SANTO DOMINGO, República Dominicana.-
En una carta pastoral emitida con motivo de la festividad de Nuestra
Señora de la Altagracia y ante el incremento de la violencia
intrafamiliar, la Iglesia Católica exhorta a los hombres y mujeres de
buena voluntad, acoger en sus corazones la Palabra de Dios, la cual
invita a constituir familias sanas, llenas de amor, comprensión, respeto
y perdón.
Aunque no lo cita con ese nombre, la
instancia de los obispos a través de un documento emitido por la
Conferencia del Episcopado Dominicano hace referencia a la cantidad de
feminicidios que se han producido en los últimos tiempos, en sangrientos
episodios en que el victimario ultima a varios miembros de una familia,
incluidos niños y luego se suicida.
A continuación, un resumen con los
principales puntos de la carta pastoral, enviado a los medios de
comunicación por el reverendo P. Carmelo Santana Jerez, secretario
general del máximo organismo de la Iglesia Católica:
En este mes en el que celebramos la
presencia de la Virgen María entre nosotros, queremos resaltar la figura
de la mujer y exhortar a los hombres a valorar, apreciar y respetar a
nuestras mujeres, las cuales son nuestras esposas, hijas, hermanas,
madres, tías, primas, abuelas; nuestras mujeres que son trabajadoras,
luchadoras, emprendedoras y comprometidas con los valores. Volvamos la
mirada a Dios que nos regala la fe como un don, fe que nos empuja hacia
la búsqueda y vivencia de actitudes que consolidan la convivencia
familiar.
En este año de la fe, de cara a tanta
violencia intrafamiliar, queremos exhortarles, desde lo más profundo de
nuestro ser, a los hombres y mujeres de buena voluntad, acoger en sus
corazones la Palabra de Dios, la cual nos invita a constituir familias
sanas, llenas de amor, comprensión, respeto y perdón.
En este mes en el que celebramos la
presencia de la Virgen María entre nosotros, queremos resaltar la figura
de la mujer y exhortar a los hombres a valorar, apreciar y respetar a
nuestras mujeres, las cuales son nuestras esposas, hijas, hermanas,
madres, tías, primas, abuelas; nuestras mujeres que son trabajadoras,
luchadoras, emprendedoras y comprometidas con los valores. Volvamos la
mirada a Dios que nos regala la fe como un don, fe que nos empuja hacia
la búsqueda y vivencia de actitudes que consolidan la convivencia
familiar.
El 11 de octubre del 2012 el Papa
Benedicto XVI inauguró el Año de la fe, que concluirá con la fiesta
solemne de Cristo Rey, el 24 de noviembre del 2013.
La fe de la que nos habla el Papa es la
fe cristiana, que no es creer idea o doctrina, sino aceptar y seguir a
la persona de Jesucristo, que nos dice muy a menudo “crean en mí”.
Es la fe que nos pone en contacto y nos
compromete con la vida familiar, social, política, económica, cultural y
religiosa. Es la fe como combate contra lo que oprime y esclaviza; la
fe que nos da razones para seguir amando y sirviendo a los demás.
Este año de la fe es una buena
oportunidad para que todos los cristianos y los hombres y mujeres de
buena voluntad, nos detengamos, reflexionemos y miremos el rumbo de
nuestra vida y el de la sociedad, con sus luces y sombras, para que
hagamos “una auténtica y renovada conversión al Señor”.
II. La Fe en el Antiguo Testamento:
Para alcanzar ese propósito, tenemos que
contar con la experiencia del pasado que encontramos en las Sagradas
Escrituras. Pensemos en la experiencia de fe que encontramos en Abrahán,
para quien la fe es creer y esperar contra toda esperanza; que
significa, confiar y esperar.
Cuando analizamos la fe del Antiguo
Testamento, deberíamos tener presente que la Palabra de Dios contiene un
mensaje para nosotros; de ahí que debemos entender que Abrahán, Moisés,
David, y otros, están referidos a cada uno de nosotros, a quien el
Señor, hoy, nos dice y nos invita “a salir de” para “entrar en”, es
decir, salir de nuestro odio para entrar en el amor, salir de la
esclavitud para entrar en la libertad, salir del pecado para entrar en
la gracia, salir del individualismo para entrar en la generosidad.
III. La Fe en el Nuevo Testamento:
La fe que nos proporcionan los
Evangelios es el seguimiento a Jesús, el cual nos exige dejarlo todo;
amar más a Cristo que a la propia vida, es un tomar la cruz de cada día;
en fin, es llegar a una comunidad de vida y de destino con Él.
La fe en el Nuevo Testamento la podemos
resumir o sintetizar diciendo con san Pablo que: “han sido salvados por
la gracia mediante la fe; y esto no viene de ustedes, sino que es un don
de Dios” (Ef 2, 8-9), que eleva al ser humano a participar de la vida
de Dios y a poseer la vida eterna. El modelo de esta actitud de fe lo
encontramos en la Virgen María: “He aquí la esclava del Señor, hágase en
mí según tu palabra” (Lc 1,38).
IV. La Fe en la Teología:
La fe desde el punto de vista teológico es un don de Dios, un regalo de la Providencia
Divina, que como todo don, hay que
pedirla y cuando la aceptamos tenemos que convertirla en una fe
virtuosa, es decir, debemos dar fruto de conversión, lo que equivale a
decir: renovar nuestra mente y nuestro corazón, y convertirnos así en
criaturas nuevas.
Hoy más que nunca crece la conciencia de
la necesidad de hacer una experiencia de Jesús y a la vez formar las
pequeñas comunidades, para que de ese modo vayamos viviendo una fe más
comprometida con los hermanos y junto a ellos podamos enfrentar los
problemas y desafíos que se nos puedan presentar.
V. La Fe y el compromiso:
La fe es también un compromiso de
servicio a nuestros hermanos. Esa fe tiene que iluminar las distintas
dimensiones donde se mueve y se desarrolla el hombre y la mujer: la
dimensión social, política, económica, cultural y religiosa, para
ayudarle a ser más.
Acerquémonos a la postura de Jesús en el
momento en que tuvo que enfrentar la situación que crearon las élites
sociales en ese tiempo, los cuales se creían mejores que los demás y se
hacían llamar puros o santos, debido a que ellos controlaban el poder
político, social, económico y religioso; con su actitud de arrogancia
despreciaban a los demás, en especial, a los más pobres, a los
analfabetos, leprosos, a los sin status, a los que ellos llamaban los
impuros.
Frente a esa actitud de los grupos de
poder, Jesús no se une a ninguno de ellos sino que se dirige a todo
Israel: a judíos y paganos, a los hombres y mujeres, a los libres y
esclavos. Se acerca a los pobres, les ofrece su amor y les muestra la
paternidad de Dios; pero también se acerca a los ricos y les enseña su
justicia; a todos los llama a ser hermanos y a amarse sin límites. Él
propone una manera nueva de vivir la religión. Nos propone vivir como
única norma la Ley del Amor, incluso hasta a los enemigos. Lo más
importante de todo es que en Jesús había coherencia entre lo que decía y
lo que hacía.
Hoy tenemos los mismos ciegos, sordos,
leprosos y tullidos por miles, que necesitan la mano amiga del Señor y
de sus discípulos que les ayude a ver, a oír, a curarse y a caminar.
También hoy tenemos los mismos fariseos,
hipócritas que sólo sirven para criticar, engañar y mentir; y esos
necesitan la voz firme del Señor y de sus discípulos que les diga
“sepulcros blanqueados”, “¡serpientes, raza de víboras!”, que sólo
sirven para aparentar y simular, y no son capaces de prestar su ayuda y
colaboración a los demás.
VI. La Fe y los Desafíos:
¿Cómo vivir hoy nuestra fe en esta
situación que ahora nos toca enfrentar?, ¿Qué o cuáles cosas debemos
aprender del Maestro, para iluminar los desafíos que se nos presentan?,
¿Cómo hacer frente, desde la fe, al deterioro familiar, a la
delincuencia, a la inseguridad, al narcotráfico, a la criminalidad
galopante, a la corrupción pública y privada, al incremento de los
juegos de azar y de las bebidas alcohólicas, a la mentalidad
individualista, al afán de tener a como dé lugar, a la búsqueda del
dinero fácil y al consumismo?
¿A dónde fueron a parar los valores
éticos y morales?, ¿Qué significado tienen hoy la palabra dada, la
paternidad y la maternidad responsable?, ¿Qué significa hoy la seriedad y
el servicio, el respeto a los demás, el cumplimiento del deber, la
tolerancia y la búsqueda del bien común?, ¿Cómo hacer frente desde la fe
a los grandes desafíos que nos señala el Documento de Aparecida o la
Nueva Evangelización, como lo es “el individualismo, responsable del
relativismo ético y la crisis de la familia”?
… Esos cambios culturales van
produciendo actitudes y comportamientos que van desde el individualismo,
que debilita los vínculos comunitarios, hasta la “dictadura del
relativismo”, del que nos habla el Papa Benedicto XVI, que va llevando a
muchos a una cultura de consumismo rampante como norma de vida; a un
afán de dinero y de las cosas, sin importar el medio para lograrlo, lo
que comporta un apegarse a la tierra y un postergar la dimensión
sobrenatural; a una mentalidad hedonista y del mínimo esfuerzo, que
debilita la búsqueda de ideales nobles y la fraternidad. Hay además, un
pluralismo cultural, ideológico y de opiniones, que unido a la movilidad
humana y a la mundialización, tiende a incrementar las injusticias, la
corrupción política y la inversión de valores. Igualmente el impacto que
todo eso tiene en el ámbito familiar, con la consabida consecuencia de
convertirse en caldo de cultivo para la delincuencia que lleva a la
sociedad a un verdadero desequilibrio.
El Documento de Aparecida sintetiza todo
eso diciéndonos que “el impacto dominante de los ídolos del poder, de
la riqueza y del placer efímero, se han transformado y han ido
imponiendo un estilo de ser y de vivir contrario a la naturaleza y a la
dignidad del hombre por encima del valor de la persona”. Nos decía el
Beato Juan Pablo II que los cristianos de América Latina tienen que
revisar todos los ambientes y dimensiones de la vida, especialmente,
todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común.
El Papa Benedicto XVI afirma: “el orden justo de la sociedad y del
Estado es la tarea principal de la política y no de la Iglesia; pero la
Iglesia no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la
justicia”.
VII. La Fe y la Actitud Espiritual:
Para hacerle frente a esos desafíos,
debemos acercarnos desde nuestra fe a la persona de Jesucristo, quien es
el Evangelio viviente del Padre, para hacer una experiencia con Él y a
la vez aprender de su modo de ser y de su actitud ante las personas y
los acontecimientos.
Una comunidad cristiana que celebra la
Eucaristía, no debe anidar en su corazón ambición, deseo de poder y de
dominación, ni mucho menos dejarse envolver en cuestión de prestigio y
de espíritu de grandeza. Aprendamos de Jesús la actitud que nos enseña
frente a las personas que necesitan cambiar su vida y su comportamiento
negativo, como fueron los casos del usurero Zaqueo, Leví o Mateo.
Debemos aprender desde nuestra fe el
modo cómo Jesús perdona a la mujer adúltera; a elogiar como lo hace ante
el desprendimiento de la viuda. Aprender además, el modo cómo acoge a
los niños; la compasión que siente por los enfermos, como el caso del
ciego Bartimeo.
Pero también es firme ante Pilato; es
libre ante el juicio ajeno y sabe desenmascarar la hipocresía de los
escribas y fariseos. Pero también supo ir a la conciencia de aquellos
que no quisieron comprometerse, como fue el caso de Pilato, o el caso de
Herodes.
VIII. Líneas de Acción:
La Iglesia con sus agentes de pastoral,
tiene la responsabilidad de formar a los cristianos y sensibilizarlos
sobre la justicia social, el bien común, el desarrollo integral, la
economía solidaria, la ética cristiana, el gasto social, la dignidad
humana y la cultura de la responsabilidad, que son elementos
fundamentales de la fe cristiana. Eso significa insertarse en los
grandes areópagos donde se hace la cultura, como es el mundo de las
comunicaciones, el desarrollo y la promoción de la mujer; la ecología y
la protección de la naturaleza; formando pensadores y evangelizando a
los empresarios, a los políticos, a los comunicadores, a los hombres y
mujeres del mundo del trabajo y a los líderes comunitarios.
En este año de la fe, de cara a tanta
violencia intrafamiliar, queremos exhortarles, desde lo más profundo de
nuestro ser, a los hombres y mujeres de buena voluntad, acoger en sus
corazones la Palabra de Dios, la cual nos invita a constituir familias
sanas, llenas de amor, comprensión, respeto y perdón.
En este mes en el que celebramos la
presencia de la Virgen María entre nosotros, queremos resaltar la figura
de la mujer y exhortar a los hombres a valorar, apreciar y respetar a
nuestras mujeres, las cuales son nuestras esposas, hijas, hermanas,
madres, tías, primas, abuelas; nuestras mujeres que son trabajadoras,
luchadoras, emprendedoras y comprometidas con los valores. Volvamos la
mirada a Dios que nos regala la fe como un don, fe que nos empuja hacia
la búsqueda y vivencia de actitudes que consolidan la convivencia
familiar.
Exhortamos también a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad, y muy especialmente, a los fieles de nuestra
Iglesia Católica a que aprovechemos este año de la fe para profundizar
en el conocimiento de las verdades de nuestro credo, a rezarlo en
familia, y a celebrar y proclamar nuestra fe en todo momento. El lema
del año del Plan Nacional de Pastoral, el cual reza: “Con fe y
fraternidad construimos la comunidad”, nos invita a edificar y
desarrollar comunidades y familias fraternas y sólidas en la fe.
Que la Virgen María de la Altagracia…
nos ayude a mantener la fe en superar nuestras necesidades económicas,
fe en que podemos salir de la pobreza extrema, fe en que podemos vivir
la justicia y la caridad para alcanzar todos juntos un mejor bienestar
de vida.
Santo Domingo 21 de enero del año 2013, fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia.
Les bendicen,
† Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez,
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo,
Primado de América,
Presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano
† Ramón Benito De La Rosa y Carpio,
Arzobispo Metropolitano de Santiago de los Caballeros
† Juan Antonio Flores Santana,
Arzobispo Emérito de Santiago de los Caballeros
† Fabio Mamerto Rivas, S.D.B.,
Obispo Emérito de Barahona
† Jesús María De Jesús Moya,
Obispo Emérito de San Francisco de Macorís
† Francisco José Arnáiz Zarandona, S.J.,
Obispo Auxiliar Emérito de Santo Domingo
† José Dolores Grullón Estrella,
Obispo de San Juan de la Maguana
† Antonio Camilo González,
Obispo de La Vega
† Amancio Escapa Aparicio, O.C.D.,
Obispo Auxiliar de Santo Domingo
† Pablo Cedano Cedano,
Obispo Auxiliar de Santo Domingo
† Gregorio Nicanor Peña Rodríguez,
Obispo de la Altagracia, Higüey
Vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano
† Francisco Ozoria Acosta,
Obispo de San Pedro de Macorís
† Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez,
Obispo de Baní
† Rafael Leonidas Felipe Núñez,
Obispo de Barahona
† Diómedes Espinal De León,
Obispo de Mao-Montecristi
† Julio César Corniel Amaro,
Obispo de Puerto Plata
† Valentín Reynoso Hidalgo, M.S.C.,
Obispo Auxiliar de Santiago de los Caballeros
† Víctor Emilio Masalles Pere,
Obispo Auxiliar de Santo Domingo
† Fausto Ramón Mejía Vallejo,
Obispo de San Francisco de Macorís
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