DECISIÓN ELECTORAL
Hipólito fue el niño mimado de ‘Belica’
17/03/2012 12:00 AM - OSCAR QUEZADA
Primos y amigos de infancia del candidato presidencial del PRD lo recuerdan como un niño divertido y bien educado
Desde que nació, Hipólito Mejía fue siempre un niño risueño y alegre. Era el más juguetón y chistoso entre sus amiguitos. Pero a las 8:00 de la noche, hace rato que estaba durmiendo, porque su abuela Isabel Díaz (Mamá Belica) era muy meticulosa con la educación del pequeño, quien varias décadas después se convertiría en presidente de la República Dominicana.Hipólito vio la luz del mundo en el hospital Julia Molina, en Santiago, hoy José María Cabral y Báez. De su historia conoce muy bien doña Julia Domínguez (Cuca), prima hermana de la madre del candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), porque fue ella quien recibió a la criatura en la comunidad La Chichigua, de Gurabo, donde vivían los padres del candidato presidencial, Hipólito de Jesús Mejía (Polín) y María Josefa Domínguez (Marina).
“Nosotros fuimos quienes le dimos el primer cariño. Todo era amor, cuando un niño llega a la casa. Era lo más bello que había. Un niño que nació con mucha salud”, recuerda doña Julia. Comenta que antes de irse a su casa materna, Hipólito permaneció en su sencilla morada durante cinco días.
En La Chichigua recuerdan que cuando niño Hipólito tenía una hermosa cabellera dorada, que le otorgó el mote de “Cabuyita”, como lo conocen y todavía le llaman algunos de sus primos y amigos de infancia. “En sus primeras palabras, a Hipólito se le veía la expresión de que iba a ser un buen hombre en el futuro”, rememora Julia Domínguez.
Esta anciana tiene 86 años. Su dicción y fluidez al hablar de la vida de Hipólito, a quien llama su “niño”, impresionan a cualquiera. Su avanzada edad no le impide incluso caminar hasta dos kilómetros para trasladarse desde su casa al centro de una comunidad donde gran parte de sus habitantes llevan el apellido Domínguez.
Julia recuerda a la madre de Hipólito como una mujer muy querida y respetada en La Chichigua. Con esta explicación, esta dama nacida y criada en Gurabo despeja las dudas de que Hipólito Mejía nació en Baní, provincia Peravia, y que luego sus padres se habían mudado a Santiago.
El encuentro con doña Julia se produjo en una casa ubicada a pocos metros de la escuela básica Martina Mercedes Zouain, donde Hipólito realizó sus estudios primarios. Al lado de esta escuela, Hipólito construyó un moderno politécnico que lleva el mismo nombre de ese plantel educativo. Ya luego se trasladó a un liceo del centro de Santiago, para concluir sus estudios secundarios, adonde viajaba en una bicicleta, cuenta doña Julia.
En La Chichigua aseguran que los padres de Hipólito se empeñaron en darle una buena educación, porque querían hacerlo un hombre de bien en una sociedad donde la clase profesional comenzaba a abrirse paso entre precariedades y sueños de superación.
Los comunitarios de este lugar sostienen que Hipólito nunca olvida sus raíces y que, cuando su ocupada agenda de hombre público se lo permite, visita a quienes compartieron con él por esos caminos polvorientos de La Chichigua; caminos que quizás nunca imaginó le correspondería asfaltar en su condición de primer mandatario, varias décadas después de haber salido de su terruño.
Hace algunas semanas, Hipólito estuvo en Santiago, en busca de los votos que necesita para ocupar por segunda ocasión la silla presidencial, en la que doña Julia asegura haberse sentado por iniciativa de su “niño”. Ese día, Hipólito aprovechó para visitar el campo que dejó hace ya mucho tiempo, y se reencontró con la gente que le decían “Cabuyita” y ahora también lo llaman “papá”.
Uno de esos hombres fue José Domínguez, primo y ahijado de Hipólito. José vive en una casa edificada en el solar donde nació el aspirante presidencial del PRD. Recuerda que en ese amplio patio Hipólito corría juguetón, bajo el cuidado riguroso de su abuela “Mamá Belica”.
Este señor coincide con otras personas en que Hipólito fue siempre tranquilo y que gustaba compartir en armonía con amigos y familiares.
“Hipólito se levantaba muy temprano para trabajar. Recogíamos tabaco. Después se iba en un burro para la escuela. Después pasó a la ciudad. Tenía una bicicletica y se iba en ella a estudiar”, relata José.
Porque dice conocerlo mejor que cualquiera, el primo de Hipólito no comparte los comentarios que cuestionan la integridad de su pariente. Y para defenderlo, hurgó en su memoria y extrajo un episodio que pudo recrear a la perfección.
“En el 1978, cuando Hipólito fue secretario de Agricultura, mi esposa se iba a operar y yo necesitaba 200 pesos para pagar la intervención. Fui adonde Hipólito, para pedirle una ayuda. Me recibió en su oficina y después que le dije a lo que había ido, me dijo, ‘ve donde mamá y dile que te lo dé’. No quiso darme el dinero en su oficina, para que no pensaran nada malo”, dijo.
Brunilda Alberto Domínguez (Bruna) conoce a Hipólito tan bien como José. Es su prima y se crió con él. “Era un niño ejemplar y muy estudioso. Los sábados íbamos al catecismo y nos la pasábamos jugando. Él montado en su bicicleta”, recuerda esta dama, de 74 años. La casa donde Hipólito nació fue derrumbada por los años y el solar convertido en un conuco sembrado de plátanos.
“Nosotros fuimos quienes le dimos el primer cariño. Todo era amor, cuando un niño llega a la casa. Era lo más bello que había. Un niño que nació con mucha salud”, recuerda doña Julia. Comenta que antes de irse a su casa materna, Hipólito permaneció en su sencilla morada durante cinco días.
En La Chichigua recuerdan que cuando niño Hipólito tenía una hermosa cabellera dorada, que le otorgó el mote de “Cabuyita”, como lo conocen y todavía le llaman algunos de sus primos y amigos de infancia. “En sus primeras palabras, a Hipólito se le veía la expresión de que iba a ser un buen hombre en el futuro”, rememora Julia Domínguez.
Esta anciana tiene 86 años. Su dicción y fluidez al hablar de la vida de Hipólito, a quien llama su “niño”, impresionan a cualquiera. Su avanzada edad no le impide incluso caminar hasta dos kilómetros para trasladarse desde su casa al centro de una comunidad donde gran parte de sus habitantes llevan el apellido Domínguez.
Julia recuerda a la madre de Hipólito como una mujer muy querida y respetada en La Chichigua. Con esta explicación, esta dama nacida y criada en Gurabo despeja las dudas de que Hipólito Mejía nació en Baní, provincia Peravia, y que luego sus padres se habían mudado a Santiago.
El encuentro con doña Julia se produjo en una casa ubicada a pocos metros de la escuela básica Martina Mercedes Zouain, donde Hipólito realizó sus estudios primarios. Al lado de esta escuela, Hipólito construyó un moderno politécnico que lleva el mismo nombre de ese plantel educativo. Ya luego se trasladó a un liceo del centro de Santiago, para concluir sus estudios secundarios, adonde viajaba en una bicicleta, cuenta doña Julia.
En La Chichigua aseguran que los padres de Hipólito se empeñaron en darle una buena educación, porque querían hacerlo un hombre de bien en una sociedad donde la clase profesional comenzaba a abrirse paso entre precariedades y sueños de superación.
Los comunitarios de este lugar sostienen que Hipólito nunca olvida sus raíces y que, cuando su ocupada agenda de hombre público se lo permite, visita a quienes compartieron con él por esos caminos polvorientos de La Chichigua; caminos que quizás nunca imaginó le correspondería asfaltar en su condición de primer mandatario, varias décadas después de haber salido de su terruño.
Hace algunas semanas, Hipólito estuvo en Santiago, en busca de los votos que necesita para ocupar por segunda ocasión la silla presidencial, en la que doña Julia asegura haberse sentado por iniciativa de su “niño”. Ese día, Hipólito aprovechó para visitar el campo que dejó hace ya mucho tiempo, y se reencontró con la gente que le decían “Cabuyita” y ahora también lo llaman “papá”.
Uno de esos hombres fue José Domínguez, primo y ahijado de Hipólito. José vive en una casa edificada en el solar donde nació el aspirante presidencial del PRD. Recuerda que en ese amplio patio Hipólito corría juguetón, bajo el cuidado riguroso de su abuela “Mamá Belica”.
Este señor coincide con otras personas en que Hipólito fue siempre tranquilo y que gustaba compartir en armonía con amigos y familiares.
“Hipólito se levantaba muy temprano para trabajar. Recogíamos tabaco. Después se iba en un burro para la escuela. Después pasó a la ciudad. Tenía una bicicletica y se iba en ella a estudiar”, relata José.
Porque dice conocerlo mejor que cualquiera, el primo de Hipólito no comparte los comentarios que cuestionan la integridad de su pariente. Y para defenderlo, hurgó en su memoria y extrajo un episodio que pudo recrear a la perfección.
“En el 1978, cuando Hipólito fue secretario de Agricultura, mi esposa se iba a operar y yo necesitaba 200 pesos para pagar la intervención. Fui adonde Hipólito, para pedirle una ayuda. Me recibió en su oficina y después que le dije a lo que había ido, me dijo, ‘ve donde mamá y dile que te lo dé’. No quiso darme el dinero en su oficina, para que no pensaran nada malo”, dijo.
Brunilda Alberto Domínguez (Bruna) conoce a Hipólito tan bien como José. Es su prima y se crió con él. “Era un niño ejemplar y muy estudioso. Los sábados íbamos al catecismo y nos la pasábamos jugando. Él montado en su bicicleta”, recuerda esta dama, de 74 años. La casa donde Hipólito nació fue derrumbada por los años y el solar convertido en un conuco sembrado de plátanos.
Gurabo y sus vínculos con La Chichigua
Gurabo tiene una población estimada en 42,000 habitantes. Esta localidad la conforman 60 barrios, entre ellos Los Cerros de Gurabo, las urbanizaciones El Paraíso, Casilda, El Dorado, Los Rieles, Tigaiga, Llano de Gurabo y La Gallera.
Asimismo, Villa Verde, Miraflores y Los Cerritos. Gurabo es considerado una zona suburbana, pero con un gran empuje industrial, textil y comercial. Tiene incluso un parque de zona franca. Está ubicado al norte de la ciudad de Santiago. Antes de someterse a un proceso de transformación urbana, esta zona fue una sección de producción eminentemente agrícola, básicamente de plantaciones de tabaco.
En esta comunidad de Santiago surge el cigarro Flor de Gurabo, enrrollado a mano y con sabores variados, siendo esta una de las marcas más conocidas en su época. En el 2006, el Congreso Nacional elevó a la categoría de sección el paraje de La Chichigua. Otras zonas rurales colindantes con La Chichigua son El Meso, El Arroyo, Cuesta Piedra, Río Arriba y La Guama.
Asimismo, Villa Verde, Miraflores y Los Cerritos. Gurabo es considerado una zona suburbana, pero con un gran empuje industrial, textil y comercial. Tiene incluso un parque de zona franca. Está ubicado al norte de la ciudad de Santiago. Antes de someterse a un proceso de transformación urbana, esta zona fue una sección de producción eminentemente agrícola, básicamente de plantaciones de tabaco.
En esta comunidad de Santiago surge el cigarro Flor de Gurabo, enrrollado a mano y con sabores variados, siendo esta una de las marcas más conocidas en su época. En el 2006, el Congreso Nacional elevó a la categoría de sección el paraje de La Chichigua. Otras zonas rurales colindantes con La Chichigua son El Meso, El Arroyo, Cuesta Piedra, Río Arriba y La Guama.
Remembranzas
Julia Domínguez (Cuca)
Prima de Hipólito
“Yo me siento muy orgullosa de Hipólito. Aquí lo queríamos mucho. Hipólito y su hermana Chabela me dicen tiíta, toda la vida. Y me han querido toda la vida. Me brindan amor y todo lo bueno que se le puede brindar a una persona que se quiere con el corazón. Si Hipólito gana, yo solo le pido que ayude a los pobres, como él hizo”.
Prima de Hipólito
“Yo me siento muy orgullosa de Hipólito. Aquí lo queríamos mucho. Hipólito y su hermana Chabela me dicen tiíta, toda la vida. Y me han querido toda la vida. Me brindan amor y todo lo bueno que se le puede brindar a una persona que se quiere con el corazón. Si Hipólito gana, yo solo le pido que ayude a los pobres, como él hizo”.
José Domínguez
Ahijado de Hipólito
“Yo conozco a Hipólito desde que él tenía seis años y yo tenía como tres. El me lleva tres años, más o menos. Hipólito es un hombre muy recto y serio. Cuando fue Presidente, yo trabajaba en Aduanas, aquí en Santiago, como inspector. Pero con Hipólito el dinero hay que ganárselo. No es que tú te lo vas a ganar fácil”.
Ahijado de Hipólito
“Yo conozco a Hipólito desde que él tenía seis años y yo tenía como tres. El me lleva tres años, más o menos. Hipólito es un hombre muy recto y serio. Cuando fue Presidente, yo trabajaba en Aduanas, aquí en Santiago, como inspector. Pero con Hipólito el dinero hay que ganárselo. No es que tú te lo vas a ganar fácil”.
Brunilda Alberto Domínguez
Prima de Hipólito
“Yo espero muchas cosas buenas de Hipólito. Que haga muchas obras, como las que hizo en su gobierno. Él nos hizo la carretera y el politécnico. Nosotros necesitamos un dispensario médico que nos quede más cerca y esté al alcance de la gente y que nos termine la Circunvalación Norte.
Prima de Hipólito
“Yo espero muchas cosas buenas de Hipólito. Que haga muchas obras, como las que hizo en su gobierno. Él nos hizo la carretera y el politécnico. Nosotros necesitamos un dispensario médico que nos quede más cerca y esté al alcance de la gente y que nos termine la Circunvalación Norte.
En su campo, Mejía es el que tiene más aceptación
En La Chichigua, de Gurabo, Hipólito tiene una gran aceptación. De cada diez casas, al menos nueve tienen un afiche con la cara seria del candidato presidencial del partido del jacho prendío’.
Justo en la entrada de la comunidad, que espera que Mejía gane las próximas elecciones, hay varios letreros con mensajes alusivos al eslogan de campaña que lo promueve como el papá.
Justo en la entrada de la comunidad, que espera que Mejía gane las próximas elecciones, hay varios letreros con mensajes alusivos al eslogan de campaña que lo promueve como el papá.
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