El Doble Apostolado del Padre Fantino
De
todas las funciones de ejerce el hombre sobre la tierra, ninguna más alta,
noble, excelsa que la enseñanza de la verdad. Y cuando el pan de la verdad es
amasado con la levadura del evangelio,
cuando en él palpita el aliento del señor, entonces la función se convierte en sacrosanto
ministerio; entonces surgen apóstoles y profetas; hombres por cuya boca sale, Transfiguraciones, el mirífico soplo de
la Verdad Eterna.
Fantino
cumplió fielmente con tales conceptos
del Señor. MISONERO CATOLICO, se le llama y misionero fue toda la vida, hombre
de abnegación sin límites. Educar almas
y cerebros; ser agente de la misericordia infinita del Señor; fue la misión
ejercida por Fantino. Apóstol de la caridad y la verdad Maestro de la mente
y del espíritu.
Maestro
siempre. Maestro cuando desde la cátedra
sagrada derrama sobre la muchedumbre la luz del Evangelio; Maestro cuando en la
cátedra laica enseña a sus discípulos
las verdades de la ciencia.
Nacido
con el ansia de evangelizar, de seguir las huellas del supremo maestro, se le
ve abandonar el suelo patrio en busca de almas
que redimir, de corazones que consolar, de mentes que iluminar. Monseñor E liseo Pérez Sánchez, lo define con estas
bellas palabras “ colocar una escuela al lado del templo, un aula al lado de un oratorio, un himno religioso al lado de un cántico
escolar” “ no fue educador antes que
sacerdote; fue sacerdote en perenne
función de educador.
Ante
que la iglesia construyó el
colegio; pero ambos fueron augustos
templos de instrucción. Alguno que creyó en la incompatibilidad de la religión
y de la ciencia, tomó de blanco de su crítica
esta doble función de Fantino.
Cuando
Fantino, llega a Santo Domingo, en el
propio local del Seminario, junto a la escuela religiosa establece la
escuela laica, animada ambas por un mismo espíritu, se traslada a Monte
Cristy, y en un brevísimo tiempo allí funda una escuela y proyecta la construcción de un templo. Arriba a La Vega, y al lado del Colegio San Sebastián edita la Iglesia de
San Antonio; y para garantizar más el simbolismo de la enseñanza al amparo de la Cruz. Y bajo
los amorosos ojos de María Santísima de
las Mercedes, funda otro colegio, en la sagrada eminencia del Santo Cerro, que
le dio el nombre de Padre Las Casas.
Grandiosa
la función del Maestro. Víctor Hugo, escribe “Moldear un cuerpo y darle vida es
grande; pero moldear un alma, es más grande todavía”.
De
la consagración de Fantino al Magisterio, dan fe las precitadas palabras suyas; “estoy tan penetrado en la eficacia de la enseñanza
religiosa a los niños para cooperar más tarde a la salvación de muchas alma,
que no pienso dejar nunca de ocuparme de ellos
hasta la muerte”.
La
caridad de Fantino. Sólo admite
comparación con la de San Francisco de
Asís, de Fantino puede decirse
que vivió con la diestra extendida para
la dádiva. Y sin embargo; ni aun los mismos a quienes repartía “pan de
resignación y pan de trigo, alcanzaron a conocerla en toda su magnitud. Porque era caridad que se
cubría con el púdico manto del silencio, caridad ejercida sobre el precepto
bíblico “más cuando tú haces
limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”.
En el ejercicio de esta virtud, la más alta de
las tres teologales, fue también Fantino
maestro por la excelencia; Maestro, por sus incontables obras de misericordia.
Maestro por la virtualidad de su ejemplo
La
caridad de Fantino. Centenares de
anécdotas la testifican. Quien pudo
atesorar riquezas murió en absoluta pobreza. La tranquilidad y la paz han de
buscarse principalmente en una abundante efusión de caridad. Escribió León
XIII, en su encíclica Rerum Novarum.
Fantino
y Billini. Apóstoles de la Caridad y de la Enseñanza; ríos gemelos que
corrieron por el mismo cauce; el amor a la Humanidad, escala la más corta, la
más segura, la más perfecta para elevarnos a hasta Dios.
Fuente; Francois F. Sevez,
obra Bosquejo Biográfico del Padre Fantino, Imp. Progreso, La Vega, 1941,
segunda parte, Consideraciones sobre la vida y la obra del Padre Fantino, Cap.
I, pps. 63 al 70.
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