Francisco Panal Tomás F. O’Reilly
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REPORTAJE
11 Febrero 2012, 9:53 PM
Después de la Carta Pastoral
Trujillo decidió enfrentar con represión a sacerdotes católicos críticos al régimen Carta de obispos fue leída en las parroquias el 31 de enero de 1959 y dos semanas después comenzó la represión contra sacerdotes e instalaciones de la Iglesia
Escrito por: Chichi De Jesús Reyes (Chichidejesus46@hotmail.com)
Después de la Carta Pastoral de los obispos, leída en todas las iglesias el 31 de enero de 1960, el dictador Rafael L. Trujillo duró cinco semanas consecutivas debatiendo con sus colaboradores la posición  del Gobierno  frente al clero católico.
Moderados y equilibrados fueron los planteamientos de don Virgilio Álvarez Pina (Cucho) y de Rafael Paino Pichardo, los subalternos civiles de mayor influencia ante el dictador.
Sin embargo,  Trujillo acogió las diabólicas  recomendaciones del coronel Johnny Abbes García, jefe del  Servicio de Inteligencia Militar (SIM), de tomar medidas “agresivas”  contra la iglesia católica.
Enterados los obispos del triunfo de la tesis de Abbes,  a principios de marzo del mismo año,  se efectuó un encuentro pastoral entre  las principales autoridades eclesiásticas, donde se redactó una segunda carta pastoral en la que los mitrados demandaban la libertad de los presos políticos antes de la Semana Santa, prevista para mediados de abril siguiente.
“La guerra entre el régimen y la iglesia católica ya está decretada”, expresó el jefe del SIM a Trujillo, de quien logró  fondos suficientes para la instalación de una potente emisora, que resultó ser Radio Caribe, con una potencia superior a los 50 vatios.
A través de este medio de comunicación se emprendió una  campaña contra los sacerdotes y la iglesia en general, cuya programación iniciaba el comentarista  Santiago Lamela Geler, con el siguiente argumento: “Una vez que empieces a odiar a un cura, no dejes de odiarle. Retírale el guante de la cara y te cortará el pescuezo”.
 El obispo de San Juan de la Maguana, donde operaba una prelatura, equivalente a una  diócesis,  monseñor Tomás F. O’Reilly, ciudadano norteamericano, y el de La Vega,  monseñor Francisco Panal, nativo de España, quizás por sus condiciones de extranjeros, fueron los más castigados por las acciones delictivas del SIM.
Turbas de bandidos, organizadas por sicarios del régimen, vociferaban palabras obscenas en la puerta de la residencia de O’Reilly, llegando al extremo de tratar de incendiarla. 
En La Vega, grupos de prostitutas borrachas  interrumpían los oficios religiosos y escandalizaban dentro de la catedral.  Los automóviles de los sacerdotes desaparecían misteriosamente y reaparecían en los frentes de reconocidos prostíbulos y casas de cita.
En la catedral de La Vega, a principios de marzo de 1960, en presencia de Trujillo, en un  Tedeum al que había sido invitado Trujillo, el obispo Panal  tronó con  una homilía,  que concluyó así:
“Si vos lo ignoráis, yo os lo informo: las cárceles están llenas de prisioneros políticos, que son torturados a diario, el pueblo padece hambre, numerosas familias carecen de alojamiento y viven en la miseria. Si mis palabras deben causar víctimas, estoy listo para ser la primera”.  Acto seguido  Trujillo instruyó al jefe de su escolta de esta manera:
“Vaya… Que le entreguen ese papel”.
Monseñor Panal pidió que los presentes se arrodillaran, lo que fue correspondido por todos, menos por Trujillo, quien recibió una señal física  de  Álvarez Pina y el dictador asintió arrodillarse.
La campaña  de Radio Caribe se intensificó a su máxima expresión. Se hablaba insistentemente de “un clero traidor e ingrato, que muerde la mano que le ha concedido riquezas y privilegios”.
Se emprendió un plan de saqueo de las residencias y pertenencias de los sacerdotes  en todo el Cibao, y específicamente en Santiago, el edificio  para un seminario que construía el obispo Hugo Polanco Brito, fue volado por  un potente explosivo.
Al mismo Polanco Brito,  Abbes le ordenó desalojar la sede del obispado y  desde la fortaleza San Luis se instaló allí la residencia oficial  del  comandante militar.
De  las acciones terroristas,  el jefe del SIM  acusó  a  O’Reilly, quien fue sometido a la justicia   acusado de “fabricar bombas y de atentar contra la seguridad del Estado”.
Trujillo  concentró todas sus creencias en Abbes y  no escuchaba  los consejos de sus dos más cercanos colaboradores,  Pichardo y Álvarez Pina, quienes  rechazaban   los actos contra los sacerdotes y la iglesia católica.
“No ignora vuestra excelencia que el concordato ha servido más para la causa del país y su prestigio al exterior que para la iglesia misma”, advertían, al tiempo de pedir a Trujillo “intervenir ante las autoridades del Gobierno (presidido por Joaquín Balaguer) para que sean cuanto antes enjugadas tantas lágrimas, curadas tantas llagas y devuelta la paz a tantos hogares. Pedimos a Dios que recompense su intervención, para que la venerada madre y la distinguida esposa de vuestra excelencia no experimenten nunca, en su larga existencia, los sufrimientos que afligen ahora a los corazones de tantas madres y de tantas esposas dominicanas”. Pareció un vaticinio.
UN APUNTE
Las turbas
El miércoles 12 de abril de 1961, turbas dirigidas por el SIM atacaron el Obispado de San Juan de la Maguana saqueándolo. El obispo Tomás F. O`Reilly y otros sacerdotes fueron rescatados por la Policía. El martes 18 de abril turbas del SIM atacan al Obispado de La Vega, al obispo monseñor Francisco Panal, queman la casa de monseñor Luis F. Henríquez y saquean y queman una tienda religiosa. El SIM organiza manifestaciones violentas en todo el país contra la Iglesia.