitarismo político y religioso que la rodean.
C. Raja Mohan dirige el programa de estudios estratégicos en la Observer Research Foundation de Nueva Delhi, es columnista especializado en asuntos internacionales para The Indian Express y es investigador no residente en el Carnegie Endowment for International Peace, Washington DC
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