lunes, 15 de octubre de 2012

Las Expediciones de Junio de 1959, 1ra. Parte


Las Expediciones de Junio de 1959, 1ra. Parte.
Este ensayo fue originalmente presentado con muy pocas páginas en el Curso contra el olvido. Hacia la recuperación de la memoria histórica nacional, celebrado por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en el Museo Nacional de Historia y Geografía el 7 de diciembre de 1990. Dos años después y un poco ampliado fue publicado en la revista Estudios Sociales, Año XXV, Nº 88, pp. 35-66, Santo Domingo, abril-junio de 1992. Siete años más tarde, nuevamente ampliado y corregido, se publicó en la desaparecida revista Ecos, Año 6, Nº 7, pp. 11-56, Santo Domingo, abril-junio de 1999, órgano del Instituto de Historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Hoy se reedita en la revista Clío por el hecho de que un profesor de la Escuela de Historia y Antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y antiguo director de su Instituto de Historia, ha tenido el descaro de reproducir en su blog “Notícialas históricas dominicanas” plagiándolas, partes de este ensay sin señalar la fuente y, lógicamente, sin mi autorización.

.Emilio Cordero Michel
Miembro de Número, presidente de la Junta Directiva de la Academia Dominicana de la Historia y editor de esta revista.
Fuente; Revista CLIO. Órgano de la Academia Dominicana de la Historia. Núm. 177-04. Año 2009.
Las expediciones armadas de los exiliados anti trujillistas constituyeron el sueño de todos los que combatieron al tirano desde el exterior, y la esperanza de todos los que la combatieron desde el interior. Esa fue una constante del exilio dominicano, a partir del fallido intento de Rafael Estrella Ureña, en 1933, de realizar una incursión militar contra Trujillo desde el puerto de El Mariel, cercano a la ciudad de La Habana (Cuba), y de los fallidos intentos de Cayo Confites en 1957, de Luperón, en 1949, y de Manuel Batista desde Miami, en 1958.

Las expediciones de junio 1959, aunque resultaron un fracaso militar porque no alcanzaron sus objetivos tácticos ni estratégicos, por sus características y proyecciones revolucionarias, así como por los efectos que produjeron en la sociedad dominicana, fueron las más importantes de todas las actividades de los exiliados, ya que marcaron el inicio del derrumbe definitivo de la tiranía y el incremento de la lucha interna con la formación de un amplio movimiento oposicionista que culminó con el ajusticiamiento de Trujillo. (Emilio Cordero Michel. Movimientos sociales y políticos durante la Era de Trujillo. Mimeografiado. Curso didáctico en UNAPEC. Santo Domingo, 1987, pp. 47-48.). 

En efecto, el período coyuntural que se inició el 14 de junio de 1959 y se extendió hasta el 30 de mayo de 1961, fue el más importante de la historia del régimen de Trujillo, porque en él se resumió la crisis de la tiranía, reflejo de su podredumbre y de la depresión económica que había comenzado en 1954, como una proyección de la crisis del capitalismo mundial. Ciertamente, en el quinquenio 1955-1959 Trujillo tuvo que recurrir a la consecutiva y creciente emisión de papel moneda “inorgánico” para adquirir la Compañía Eléctrica de Santo Domingo (actual CDEE), para financiar los gastos de la llamada Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, y para adquirir los ingenios que integraban el desmantelado y saqueado Consejo Estatal del Azúcar (CEA). Esta constante emisión de “inorgánicos” y la sustancial baja que se produjo en los precios del azúcar, café y tabaco en los mercados internacionales durante los años 1958 y 1959, restringieron el mercado interno y disminuyeron los ingresos de la tiranía, precisamente cuando tuvo que enfrentar cuantiosos gastos militares por el triunfo revolucionario de Fidel Castro en Cuba, y el temor a los preparativos de las expediciones militares de 1959 que le obligaron a reforzar el aparato represivo para controlar y aplastar el creciente movimiento clandestino.
Toda esta situación afectó adversamente el comercio exterior al producirse un déficit en la balanza de pagos que, al querer compensarlo Trujillo con crecientes emisiones “inorgánicas”, agravó la crisis económica que, al devenir en política e histórica de su régimen, concluyó con su derrumbe final en 1961. (Bernardo Vega. Trujillo y el control financiero Norteamericano. Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 1990, pp. 599-610 passim.)

Situación internacional en el Caribe y el exilio dominicano
La situación internacional en el Caribe incidió también, muy marcadamente, en la crisis histórica del régimen de Trujillo, particularmente a partir de los siguientes sucesos: primero, con el derrocamiento del dictador Gustavo Rojas Pinilla de Colombia en mayo de 1957; segundo, con el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez de Venezuela a fines de enero, de 1958; y tercero con la vergonzosa huida del tirano Fulgencio Batista, de Cuba el 31 de diciembre de dicho año, ante el incontenible avance de los revolucionarios de la Sierra Maestra comandados por Fidel Castro Ruz. Estos acontecimientos políticos, muy en especial el triunfo de la Revolución Cubana al despuntar el año de 1959, provocaron un radical cambio histórico en la geopolítica caribeña, que enardeció los ánimos de los exiliados dominicanos, dispersos y divididos, hasta alcanzar niveles de euforia al considerar próximo el fin de Trujillo.
En febrero de 1958, siendo cabeza de la Junta de Gobierno de Venezuela el contralmirante Wolfang Larrazábal, ligado por nexos familiares a los dominicanos, se constituyó, con el apoyo de Acción Democrática (AD) de Rómulo Betancourt, la Unión Patriótica Dominicana de Venezuela (UPD), que de inmediato inició amplios contactos con otras organizaciones anti trujillistas con el propósito de lograr la unidad de los exiliados dominicanos. El Frente Unido Dominicano de Cuba que, a petición de la UPD de Venezuela, pasó a llamarse Unión Patriótica Dominicana de Cuba, el Frente Unido Dominicano de Puerto Rico, el Frente Dominicano de Nueva York, el Partido
Socialista Popular, el Frente Independiente Democrático de Venezuela y la Unión Patriótica Dominicana de los Estados Unidos, acordaron celebrar un congreso unitario en diciembre de dicho año; fecha que fue propuesta por el desenlace que se veía venir en Cuba ante la ofensiva de las columnas guerrilleras del Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
El 7 de diciembre de 1958, aterrizó en el occidente de la Sierra Maestra un avión C-46 cargado de armas y pertrechos bélicos, en especial ametralladoras calibre 30 y 50, así como bazucas y explosivos enviados por la UPD de Venezuela y Wolfgang Larrazábal, a Fidel Castro para el empuje final contra Batista. En el avión iba también Manuel Urrutia, quien fue el primer Presidente de la Cuba Revolucionaria, y Enrique Jiménez Moya con un mensaje de la UPD de Venezuela firmado por el Dr. Francisco Castellanos, Rinaldo Santiago Pou, Cecilio Grullón y Miguel Ángel Gómez Rodríguez, en el que le pidieron al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana ayuda para iniciar el entrenamiento militar en la Sierra Maestra de un selecto grupo de dominicanos que, después del derrocamiento de Batista, se lanzaría a combatir contra Trujillo. (Unión Patriótica Dominicana. “Carta al Dr. Fidel Castro”. Caracas, 23 de noviembre de 1958. En Miguel Ángel Gómez Rodríguez. “Génesis y holocausto de la invasión de junio de 1959”. Periódico Listín Diario, Santo Domingo, 12 de junio de 1985, p. 6.)

Enrique Jiménez Moya fue incorporado al Ejército Rebelde con el rango de teniente y, al quedar gravemente herido en el Combate de Maffo a finales de diciembre de 1958, por su valeroso comportamiento se ganó el grado de capitán. El triunfo revolucionario y la ascensión al poder de los combatientes de la Sierra Maestra, llenos de mística y en medio de una contagiosa efervescencia popular a nivel continental, sentaron las bases para la unidad –por primera vez en 29 años– de la casi totalidad del exilio dominicano.
La Unión Patriótica de Venezuela y Cuba, el Frente Unido Dominicano de Nueva York y de Puerto Rico, el Partido Socialista Popular, el Frente Democrático de Venezuela y la Unión Patriótica Dominicana de los Estados Unidos, correspondiendo a la invitación de la UPD de Venezuela, dieron a la publicidad Declaración de La Habana, señalando que se habían unido para derrocar a Trujillo; que compartirían las responsabilidades en la liberación del pueblo dominicano, concluyendo con un llamado para que incrementara organizadamente su lucha contra la tiranía, y un pedimento a los pueblos del mundo en demanda de que le ofrecieran su fraternal solidaridad para alcanzar los objetivos programados.( Movimiento de Liberación Dominicana (MLD). Declaración de La Habana. 16 de marzo de 1959. Archivo de Emilio Cordero Michel).
(Véase Anexo 1).
Anexos
Nº 1. Declaración de La Habana
Correspondiendo a la invitación formulada por la Unión
Patriótica Dominicana de Venezuela, para dar a conocer el estado actual de sus actividades contra la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo, las organizaciones que suscriben, conscientes de su responsabilidad ante el pueblo dominicano, declaran:
Primero: Que han convenido unificarse para luchar por el derrocamiento del régimen oprobioso de Rafael Leónidas Trujillo.
Segundo: Que reconocen el esfuerzo y la eficacia con que la Unión Patriótica Dominicana de Venezuela ha conducido sus actividades contra la tiranía, hasta llevarla a su etapa actual.
Tercero: Que logrado un entendimiento cabal sobre los fines propuestos, acuerdan compartir con la Unión Patriótica Dominicana las responsabilidades inherentes a esta gran cruzada por la liberación del pueblo dominicano.
La Unión Patriótica y las organizaciones asociadas a ellas en el movimiento revolucionario dominicano, hacen un fervoroso llamamiento al pueblo dominicano para que intensifique en forma organizada su lucha por el derrocamiento de la tiranía de Trujillo, y piden a la vez a todos los pueblos del mundo su solidaridad y colaboración más amplia en el empeño patriótico que ellas alientan:
Unión Patriótica Dominicana de Venezuela
Frente Unido Dominicano de Puerto Rico
Frente Unido Dominicano de New York
Unión Patriótica Dominicana de Cuba
Partido Socialista Popular
Frente Independiente Democrático de Venezuela
Unión Patriótica Dominicana de los Estados Unidos de América”.
Nº 2. Programa mínimo del Movimiento de Liberación Dominicana
I.- En el aspecto político:
Derrocar por todos los medios a su alcance el régimen de opresión y sangre establecido en la República Dominicana por Rafael Leónidas Trujillo desde al año 1930.
Establecer un gobierno provisional democrático revolucionario que en un período máximo de dos años ponga en marcha el Programa de la Revolución y cree las condiciones necesarias para que el pueblo dominicano pueda ejercer libremente sus derechos políticos y sociales.
Convocar dentro de un término prudencial una Asamblea Constituyente, elegida por medio del sufragio universal, directo y secreto, encargada de elaborar la nueva Constitución de la
República, con sujeción a los principios que rigen la concepción de la organización democrática del Estado, e inspirada en los postulados de la justicia económica y social.
Derogar toda la legislación anti-democrática de la tiranía.
II.- En el aspecto social:
Implantar una amplia Reforma Agraria que garantice al campesino la posesión de la tierra y le otorgue el derecho de propiedad correspondiente en la proporción que determine la ley, de acuerdo con el principio que establece la función social de la propiedad.
Reformar la Ley de Tierras, y depurar todos los títulos definitivos otorgados por el Tribunal de Tierras que se obtuvieron por fraude o violencia.
Garantizar la libre organización de la clase obrera y campesina como medio de defensa de sus intereses y reconocer el derecho de huelga como instrumento de lucha del proletariado.
Iniciar una efectiva campaña de alfabetización y reformar integralmente la enseñanza a fin de que la nueva escuela, desde la primaria hasta la universitaria, sea la forjadora de una conciencia nacional avanzada y libre que contribuya a darle impulso a los reclamos y derechos del pueblo.
Establecer un amplio sistema de seguridad social que ampare la niñez, la ancianidad y el desempleo y ofrezca lo servicios imprescindibles para la protección de la salud y una vivienda adecuadas
III.- En el aspecto económico:
Impulsar la economía en sus múltiples aspectos, fomentando el desarrollo del mercado interno y el poder adquisitivo de la masa popular.
Desarrollar y proteger la industria nacional, mediante las instituciones de crédito que organice el Gobierno Revolucionario y a través de las medidas legales que se dicten
a ese fin.
Expropiar a favor del Estado todas las industrias y propiedades adquiridas por el tirano, su familia u otras personales al amparo de la tiranía, y reintegrar a sus legítimos dueños aquellas que hayan sido objeto de despojo.
Revisar todas las concesiones hechas por la tiranía a favor de capitales nacionales o extranjeros que sean lesivas al interés nacional.
Reformar el sistema tributario establecido por la tiranía, aboliendo los impuestos antipopulares e innecesarios para el sostenimiento del Estado.
Desarrollar una política económica tendiente a asegurar las posibilidades de trabajo a toda la población laboral.

IV.- En el aspecto internacional:
Respaldar el ejército continental de la democracia representativa y el sistema de convivencia política y de mutua ayuda, especialmente entre los países del Caribe y Centroamérica.
Fomentar las mejores relaciones con los demás pueblos, basadas en la compresión y en el mutuo respeto que inspira la igualdad jurídica de los Estados y la libre determinación de los pueblos”.
Nº 3. Manifiesto al Pueblo Dominicano
El Movimiento de Liberación Dominicana, culminación feliz de la labor unitaria realizada por la Unión Patriótica Dominicana, el Frente Unido Dominicano de Puerto Rico, el
Frente Independiente Democrático de Venezuela, el Frente Unido Dominicano de Nueva York y el Partido Socialista Popular Dominicano, ha iniciado una acción insurreccional para destruir la tiranía de Trujillo y crear un régimen de democracia social, política y económica.
El hecho responde a un viejo anhelo. Desde que se inició en 1930 la ignominiosa tiranía que oprime al país, el pueblo dominicano no ha cesado de luchar contra ella. Cerrada la vía legal, esta lucha se expresó a través de repetidos brotes subversivos de la resistencia cívica. Razones de diversa índole impidieron que culminara en una victoria definitiva.
Pero ella contribuyó a acentuar el espíritu de rebeldía popular, reafirmando en todos la conciencia de ideal revolucionario. Por eso, cada año han ido aumentando las víctimas de la tiranía y ha sido mayor el número de exiliados.
El movimiento iniciado traduce la voluntad del pueblo. A él se han unido hombres valerosos y dignos que pudieron quebrar el cerco establecido por la tiranía. Y a medida que se vaya extendiendo seguirán con seguridad las incorporaciones.
A la postre, englobará a todos los hombres puros del país, aptos para la lucha.
Doloroso es tener que recurrir a la violencia para cristalizar el noble empeño que nos anima, pero no quedaba otro camino… El régimen de Trujillo, nacido de la usurpación, creó, para consolidarse y mantenerse, un aparato terrorista de proyecciones espantosas, nunca visto en América, y sobre su criminal eficacia se ha sostenido. Ese régimen conculcó todas las libertades públicas, aupó la escoria de la sociedad a las más altas posiciones, transformó a la República en un feudo personal, ahogó las manifestaciones de la cultura y sumió a la comunidad en la esclavitud. Él no ha respetado jamás los tratados y las normas internacionales, ha utilizado el genocidio como método político y proyectó el terror fuera de las fronteras del país. Frente a él, no cabe otro instrumento de lucha que el de la fuerza. A ésta, pues, hemos recurrido, interpretando el llamado de nuestro pueblo.
Nunca vivió este pueblo una época de mayor vergüenza y martirio que la que se ha desenvuelto bajo la tétrica sombra de la tiranía de Trujillo. Los bienes de las familias fueron pasando, uno tras otros, por obra del dolor y el despojo, a la posesión del déspota. Todas las tierras fecundadas del país están hoy, de hecho, en sus manos; suyas son las industrias más importantes; y el comercio, cuando no es suyo, tiene que compartir con él sus utilidades. Ello explica que el pueblo se haya unificado en el afán por destruirlo, y que esta unidad desemboque hoy en la insurrección ya en desarrollo, garantizando su victoria definitiva.
En armonía con esta realidad unitaria, la revolución que el Movimiento de Liberación Dominicana auspicia se propone respetar los intereses de las clases sociales lesionadas por la tiranía, con tal de que sean legítimos y justos, e instaurar un Gobierno Provisional Revolucionario de naturaleza democrática que organice la vida de la República a la luz de los ideales de justicia que proclama la revolución y que laten  por dondequiera en esta hora de grandes transformaciones universales.
Es claro que la lucha contra la tiranía de Trujillo se extiende a sus raíces. Nos proponemos, en consecuencia, iniciar en la República Dominicana una nueva era histórica sobre la base de la reestructuración de las normas jurídicas, políticas y económicas hoy vigentes, y del restablecimiento de los principios y las costumbres morales que Trujillo ha quebrantado. Los primeros pasos se encaminarán a reparar las iniquidades cometidas por la tiranía. Los criminales al servicio de Trujillo recibirán el justo castigo. Se procederá a la confiscación de los bienes del tirano, sus familiares y acólitos, por ser producto del latrocinio sistemático de la riqueza pública y del despojo de la riqueza privada.
 Las víctimas de estos despojos recibirán sus propiedades o indemnizaciones adecuadas, de acuerdo con el interés nacional. Se realizará una amplia reforma tributaria y el desarrollo de la economía será objeto de estímulo, de acuerdo con una planificación en armonía con las condiciones productivas del país. Todas las clases sociales gozarán de libertad de organización y se reconocerá el derecho de huelga. Una vasta reforma agraria dará tierra y posibilidades económicas a las familias campesinas carentes de propiedades agrícolas.
La realización de estos fines entrañará la transformación integral de las condiciones de vida del pueblo; significará destruir una estructura político-social injusta y corrompida y levantar sobre sus ruinas una realidad nueva, estremecida de alientos justicieros; significará la superación definitiva del cesarismo trujillista y de la servidumbre en que han vivido bajo la tiranía las grandes masas campesinas y obreras; significará, en suma, colocar las bases para que el hombre dominicano  pueda realizarse, libre de toda clase de coyundas, y para que la Patria se levante sobre su propia dignidad sin la menor mengua de su soberanía.
Es obvio que el paso inicial y básico para le ejecución de tal obra es el triunfo de la insurrección ya iniciada. Diversos focos insurreccionales se han establecido en distintas zonas del país, y en ellos luchan, día y noche, con alto espíritu de sacrificio, los soldados de la libertad y la justicia. Hijos de la entraña del pueblo, a la totalidad del pueblo llaman para que se incorpore a su lucha. Llaman a los hombres y mujeres dignos de todas las clases sociales: al campesino, al obrero urbano, a los profesionales, a los estudiantes, al comerciante, al clero dominicano probo, al empleado público y privado y a los miembros de la Fuerzas Armadas cuyas manos no estén manchadas por el robo y por el crimen.
No llaman, claro está, a los verdugos del pueblo, a los que han sembrado la desolación y el luto en las familias, a los ladrones y pervertidores de la conciencia. La revolución es obra del pueblo y se hace para el pueblo: ¡En ella no caben los enemigos del pueblo!
Todos los países de América se hallan solidarizados con el movimiento en marcha. Muchos de ellos, alentados por el mismo afán democrático y renovador que hoy nos anima, liquidaron recientemente, con valentía admirable, sangrientos regímenes de opresión y construyen hoy en forma ejemplar un porvenir grandioso. Ellos nos tienden los brazos… En su seno generoso hemos encontrado y seguiremos encontrando el apoyo moral necesario para precipitar y asegurar el triunfo de nuestro propósito. No estamos, pues, solos en nuestra lucha…
Nuestra América la comparte y ve en su culminación triunfal una victoria americana Nuestro movimiento responde a los postulados unitarios y democráticos de Bolívar, Luperón y Martí, enriquecidos por los aportes de las corrientes más justicieras de la época. Él propugna, frente a la ya superada concepción de la patria chica la tesis de la confederación de nuestras nacionalidades, como exponente de la solidaridad que nace de su origen común, la similitud de sus problemas y la identidad de sus destinos.
Para el logro de estos altos fines el pueblo dominicano ha tomado las armas y con ellas lucha, fiel a la consigna de SER LIBRE o MORIR. Con la cooperación de todos, la tiranía será aplastada. Para todos, la hora de liberación ha llegado… Pronto habrán de cesar las lágrimas nacidas de la explotación y el crimen. Quedarán atrás la espera interminable y las acciones subversivas infructuosas.
Ante el asombro y la cobardía del tirano, el pueblo dominicano, que conquistó a golpe de heroísmo su independencia y supo reconquistarla cada vez que fue despojado de ella, se ha lanzado, con valor y tesón inquebrantables, a la lucha por su libertad y su bienestar. Por la voluntad de ese pueblo desaparecerán para siempre la humillación, el atropello, el robo y el crimen de que ha sido víctima bajo la tiranía, florecerá de nuevo la cultura y hermanada a la América democrática, la República Dominicana se encaminará hacia el cumplimiento de sus altos destinos. Movimiento de Liberación Dominicana. Comité Central Ejecutivo: Dr. Juan Isidro Jiménez Grullón, Dr. Francisco J. Castellanos, Dr. Luis Aquiles Mejía, Dr. Francisco Canto, Cecilio Grullón, Comandante Enrique Jiménez Moya, Jefe del Ejército de Liberación Dominicana”.

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Saillant Valverde, César A. Cartas a la Presidente y Secretaria de la Fundación Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo. Nueva York, 9 de agosto y 22 de septiembre de 1962. Las Expediciones de Junio de 195
 Saillant Valverde, César A. Carta al Dr. Vir

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