Reportajes
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11 Febrero 2012, 9:53 PM
Trujillo decidió
enfrentar con represión a sacerdotes católicos críticos al régimen Carta de obispos fue leída en las parroquias el 31 de enero de 1959 y dos semanas después comenzó la represión contra sacerdotes e instalaciones de la Iglesia
Después de la Carta Pastoral de los obispos, leída en todas las iglesias el 31 de enero de 1960, el dictador Rafael L. Trujillo duró cinco semanas consecutivas debatiendo con sus colaboradores la posición del Gobierno frente al clero católico.
Moderados y equilibrados fueron los planteamientos de don Virgilio Álvarez Pina (Cucho) y de Rafael Paino Pichardo, los subalternos civiles de mayor influencia ante el dictador.
Sin embargo, Trujillo acogió las diabólicas recomendaciones del coronel Johnny Abbes García, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), de tomar medidas “agresivas” contra la iglesia católica.
Enterados los obispos del triunfo de la tesis de Abbes, a principios de marzo del mismo año, se efectuó un encuentro pastoral entre las principales autoridades eclesiásticas, donde se redactó una segunda carta pastoral en la que los mitrados demandaban la libertad de los presos políticos antes de la Semana Santa, prevista para mediados de abril siguiente.
“La guerra entre el régimen y la iglesia católica ya está decretada”, expresó el jefe del SIM a Trujillo, de quien logró fondos suficientes para la instalación de una potente emisora, que resultó ser Radio Caribe, con una potencia superior a los 50 vatios.
A través de este medio de comunicación se emprendió una campaña contra los sacerdotes y la iglesia en general, cuya programación iniciaba el comentarista Santiago Lamela Geler, con el siguiente argumento: “Una vez que empieces a odiar a un cura, no dejes de odiarle. Retírale el guante de la cara y te cortará el pescuezo”.
El obispo de San Juan de la Maguana, donde operaba una prelatura, equivalente a una diócesis, monseñor Tomás F. O’Reilly, ciudadano norteamericano, y el de La Vega, monseñor Francisco Panal, nativo de España, quizás por sus condiciones de extranjeros, fueron los más castigados por las acciones delictivas del SIM.
Turbas de bandidos, organizadas por sicarios del régimen, vociferaban palabras obscenas en la puerta de la residencia de O’Reilly, llegando al extremo de tratar de incendiarla.
En La Vega, grupos de prostitutas borrachas interrumpían los oficios religiosos y escandalizaban dentro de la catedral. Los automóviles de los sacerdotes desaparecían misteriosamente y reaparecían en los frentes de reconocidos prostíbulos y casas de cita.
En la catedral de La Vega, a principios de marzo de 1960, en presencia de Trujillo, en un Tedeum al que había sido invitado Trujillo, el obispo Panal tronó con una homilía, que concluyó así:
“Si vos lo ignoráis, yo os lo informo: las cárceles están llenas de prisioneros políticos, que son torturados a diario, el pueblo padece hambre, numerosas familias carecen de alojamiento y viven en la miseria. Si mis palabras deben causar víctimas, estoy listo para ser la primera”. Acto seguido Trujillo instruyó al jefe de su escolta de esta manera:
“Vaya… Que le entreguen ese papel”.
Monseñor Panal pidió que los presentes se arrodillaran, lo que fue correspondido por todos, menos por Trujillo, quien recibió una señal física de Álvarez Pina y el dictador asintió arrodillarse.
La campaña de Radio Caribe se intensificó a su máxima expresión. Se hablaba insistentemente de “un clero traidor e ingrato, que muerde la mano que le ha concedido riquezas y privilegios”.
Se emprendió un plan de saqueo de las residencias y pertenencias de los sacerdotes en todo el Cibao, y específicamente en Santiago, el edificio para un seminario que construía el obispo Hugo Polanco Brito, fue volado por un potente explosivo.
Al mismo Polanco Brito, Abbes le ordenó desalojar la sede del obispado y desde la fortaleza San Luis se instaló allí la residencia oficial del comandante militar.
De las acciones terroristas, el jefe del SIM acusó a O’Reilly, quien fue sometido a la justicia acusado de “fabricar bombas y de atentar contra la seguridad del Estado”.
Trujillo concentró todas sus creencias en Abbes y no escuchaba los consejos de sus dos más cercanos colaboradores, Pichardo y Álvarez Pina, quienes rechazaban los actos contra los sacerdotes y la iglesia católica.
“No ignora vuestra excelencia que el concordato ha servido más para la causa del país y su prestigio al exterior que para la iglesia misma”, advertían, al tiempo de pedir a Trujillo “intervenir ante las autoridades del Gobierno (presidido por Joaquín Balaguer) para que sean cuanto antes enjugadas tantas lágrimas, curadas tantas llagas y devuelta la paz a tantos hogares. Pedimos a Dios que recompense su intervención, para que la venerada madre y la distinguida esposa de vuestra excelencia no experimenten nunca, en su larga existencia, los sufrimientos que afligen ahora a los corazones de tantas madres y de tantas esposas dominicanas”. Pareció un vaticinio.
UN APUNTE
Las turbas
El miércoles 12 de abril de 1961, turbas dirigidas por el SIM atacaron el Obispado de San Juan de la Maguana saqueándolo. El obispo Tomás F. O`Reilly y otros sacerdotes fueron rescatados por la Policía. El martes 18 de abril turbas del SIM atacan al Obispado de La Vega, al obispo monseñor Francisco Panal, queman la casa de monseñor Luis F. Henríquez y saquean y queman una tienda religiosa. El SIM organiza manifestaciones violentas en todo el país contra la Iglesia.
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