EL INCENDIO DEL 1805, EN LA CIUDAD DE LA VEGA
FUENTE:
Guido Despradel Batista. BAGN_ 1939_ No. 02-03
Compilado, por Ubaldo Solís/
Un año después de haberse constituido en
Estado Independiente los negros de la parte oeste de la isla de Santo Domingo,
dieron rienda suelta a sus apetencia de dominio, y se lanzaron en invasión
armada a subyugar la parte oriental española, entonces colonia francesa bajo el
gobierno del General Ferrand.
Dividido en dos cuerpos, el ejército
haitiano se lanza, ávido de matanza y destrucción, sobre esta parte española a fines del mes de
febrero de 1805. Por el norte
venia el años más tarde el Emperador Enrique Cristóbal y por el sur,
el Presidente Jean Jacques Dessalines, severo y sanguinario cabecilla que
en nombre de un feroz odio de razas esparció por
todo el territorio insular la muerte, la desolación y la ruina.
Vencida por
las huestes numerosas de Cristóbal la brava resistencia de Serapio
Reynoso en la Embocada (Serapio Reynoso era
hijo de La Vega. Fue su padre Don José del Orbe, capitán de su
Majestad y para el 1779 Alcalde
Ordinario de La Vega. Como lo ha dicho Don Gaspar de Arredondo y Pichardo, en
el Historial de su salida de la Isla de
Santo Domingo el 25 de abril de 1805, Serapio Reynoso fue hijo natural y pardo de don Joset del Orve, y fue educado
por su padre al parejo de sus hijos legítimos. Consta en el Archivo Parroquial de la ciudad de La
Vega, que para el 1847 murió en esta ciudad a la avanzada edad de 90 años María Carreño, viuda del valiente Serapio
Reynoso.) que ponen de manifiesto lo insaciable e implacable que fue
Dessalines para con la ciudad que para
ese tiempo comenzaba a resarcirse de
sus muchos quebrantos
Dessalines, en sus ansias de destrucción,
incendió la ciudad de La Vega, así como varias otras del Cibao. Documentos dan veracidad
al horror y la barbarie.
El Escribano Público y de Cabildo Don José
Cotes, en un documento del 1815, dice: “ y porque en la pasada de la Armada
Indígena del negro Desslines a poner sitio a la Plaza de Santo Domingo,
incendiaron no solo los campos, sino también
los Pueblos, y por consiguientes
los archivos” ( Documentos del Escribano Cotes. 1815 --- Archivo Notarial Lic.
Francisco José Álvarez. La Vega.”
Don Dionisio de la Rocha, Escribano en esta
ciudad para el 1805, al expresar en un documento ser el apoderado
de los bienes de don
Miguel Fernández Polanco, hace constar lo que sigue:
“En
el año de 1805, cuando los
haitianos invadieron todos
fugaron para librarse de la muerte
e incendios. Don Miguel y su
esposa, doña Juana del Orve, huyeron, dejando en poder de su apoderado sus
bienes y documentos. Pero este también huyo, y dejó los documentos en una
cajita con la criada de Don Miguel,
llamada María Suriel, la criada tuvo que
huir a los montes. Cuando invadieron los
haitianos esta ciudad fue víctima, la
cajita con los documentos del incendio y
de este modo se perdieron los títulos de propiedad tanto de Blas Martin
como de casi todas
estas provincias”. (Este documento de la Rocha lo presentó en 1858 el
capitán de la Guardias Nacionales don Miguel Fernández Polanco, heredero de los bienes
de Don Miguel. Archivo Not. Lic. Álvarez)
Cuando
en 1839, se hacia una investigación judicial ante Casimiro Cordero, Juez de Paz, para probar que Juan de Dios de Lara era
legítimo poseedor de unos terrenos en la Sigua,
a requerimiento de su hijo Silverio de Dios fueron interrogadas varias personas que estaban
vivas cuando el terrible incendio de
1805. Así, Don Francisco Mariano de la
Mota, quien tenía para ese año de 1838
la edad de cuarenticinco años. Declaró
“ Preguntado si tiene conocimiento del
incendio que sufrió en 1805 este
dicho lugar? Respondió que le consta por haber sufrido el
declarante bastante en el referido
incendio.
Tomás Lucario, de oficio
carnicero y quien contaba setenta
y seis años para esa época, dijo.
“ que Juan de Dios compró terreno en la
Sigua a Francisca Duran y a la Mejía: que
vivió allí hasta el tiempo en que
este pueblo fue incendiado por la armada del General Dessalines,y
que dicho Juan de Dios con todas sus
familiares fue prisionero de dicha
armada” ( Declaraciones ante Casimiro Cordero, 29 de noviembre de 1839, Arch. Not. Lic. Alvares, La Vega)
Don Manuel González vendió unos terrenos en
Salamanca a Pablo Rosario, casado con
Juana Álvarez para el 1792, En fecha
29 de noviembre de 1813 la Álvarez
se presentó ante Don Juan Ramón
Villa, Alcalde primero Constitucional, para probar la posesión de estos terrenos, y pidió que Don Vicente Paz, yerno del
difunto Don Manuel González, testificara esto, pues según ella misma declarara:
“en
el año 1805 cuando la
invasión de Dessalines, fue
incendiado el Archivo y toda
la ciudad (Arch. Not. Lic.
Álvarez. Documento del 1813)
Y si estos testimonios no fueran suficiente,
holgase lo que declaró Gervasia
Ventura, mujer riquísima en nuestras épocas pasadas y quien contaba
noventa años de edad para el año 1862,
sobre el incendio del 1805. Dice la Gerbasia
“En
el año cinco, cuando los haitianos invadieron esta parte de la isla
que al pasar por los pueblos fue incendiando, pillando, destruyendo y matando
cuanto a su paso encontraban, una de sus
víctimas, fue mi marido Juan de la Cruz que murió asesinado por los
dichos haitianos. Pudiendo escapar yo y
mis hijos milagrosamente. Cuando todo
paso volví a mi casa de Sabaneta y no
encontré sino ruinas y cenizas ( Arch. Not. Lic. Alvares. 1862)
Además, y para más abundante justificación de este hecho
vandálico, al revidar el Archivo de
nuestra Iglesia Parroquial hemos visto
como en el libro XIV de asiento de bautismos,
comenzando el día primero de enero
de 1805 hay una nota que reza así
“Don Agustín Tabares Presbítero, Sochantre
de la Sta. Iglesia Catedral encontró este libro de Bautismos: en Sto. Domingo
en la capital; en manos de un
cualquiera, con el motivo del incendio
que hicieran los haitianos en las ciudades, pueblos y Villas de la parte
oriental de la isla, el año 4 de este siglo 800 (XIX), por esta causa no se
siguió el orden en este, y fue preciso poner
las partidas en otro, donde
principio a la vuelta de este otro año. Siguiendo el número y que comienza el
de Octubre (Entonces comienzan las partidas en 1810) (Como lo hace
constar Fray Cipriano de Utrera en su
artículo que él llama de Re-Historia, intitulado el “Degüello de Moca”,
publicado en la revista “Pánfila,
edición del 30 de noviembre de 1922
.No.10, el cura de La Vega cuando el incendio de Dessalines era el mercedario
Fr. Agustín Hernández, quien dejo la ciudad el 26 de febrero con la nueva de
haber llegado los haitianos a Santiago
un día antes, lo que sabemos por haberse
interrumpido desde dicha fecha la inscripción
de las partidas de bautismos”)
La furia y la indignación del inhumano Dessalines se cebaron en la ya
renacida ciudad del Camú e hicieron de
ella nuevamente un doloroso teatro de desolación y de ruinas
De todo aquel pueblo que bajo el arrullo de pinares esbeltos entonaba hosannas al
progreso, solamente quedaron en pie la iglesia y dos casa: y sus
vecinos fueron víctimas del
asesinato, del pillaje y de los atropellos
más barbaros y bochornosos
En el informe que presentara el Presbítero
Francisco Pablo de Amézquita al celoso y
progresista gobernador haitiano General Placide Le Brun, en fecha 30 de abril del
1822, este ilustre levita, al referirse
al destructor incendio de 1805 dice:
“A principios de abril del año pasado
de 1805, estos es, a los
doscientos cuarentiuno más o menos de haberse restablecido la ciudad de La Vega
en esta misma área en donde esta, fue
arruinada enteramente por un fuego que
mando a darle el General Juan
Santiago Dessalines a su regreso de la
ciudad de Santo Domingo que invadió y no pudo tomar. Todos los edificios, que
eran de madera excepto la iglesia y dos casas de pared sólida, fueron reducidos a cenizas.
Talados los campos inmediatos, saqueadas
las haciendas de crianzas: y de
los vecinos parte prisioneros y conducidos al Guarico, hoy Cabo Haitiano:
parte emigrados a las islas vecinas , y
parte retirados a pasar dentro de la espesura de los bosques una vida salvaje, habiendo
experimentados algunos en todo su rigor los estragos de un ejército que traída licencia para hacer
todo el mal que se pueda a los vencidos.
(El
Padre Amézquita fija su fecha el incendio de La Vega a principio de abril de
1805, se puede asegurar que este acto de crueldad ocurrió del dos al tres de
abril, pues Dessalines levantó el asedio
a Santo Domingo el 29 de marzo y se
dirigió hacia el Cibao a marcha forzada
y el 3 de abril estaba ya en Moca, en donde realizo actos de crueldad
inauditos. La fecha del 3 de abril fijada
como el día en el cual las huestes haitianas
realizaron el llamado “Degüello de Moca”, acto que Fray Cipriano de Utrera considera en su trabajo Re-Historia
antes citado como simplemente un hecho criminal efectuado contra varias personas y
no una miseria o desgracia general de la población de Moca, es una fecha admitida como exacta
por todos nuestros historiadores, y muy especialmente por Don Antonio
Delmonte y Tejada, contemporáneo
a este acontecimiento.)
En su relato, aún inédito, intitulado
“Desgracias de Santo Domingo”, el Padre Juan de Jesús Fabián Ayala y García, vegano ilustre
fundador de la ciudad de San Cristobal, nos da a conocer los horrores cometidos
por las huestes vandálicas de Dessalines
sobre los pacíficos y laboriosos de esta hospitalaria sultana del Valle Real.
El licenciado Alcides García, en su muy
bien documento trabajo dedicado a la ciudad cabecera de “ La Concepción de La Vega”, transfiere
parte de esta verídica relación del
Padre Ayala, y los crímenes en ella
presentados, junto con los fieles testimonios que hemos presentado en este
estudio, son datos más que suficientes para recordar a las generaciones las
inauditas crueldades de que fue víctima
esta ciudad del Camú, de la parte de la hordas en derrotas que en pasadas
épocas surgían de Occidente a sembrar el terror, el dolor y la muerte en la
parte española de la Isla.
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