lunes, 12 de marzo de 2012

La Proto- Historia de la Isla de Santo Domingo



La  Proto- Historia de la Isla de Santo Domingo

Raíces de Nuestro Espíritu, (2da. Parte)
 Fuente; Guido Despradel Batista, Raíces de nuestro Espíritu. Santo Domingo. Ediciones Renovación, 1971, p. 9-29, fragmento y re publicado en Antología Literaria Dominicana, INTEC, Santo Domingo, 1981,

Recopilado  por Ubaldo Solís Ureña
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s  que América, en su proto-historia, era toda una.  Este mosaico de islas que constituyen el Archipiélago Antillano, no existía, y de Florida a Paría,  se extendía  un fuerte macizo orográfico del cual las montañas de Quisqueya no son más pequeños ramales. La unidad geografía de América, en tiempo de su proto-historia, hay que afirmarlo, porque su  existencia es necesaria para poder desentrañar las primeras raíces de estos pueblos.
Pese a  toda las afirmaciones  en contra puede afirmarse, que América tomó origen de una sola fuente, que pudo ser en si misma o fuera de ella, de todo modo es la fuente original de todos los pueblos
Aún no se conoce con exactitud  el verdadero  nombre de nuestra isla en los cientos de años  de su  existencia ente del descubrimiento el 12 de octubre del 1492, no lo sabemos y quizá  nunca se pueda saber  ya que  esa pre historia  de nuestra isla  se han quedado en la  bruma de  un pasado  que no dejo nada  para comprobarlo. Quizá tal vez se llamo Babeque, pueda  ser que Haití,  pero también Quisqueya, como pudo ser Bubío . Pero  pudiera ser  que estos nombres correspondieran a regiones de ella.
Los Ciguayos considerados como los primitivos  pobladores, eran fieros,  hombres de presa, y se fueron a las montañas del norte de la Isla, a vivir en cuevas. De tierra firme llegaron los Taínos,  pacíficos labradores, posesionándose en las llanuras  estas regadas por innumerables ríos. Y para completar la disparidad de pueblos que  poblaron esta isla, llegaron  otras  razas: los Caribes y los Macorixes,  estos  incursionan  inesperadamente, sacando a los Taínos de sus habitas obligándolo a correr hacia el Oriente y el Occidente para quedarse en posesión  de la región  que hoy comprenden las provincia de San Francisco de Macorís y Samaná.
El pueblo que  estaba llamado  a conquistar y dominar la isla, pero esta conquista  fue troncada por otro conquistador llegado de lejos, ya no en canoa, sino en  navíos, a imponer su  dominio, en nombre de la cruz  y el imperio
Desde dos puntos de vista han descrito los historiadores el carácter, el tipo y las costumbres del indio de Quisqueya. Para unos, López  de  Gomara entre ellos, el indio era "  de color castaño claro, que  parece algo tiricia do, de medina estatura y repecho,; tiene ruines ojos, lama dentadura, muy abiertas las ventanas de las narices, y la frentes demasiado anchas; " ellos y ellas  son lampiños, y aún dicen que por arte; pero todo crían cabellos largos, liso y negro". Y dice además, el  ciego panegirista de Cortes,  refiriéndose al carácter del indio, que era "un  grandísimo sodomítico, holgazán, mentiroso, ingrato, mutable y ruin"
No se puede pintar un ser más detestable: pero si razonamos un poco y llamamos a consulta historiadores que nos merezcan más créditos que ese López de Gomera, quien, ambicioso de prebendas y de oro,  falta a la veracidad histórica por merecer la protección  del poderoso conquistador de México,  nos  daremos cuentas que esta descripción del indio de Quisqueya es, además de falsa, injusta y denigrante
Para otros historiadores, y muy especialmente para el Padre Las Casas quien convivió con  el indio e hizo causa común con él, y quien además vino  a América, no a justificar la actitud de España, sino  a servir a un alto apostolado de moral y de justicia, el indio era hospitalario, manso, simple, benigno, servil, y hasta  el  extremo que  en él se podía  ver realizado el ansiado ideal del hombre bueno y sin malicias en  sus estado primitivo de la naturaleza.
Y en cuanto al tipo del indio,  afirmaba Las Casas que "las caras, rostros y gestos  tiéndalos graciosos  y hermosos, hombres y mujeres; y cuando los niños van  creciendo son todos muy graciosos, lindos, alegres, corderitos vivos y de buena ídole". Y para  que se vea que los primitivos habitantes de esta isla no fueron monstruos, ni seres viles y despreciables como los  pregonaron  por las naciones de Europa los cronistas e historiadores que  querían presentar como  natural y justo el exterminio cruel que ellos hacían los súbditos de sus Majestades Católicos apoyados en la fuerza de la cortante espada y en el Poder de la Santa Cruz, oigamos a Las Casas, hombres hombre también de España y espectador sensible de los sufrimientos del indio,
 cuando  nos dice que " en La Vega, conocí a mujeres casadas con españoles, y algunos caballeros, señores de pueblos, y otras en la Villa de Santiago,  también casadas con ellos, que era admirable su hermosura y casi blancas  como  mujeres  de Castilla". Agregando Las Casas."  Yo  vi un lugar o villa que se llamó de La Vera Paz, de sesenta vecinos españoles, los más de  ellos hidalgos, casados  con mujeres indias naturales de aquella tierra,  que no se podía  desear persona que más  hermosa fuese". Con estas citas basta, aunque hay muchísimas más  que dejan claramente demostrado que  el indio de Quisqueya,  con la excepción de los Ciguayos, que eran además escaso en número, era hablando desde el punto  de vista de la antropología, un tipo que podía catalogarse en el cuadro de las razas superiores
sus costumbres y su religión así también  lo  confirman. Sin hacer uso de muchos detalles, se puede decir que sus ritos y sus modales de vida eran paganos. La pitonisa de Delfos tenía su reproducción exacta en el Bohiti adivino que  realizaba sus transportaciones en los ritos del Dios Corocoto.  Y sus ceremonias en loor a sus  ídolos, con sus areitos suaves y sus libaciones abundantes, no  están muy lejos de las suntuosas bacanales que se celebraban en  Éfeso en honor  de Artemisa y de Baco. Réstanos decir que la organización pública del indio se ajusta en  todo al sistema patriarcal.
El Cacique era un  verdadero Señor, con un territorio determinado para gobernar, y  con súbditos que le pagaban sus tributos religiosamente y que le prestaban reverencias y le guardaban admiración y respeto. Había una admiración de justicia bastante equitativa, y existía la institución de la familia, aunque aceptando el estado polígamico.
De  todo esto se deduce  que nuestra isla, en el momento del descubrimiento, no estaba en un estado de barbarie que se la colocara fuera  de la consideración  y del respeto  que se le deben a todo conglomerado social que  desarrolla sus actividades vitales dentro de las más noble aspiraciones, en cualquier porción del  universo.
La Obra de España en la Isla de Quisqueya.
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l mismo año en que se completaba la unidad monárquica de España con la conquista del reino de  Granada, descubría el aventurero genovés Cristóbal Colón, hombre astuto y marino esforzado, la primera isla del continente Americano. Por la fe cristiana y para provecho y honra  de sus Majestades Católicas, los primeros expedicionarios de España dieron principio  a la conquista y dominación de un mundo nuevo.
Fernando e Isabel habían fijado el rumbo del nuevo  Estado Español, en estas dos  denominaciones;  "Imperialismo, o sea espíritu de dominación y preponderancia internacional, yUnidad Religiosa". El primer punto se obtendría entablando estrechas relaciones con las demás familias reales de Europa y conquistando a viva fuerza las recién descubierta tierras  de América; y el segundo, expulsando los judíos, convirtiendo forzosamente a los moriscos, establecidos en todo los reinos y dominios la inquisición y exterminio al indio, ser hereje que no podía comprender la religión del Cristo, corregida y aumentada, en su esencia y en su forma, por los Sabios y Santos Padre de la Iglesia
Ante la acogida franca, cordial y hospitalaria del aborigen de Quisqueya, la primera fundación española en tierras de América fue  una fortaleza; La Navidad. Esto basta para definir el espíritu de la Conquista Destruida La Navidad, surge La Isabela, ciudadela de señores llenos de ambición, de furor  y de prejuicios; y de la Isabela se  van escalonando los fuertes corazón adentro de la Isla. Estos hombres habían venido de España de pelear con moros y de  perseguir infieles, y  esta isla Quisqueyana de América sufrió dolorosamente de su crueldad y de su inexperiencia.
De todos los conquistadores y colonizadores de estas tierras. Colón fue el más inepto, y nuestra isla la que sufrió las más fatales consecuencias. España no sabía lo que venía a hacer a América. Después de tristes años de lucha cruelmente exterminadora, el hombre venido de España tras un aloca aventura y empujado por la ambición más torpe, comenzó a darse cuenta de lo que  debía hacerse en estos territorios recién descubiertos. El español conquistador y colonizador se hizo  en América, y por ello no es una paradoja afirmar que América  se conquisto y se colonizó a sí mima
Es necesario afirmar con Carlos Pereyra: "que el conquistador es un hombre de España formado en América y que con las  expediciones procedentes de Sevilla, salen de la Península los alumnos que van a graduarse en las escuelas del Nuevo Mundo". Porque es necesario advertir que solamente  Don Pedro de Valdivia,  entre los grandes  conquistadores, tenía antecedentes militares. Cortés vino no siendo más  que un mozalbete rimador y mujeriego; Pizzarro desconocía   en lo absoluto el uso de las armas, y Ojeda, el conquistador más brillante que lucho en esta Isla,  no era más que un  brillante cortesano que hacía piruetas gallardas sobre una viga saliente  en  la mesa de la Giralda, para divertir a la Reina Católica". Y nuestra Isla recibió de golpe todas las funestas consecuencias que acarraría esta ignorancia. Al establecerse en nuestras tierras el español quiso vivir en ellas como vivía en su península de origen.  Los pobladores de la Isabela, en su mayoría gentes cortesanas, no querían dejar de comer  pan de trigo, y así los veinte labradores venidos para ayudar a la tarea de  fundación, después de inútiles esfuerzos y atacados duramente por las fiebres, tuvieron que abandonar el intento de cultivar en esta isla cereal tan extraño a su clima tórrido.
Se intento entonces  hacer pan de cebada, porque el  hombre de Europa no quería  dejar de ser Europeo, pero todo fue inútil. Y así, muchos pobladores de la Isabela perecieron; otros abandonaron la isla; y con excepción  de pocos que resolvieron adaptarse al medio y aprendieron a comer pan cazabe, el resto dependió  de España para   la provisión de trigo. Así fueron  sus moradores abandonando a La Isabela, que equivalía a alejarse del Atlántico, hecho  que fue el primer error., de  los muchos, con que España hizo penoso  y obscuro nuestro destino,
No se puede decir que  el sitio donde estaba emplazada La Isabela era impropio para  el feliz  florecimiento de una ciudad. Las costas atlánticas de la Isla son más saludables, y hasta más bellas, que las costas del Caribe. Jamás he podido olvidar aquel panorama que sirve de polícromo escenario a las olvidadas ruinas de la abandonada Isabela. Como  olvidar aquel sitio a la  que debía ser  Primada y más primorosa urbe de América.
 Sobre las costas atlánticas está el destino del mundo; a orillas del Caribe nada tiene  carácter d eternidad, porque el Caribe será siempre un eterno enterrador de civilizaciones. España no debió dejar abandonada a La Isabela, porque con su abandono nos dejó las  puertas del  Atlántico abiertas de par en par; y   por  lo tanto, a merced de las invasiones de los cosarios que tenían en  ese mar  de inmenso  y maravilloso escenario de sus prodigiosas charrerías.
E
l  abandono de la Isabela torció por completo nuestro destino. Si esa ciudad hubiera subsistido, los pueblos que florecieron en la costa norte no hubieran sido destruidos porque habrían  estado garantizados y supervigilados de cerca,  y los filibusteros no se hubieran establecido en la Isla,  y no existirían,  por ende en ellos  dos pueblos, que tarde  o tempranos tendrá que perecer uno de ellos, frente a la fuerza o superioridad espiritual  del otro.

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